Capítulo 24

284 50 17
                                    

Sofía.

__ ¿Porqué sabes que mi hijo estaba con Ronald? - interrogo a la defensiva.

__ Por si no lo recuerdas, llegó a una fiesta donde por cierto tú estabas coqueteando con tu suegro, ahí lo dijo en alto. Ese niño es su hijo. - señala. Cubro a Kilian con el brazo cuando este quiere pararse frente a ella. - ¿Es tuyo? Ahí una prueba del porqué se confirma que tú eres la mujer de ese tipo también. ¿Cuantos maridos tienes, Sofía? Hasta ahora conozco tres...espera ¿Izan Krause cuenta?

Sin tener idea de qué habla, no me queda más que soportar su lengua suelta. Tal vez de ahí saque un poco más de información, de la cual de seguro Donovan no querrá dar detalles y no quiero quedarme sin tener nada en mi cabeza, más que los recuerdos de hace cincuenta y dos horas.

__ ¿Alguno que se te haya olvidado? Es que yo tengo mala memoria. - expreso sin importarme su veneno. No sé cómo sea mi vida anterior, pero no dejar que nadie me humille lo siento en mis genes.

__ No tienes vergüenza, Sofía. Te enorgullece ser una mujer que pasan de hombre en hombre...

__ Por ahora me quedo con el que está allá. - señalo el despacho. - Si tienen algún amorío, lástima. Dices que soy una roba hombres ¿no? Pues quiero a ese.

Ni siquiera sé la razón del porqué me separé de él exactamente, pero si eso la afecta, lo voy a usar. Al parecer funciona porque no cuesta más que oírlo para verse realmente furiosa.

__ No te digo lo que te mereces porque una de aquí es una dama.

__ Yo le diría sin dignidad por estar rogando a un hombre que ni se esmera en verte, pero dejémoslo en que eres una dama. - bajo la mirada donde Kilian aún tiene los ojos fijos en ella. Con frialdad, al darse cuenta se nota lo incómoda que la pone, lo que me enorgullece. - ¿Kilian, amor, vamos a que sigas durmiendo?

Asiente sin dejar de verla.

__ Incómodas a mi hijo, como sea que te llames. Te pido que te retires.

__ No es tu casa. - contraría. - Es la de Donovan y él me...

__ Pregúntame cuanto me interesa serlo. - sonrío dulcemente para luego girarme e ir con mi pequeño al segundo piso donde me acuesto a su lado. Su brazo me rodea el cuello a medida que se duerme.

Ese "mami" de su boca me da un puño directo al pecho cada vez que lo dice, pero me repongo al saber que algo debí haber hecho bien para que me diga de esa forma aún si nos alejaron por años.

Cierro los ojos para dejarme guiar por el sueño. Cayendo en una oscuridad que cuando despierto me veo atada a una camilla donde el solo a dulce me da náuseas.

Tengo sudor por toda mi frente cuando ensartan una aguja en mi pecho.

Un gran avance, Káiser.

Veo a un hombre con un saco oscuro, guantes de cuero y un anillo con lo que parece ser una K brillante.

Implantación asegurada.

Abro los ojos de golpe. Pero no estoy en esa sala.

Escucho pasos alrededor de la cama, es de madrugada. El colchón se hunde de mi lado de la cama, para luego sentir como entierra su cara en mi cuello. Siento que estoy bien con él cerca. Me dejo hacer, cerrando los ojos. Abrazando a mi hijo, en tanto yo soy abrazada por el hombre que me pierde con ese olor que emana.

Al despertar lo tengo golpeando con su dureza mis costillas. Es lo primero que percibo al estar con los ojos abiertos, quizá lo hacíamos antes, sin tener la certeza me gusta porque tengo a los dos conmigo. Aunque Kilian está solo con sus rodillas moliendo mi estómago, ya que su cabeza está en la esquina de la almohada.

Contención Donde viven las historias. Descúbrelo ahora