Acto 5

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Hanako estaba que moría del ansia, ese chico de cabellos grises y ojos café seguía afuera de su casa y se veía con toda la intención a no irse, daba vueltas como alma que lleva el diablo, realmente no quería hacerlo, no quería depender de su ayuda, pero sabía que con la única persona que podría contar era con ese castaño de ojos miel sin importar absolutamente nada, le llamó con premura a ese hombre que resultaba ser su profesor de matemáticas para contarle su situación, pidiéndole que fuera por ella lo más pronto posible y que sí se podría quedar en su departamento vista la situación, él simplemente le dijo que llegaba en diez minutos, mientras ella hacía una pequeña maleta llevando lo más indispensable para el día siguiente, aquel castaño no demoró tanto en llegar, pitó el claxon de su camioneta esperando en su interior como ella le había pedido, la chica salió de su casa asegurando muy bien las cerraduras, vio por última vez a ese joven que había ido a visitarla antes de subir a aquella camioneta verde militar, pero ese muchacho le impidió el paso tocando con suavidad su brazo con afán a escuchar su respuesta.

—Creo que fui bastante clara Yukawa —dijo con desgano.

—Podrías ser más clara pequeña Hanako.

—Es muy formal —le quedó mirando fijamente hasta que él la soltó—, agradecería que no te aparezcas nuevamente por aquí, verás es un lobo salvaje, te podría hacer daño sin dudarlo.

Dicho eso Hanako entró a la camioneta y azotó la puerta, instantes después arrancó aquel todo terreno dejando al chico de cabellos grisáceos bastante confundido por el actuar de esa niña que creía conocer. Shang que había escuchado todo no podía evitar sonreír por los comentarios de esa niña, pavoneándose en sus adentros por que ella defendiera eso que ellos tenían, ninguno decía nada, llegaron al departamento del castaño, Hanako se dirigió a la cocina y preparó dos tazas de café, Shang la observaba detenidamente mientras se quedaba apoyado en el marco de la entrada de la cocina, la niña le extendió una de las tazas, sonrió levemente y le tomó su mano, lo encaminó con ella a la sala, sentándose en el sofá esperando que él también se sentará junto a ella, pasados unos diez minutos esa niña comenzó a hablarle, casi susurrando.

—Se llama Yuna Yukawa, tiene diecinueve años, bueno en diciembre los cumple, va en su segundo año universitario, lo conocí el año pasado, cuando trabajé de mesera un mes antes de las vacaciones de verano, él fue el primero que me habló, después de un tiempo conviviendo le propuse ser una especie de amigos con beneficios, para mí sorpresa él aceptó, pasó el tiempo, yo ya estaba en preparatoria y él en la universidad, ninguno dejó su trabajo por que era el punto en donde nos podíamos ver más fácil, pese a tener algo exclusivo nunca lo hicimos sin protección, fue hasta octubre que decidí en ponerme el implante, pero esa misma semana me dijo que una chica de su curso se le confesó y aceptó sus sentimientos, yo simplemente me hice a un lado, dejé el trabajo y dejé de buscarlo, aunque cuando lo llegaba a encontrar por el parque o por algún lado lo saludaba, pero eso nunca le agrado a su novia, en noviembre fue la última vez que lo vi, estaba de paseo con ella, lo salude como siempre, pero él me ignoró, así que entendí que simplemente debía alejarme por completo, después de eso no supe más de él, hasta ayer que fue a mi casa y bueno, también hoy.

—Ya veo.

—Llegó a mi casa y me preguntó si lo que tenía conmigo era formal o pasajero, pues tenía la clara intención de establecer una relación conmigo, creo que lo último está de más que lo diga, pero bueno, le di a entender que estoy contigo y que no quiero que se me acerque nuevamente.

Ese hombre la abrazó, besó su cabeza, ella simplemente se dejaba apapachar por él, sintiendo su calor, reconociendo que era una sensación que realmente le gustaba, el silencio en la sala se volvía muy grande, Shang se levantó y llevó las tazas a la tarja de la cocina, tomó la mochila rosa de esa niña y se la extendió, ella la recibió con una linda sonrisa y ambos se dirigieron al dormitorio, Hanako sacaba de su pequeña mochila la playera blanca que Shang le había prestado, comenzó a desvestirse y se la puso, ese hombre la veía con un gesto de dulzura, algo tímida y retraída se decidió acercar a ese castaño para hablarle.

Di mi nombreWhere stories live. Discover now