Acto 27

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Nagisa fue la primera en entrar, vio a su única hija dormida, en posición fetal, notaba la enorme gasa que cubría gran parte de su espalda, su rostro se llenó de amargo pesar, supo que no tendría las palabras necesarias para darle a saber a esa niña lo mucho que la quería y que le había fallado. Kobayashi por su parte se mantenía estoico, con una expresión que demostraba preocupación, pero nada extravagante, ni mucho menos emotivo, el señor Furukawa era muy bien conocido por ser muy poco expresivo.

Entraba la oficial de policía y le explicaba brevemente los hechos, el ambiente era tan tenso que se podía cortar cuál mantequilla al pan; Xeng por su parte se mantuvo en aquella esquina solitaria junto a la ventana, de brazos cruzados y aspecto serio, a decir verdad Xeng también estaba molesto del proceder de los padres de Hanako, ¿Cómo hasta ese momento ellos hacían acto de presencia? ¿Qué no se suponía ellos debían amarla y protegerla de todo mal, evitando precisamente el dejarla abandonada? Lo cierto fue que ese hombre entendía porque su hermano pensaba lo que pensaba y por qué Hanako era tan indiferente ante todo, pero un leve rastro de esperanza cambio su rostro al ver cómo esa niña se comenzaba a despertar, su madre corría hasta ella y tomaba su manita con delicadeza, esa chica apretaba ese agarre, abría lentamente sus hermosos ojos jade, pero al divisar con claridad y ver a su madre, fui innegable el sentimiento de decepción que tuvo, intentó no ser obvia o grosera, sin embargo la ponía mal saber que esa mano no era precisamente la de él.

—Querida, ¿Cómo estás? ¿Cómo te sientes? —decía con pesar.

—Madre, todo está bien gracias.

—¿Cómo dices qué todo está bien Hanako? —se escuchó molesto—, ¿Ya viste el estado en el qué te encuentras?

—No pretendía ser ofensiva con mi comentario padre, me disculpó por mi insolencia.

Xeng sintió que le hervía la sangre, pero se mantuvo inerte, no le crearía más dilemas a esa niña.

—Pero sabes hija —le habló su madre con dulzura, esperando anima a si a esa niña—, hay alguien que se mantuvo en todo momento a qué despertarás. —Sonríe.

Por unos efímeros instantes, el rostro de Hanako se iluminó de ilusión, pensando en que aquel castaño estaba ahí con ella, al moverse su madre para que ella viera de quién se trataba, su ilusión se borró de una manera que no fue notoria para los presentes, pero que rompía de a poco el corazón.

—Hola —saludaba Xeng.

—Hola —respondía Hanako.

—¿Quieres qué los dejemos solos? —preguntó Nagisa.

—No es necesario madre.

—Sé que no es el lugar, pero no habíamos tenido la oportunidad de conocerle, soy Furukawa Kobayashi, mi esposa, Furukawa Nagisa, gracias por haber cuidado de nuestra hija, ella nos ha hablado de ustedes.

—Padre —se endereza un poco—, es mi abogado.

—¿Abogado? —preguntó Nagisa—, ¿Por qué necesitarías un abogado?

La oficial Satō que se mantuvo en el lugar, terminó de relatar la situación, sus padres bajaron sus rostros, Hanako podía percibir la decepción en ellos, apretó con fuerza sus puños, solo para ser sorprendida una vez más.

—Hanako se estaba defendiendo —dijo decidió Xeng—, de hecho demandaremos a la familia del agresor por dañar la integridad de mi cliente.

Hanako miró fijamente los ojos jade de ese hombre, un rubor inundó su carita, se sintió agradecida, protegida, incluso hasta aliviada, a ella no le interesaba en nada demandar a la familia de Yukawa, es más ni siquiera lo había pensado, pero escuchar la determinación con la que habló, era la misma que sentía al escuchar la voz de ese profesor suyo, entendió que eso mismo quería escuchar de Shang, que realmente necesitaba de él, empero sabía que pedía mucho, sobre todo cuando ese hombre ya había cambiado su percepción de ella.

Di mi nombreKde žijí příběhy. Začni objevovat