Acto 13

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Shang se había levantado muy temprano esa mañana del veinticuatro de diciembre, planeaba terminar de alistar su maleta que llevaría a su país natal y en el cual volvería a ver a su familia tras cuatro meses de no verlos, a excepción claro está de Xeng Li, el cual se las llegó a ingeniar en una ocasión para importunar a su hermano menor, sin embargo Xiang Li no estaba del todo convencido de su viaje, y ¡No era que no extrañará a su familia! Porque realmente lo hacía, pero no se sentía del todo bien, Hanako Furukawa inundaba sus pensamientos en un vaivén constante, haciéndose preguntas sin aparente respuesta, al menos no por esa chica, Shang aprendió a conocer muy bien a esa su niña después de varios meses en los cuales ella había experimentado cercanía con él, no obstante sabía a la perfección que Hanako Furukawa era una chica orgullosa y hasta un tanto protectora con él, y fuera que sus motivos fueran sinceros o egoístas, entendía que esa jovencita lo guardaría en lo más hondo de los confines de su corazón, siendo ese el único lugar inexplorado por ese joven profesor de apenas veintiocho años de edad. Sin realmente una clara motivación tomó con prisa su aparato móvil y llamó a esa chica que era la ladrona de sus pensamientos, esperando estar equivocado con sus presentimientos al respecto.

—Hola preciosa, Feliz Navidad —habló muy animado de oír su dulce voz.

—Feliz Navidad sensei, ¿A qué debo el placer de tu llamada? —Notó cierta pesadumbre en la jovencita que estaba del otro lado de esa llamada.

—Ja ja ja, nada en especial, solo quiero saber cómo estás, y esperando que estés disfrutando del día con tus padres. —Realmente quería creer que sus pensamientos estaban errados, y que era él el que se inventaba una realidad que no estaba sucediendo.

—Ja, ya, pues sí, lo hago, mi madre está en la cocina, y mi padre le está ayudando, yo saldré por un encargo.

—Parece que hay mucho alboroto en la residencia Furukawa, me alegra. —Insistió.

—¿Y tú? Tu familia te aguarda. —Se percató como ella le cambiaba el tema, dedujo que sí o sí esa era la base de todo conflicto interno de esa su niña de ojos como el jade.

—Mi vuelo saldrá por la tarde, alrededor de las siete.

—Ya veo, pues espero que tengas un buen viaje sensei.

—Extrañaré no verte en dos semanas preciosa —le dijo con mucha dulzura, un genuino sentir que afloraba de sus labios.

—Ja ja ja, lo sé, es el efecto de mi encantadora personalidad —dijo con sarcasmo.

—Me encantas Hanakunu —habló desde la sinceridad, demostrando que esa peculiar niña no le era realmente indiferente.

—¿Te he dicho lo mucho qué me gusta qué me llames así? —Oír la voz de esa chica le provocó un vuelco en su estómago junto con el erizar de su piel y un notorio sonrojo que agradeció no tenerla de frente porque simplemente no podría disimular esas reacciones que le provocó, era muy consciente Shang que muy pocas veces Hanako decía cosas tan cargadas de emoción.

—Ven conmigo —dijo en un susurrar que no pensó con claridad pero que anhelaba cumplir.

—No puedo sensei, pero no porque yo no esté significa que no te divertirás, así que en las siguientes dos semanas no me esté buscando señor —se ríe–, diviértete mucho con tu familia Li. Yo te estaré esperando sensei, adiós. —Colgó.

Shang no sabía qué pensar, ¿Estaba realmente bien esa niña?, ¿En realidad Hanako estaba con sus padres?, Pudo percibir tristeza en las palabras de esa jovencita, ¿O estaba imaginando panoramas irreales? Las dudas invadían a esa hombre de uno ochenta de alto, tan así, tan absorto se mantuvo que realizó sus pendientes en modo automático, estando ese castaño profesor de matemáticas conduciendo ya en dirección al aeropuerto internacional de la ciudad de Tokio; al dejar su todo terreno color verde militar en el estacionamiento de ese aeródromo sonó con insistencia su celular, contestó aquella llamada sin siquiera haber salido del vehículo aún.

Di mi nombreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora