Acto 22

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El ciclo escolar que había iniciado después de la primavera, dejó en esa castaña una semilla plantada en su frío corazón, una que sin lugar a dudas germinaba con el pasar de los días. Hanako entendía cómo hacer frente a sus emociones, mismas emociones que inclusive le asustaban de algún modo, y que muy a su gran pesar decidía atesorarlos como gemas escondidas,  todo esto fue gracias al apoyo incondicional de ese hombre de ojos miel y seductora sonrisa llamado Shang; la extrema convivencia con él lo era todo para ella, pasó de ser una niña fría y áspera a alguien completamente cálida y afectiva, pero todo esto se redundaba a ese hombre castaño de uno ochenta de alto, Hanako no solo dependía de él, ¡No! Hanako necesitaba de él para seguir subsistiendo, había encontrado en Shang una fórmula inagotable de recursos, que por supuesto ella no dejaría, pues ese hombre le demostró desde lo más fundamental, hasta lo más simple de la vida, misma que había vivido con lastimero desinterés. El cariño que le daba, las palabras exactas en los momentos preciosos, los silencios adecuados, las dudas necesarias, su constante compañía, todo eso creo en Hanako una fuerte codependencia de ese profesor de matemáticas, sin embargo, también era fehaciente a sus propios principios aquella niña de ojos esmeraldas, nunca dejando de lado que todo eso que le proporcionaba era voluntario, es decir, en el momento que Shang decidiera no hacerlo más, Hanako, simplemente no se opondría.

Transcurrían los días en vulgares detalles, llegando el mes de abril a término, Hanako volvía a ser capitana del club de porristas y una vez más Naomi se disponía a ser su segunda al mando; podía decirse que la vida de esa jovencita de ojos esmeraldas volvía a ser la misma, pero lo cierto es que nada volvió a ser lo mismo desde la llegada de Shang. Pasaba el mes de mayo, y con él, el cumpleaños de ese chico de ojos profundos como el océano, Kaito, Hanako decidió tener un pequeño gesto con él, le obsequió un reloj que sabía que le gustaría. Y sin más, llegaba junio, demostrando una vez más que el tiempo no cesa ante su insaciable búsqueda del transcurrir, llegando con gran premura a la vida de esa niña de orbes jade el mes de julio. Un mes que sin lugar a dudas esa pequeña jovencita anhelaba que llegará con prontitud, y para su gran fortunio, no demoró tanto en hacer acto de presencia. La semana del nueve de julio sería sumamente pesada, pues serían sus evaluaciones antes de las vacaciones de verano, pero lo que realmente ansiaba esa niña, era ese último viernes, el día del cumpleaños de Shang.

Hanako se encontraba recostada en la tina de baño, plácidamente acomodada mirando el techo, con el agua caliente inundando su cuerpo, escuchando su bailoteo, sintiendo la paz del momento. Entraba Shang sin decir absolutamente nada, se duchaba con prontitud y se disponía a entrar a la bañera, quedaba de frente aquel castaño de ella, observándola con sumo cuidado y atención.

—Ya mañana inician los exámenes preciosa. ¿Ya estudiaste? —dice juguetón.

—Ja ja ja, no es necesario que estudie sensei, aunque aprecio que te preocupes por eso, en todo caso, ¿No preferirías qué me vaya?

—Por supuesto que no, Hanakunu, tú lugar es aquí conmigo —susurra—, además ya no tengo la fuerza de pedirte tal barbarie.

—¿Por qué dices que no tienes la fuerza? ¿Por qué es una barbarie, sensei? —Sonrió.

—No me siento capaz de pedirte que te vayas, aunque tenerte aquí sea una tentación aún mayor, ya no puedo preciosa. Dejarte sola es una completa barbaridad —respondió por lo bajo.

Hanako sonríe con algo más que solo timidez.
—Siempre tan elocuente lobito.

—Solo trato de expresar mi admiración por tí de la manera más dulce y apasionadamente posible, preciosa. Eres irresistible.

—¡Cuánta rimbombancia me inunda el día de hoy! Me sigues sorprendiendo tanto.

—Ja ja ja, haré lo que haga falta, encanto, para verte feliz.

Di mi nombreWhere stories live. Discover now