Acto 4

33 3 0
                                    

—Hola pequeña Hanako —saludo a esa chica con una afable sonrisa y un pequeño beso a su mejilla, intentando ser gentil —, ¿Cómo estás?

—Vete por favor —logró decir con bastante dificultad.

—¿Estás indispuesta? —añadió con curiosidad.

—Solo vete.

—Por favor pequeña Hanako, siempre fuimos buenos amigos.

—¡Qué te vayas! —gritó.

El joven tres años mayor que ella, piel clara, cabellos grisáceos, alto, de gafas y ojos color café llamado Yuna Yukawa se quedó impactado por su reacción, no era habitual que ella, esa gentil chica de ojos esmeralda reaccionara de esa manera y lo tratase así, bastante sorprendido dio unos pasos hacía atrás y se retiró del lugar, solo para terminar escuchando como esa niña azotaba con gran fuerza la puerta de la entrada de su casa.

—¿Preciosa? —preguntó preocupado.

Hanako veía al castaño con los ojos algo acuosos, cubrió con una de sus manos su boca junto con su nariz intentando ahogar las irreprimibles ganas que tenía de llorar, Shang no lo dudo ni por un instante y la abrazó con fuerza, aquella dulce niña no pudo aguantar más y dejó que el llanto fluyera de su interior, no estaba triste, no tenía miedo, sólo estaba molesta con ella misma y con ese joven de ojos café y cabellos grisáceos que fue a verla, pues su presencia ya no era de su agrado, tomó firmemente de esa bata a ese hombre que no la soltaba ni un solo instante, logrando calmar su ira; después de algunos minutos Hanako se separó abruptamente de Shang, limpió rápidamente con sus manos sus lágrimas que resbalaban por su cara, intentaba ocultar su rostro a toda costa, pero aquel castaño insistía en buscar su mirada algo que ella no entendía y le desagradaba, Shang tomó las manos de la chica para quitarlas de su cara mientras ella luchaba porqué no lo hiciera, algo irritada lanzó su mirada a él, quien sostuvo sus muñecas con firmeza quedándose viendo sin decir absolutamente nada, ese hombre por su parte con una expresión seria, mientras ella con una expresión molesta, dejando fluir los borbotones de lágrimas de sus hermosos ojos como esmeraldas.

—¿Cómo te sientes? —dijo con dulzura.

—¿He? —cuestionó bastante sorprendida, logrando que con eso ella dejara de luchar, incapaz de creer que su pregunta no fuera enfocada a qué había sucedido o quien era quien llamaba a la puerta, con un claro temblor en sus labios y un cálido sentimiento en su pecho le contestó—, ya más tranquila, gracias.

—Me alegra preciosa. —Le sonríe.

Ambos se dirigieron a la mesa, Hanako comenzó a servir los platos con prontitud, pues realmente anhelaba con gran expectativa ese momento, se sentó al lado de ese castaño que no podía evitar sonreír cada que esa niña se colocaba cerca suyo, comieron con tranquilidad disfrutando de tan exquisito manjar que había preparado esa pequeña chica, llenando a la niña de ojos jade de un claro goce por haber hecho todo bien, ya después de terminar la cena, Hanako sacó de la nevera dos pequeños flanes, le dio uno a su profesor y ella se quedó con otro, para después de eso volver a sentarse a su lado; pasó un ratito más antes de que esa pequeña niña se apoyará en el hombro del castaño para comenzar a decirle con suavidad.

—El chico del que te he contado vino hace rato, no esperaba que viniera, ni hoy, ni después —suspiró cansina—, que me buscará me sorprendió mucho, no sé qué planea pero sí sé que no quiero volver a relacionarme con él.

Shang se mantuvo en silencio, no quería decirle algo imprudente sacando a relucir sus muy notorios celos, pues sabía que ese chico podría ser especial para ella, después de todo con aquel joven había decidido tener su primera vez.

Di mi nombreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora