Capítulo 4

351 54 2
                                    

Sofía

__ Seduce a Raúl y haz que te dé la ubicación de lo que padre quiere. - indica mi querido esposo - Cualquiera cae ante tus encantos, amor.

Odio ese tono. Odio su gesto. Odio recordar cuál fue el acuerdo.

__ La traición te luce muy bien, cariño. - le arreglo la corbata. - Es un traje hecho a tu medida.

__ Como a tí las máscaras, corazón. - dejo un beso en su mejilla guiñando un ojo antes de ir a la puerta para poder irnos.

Este vestido no me queda tan bien como quisiera. Si lo hubiese elegido yo, otro sería el resultado.

__ Señora, disculpe la intervención. - me habla la chica que puse a disposición del pequeño. - Pero el niño no quiere comer.

__ ¿Y que tengo que ver en eso?

__ Lamento ser insistente, es solo que me preocupa que se enferme

__ Se nos hace tarde. - dudo en si irme sin importar nada o...

__ Espérame en el auto. - subo casi corriendo por las escaleras seguida de la chica.

¿Qué estás haciendo?

Ignoro mi propia consciencia. Eso no tiene respuesta ni me voy a esforzar en buscarle una.

Me aproximo a su dormitorio, la puerta está cerrada por lo que golpeo con los nudillos avisando de mi presencia. Al entrar lo veo en una esquina, sentado con las rodillas juntas y sus brazos cubriendo su rostro. Es tan indefenso. Me acerco esperando alguna reacción que indique no quiere lo haga pero al no ver esto, termino con la distancia.

No sé qué decir. Soy buena negociante, no una niñera.

__ ¿Porqué no estás en la cama? Tienes una... - tartamudez no es lo que necesito - ¿Te molesta algo de ella?

No emite un solo sonido.

__ ¿Puedo acompañarte? - mueve su cabeza con una afirmación. Doblo mis rodillas hasta sentarme a su lado. No deberían ser debilidad, los quiero lejos pero aquí estoy tratando con un pequeño. - ¿Cuantos años tienes?

No habla solo levanta sus manos, detiene los otros dedos con una mostrando tres.

Esa edad debería tener él.

__ No me dijiste tú nombre. - recuerdo. Levanta la mirada causando el mismo impacto a mi tórax. - El mío es Sofía.

No me dice nada. Solo sigue observándose los dedos. Lo que me lleva a otra pregunta.

__ No quiero que te moleste o creas algo distinto. Es solo que no has hablado - trago grueso - ¿Puedes hablar?

Sus ojos me recorren, esa helada capaz de enfriar hasta la lava ardiente llega de nuevo. En lugar de asustarme, solo es más hermoso ver un fondo tan metálico y perfecto. No hace un solo movimiento, espero una negativa, hasta que luego de unos segundos asiente quitándome un peso que había caído sobre mí por alguna razón. No habla porque no quiere.

__ Tienes que cenar. - es a lo que vine.

Mueve su cabeza para indicar que no quiere.

__ ¿Por qué no? ¿Hay algo que te guste?

Busca su mochila de la que saca un libro, lo abre hojeando entre las páginas hasta que detiene su mano en un pequeño dibujo de helado.

__ Eso no es cena. - le digo. Mueve su dedo en unas galletas, desliza luego hasta un vaso con leche. - ¿Eso quieres?

Da un asentimiento leve.

__ Ordenaré que lo traigan. Luego te duermes. - niega - ¿Por qué?

Hojea en el libro buscando hasta que llega a la página final en donde hay un pájaro que tiene notas musicales dibujadas.

Contención Where stories live. Discover now