Acto 26

5 1 0
                                    

—¿Qué te sucede Xiang? —le dijo preocupado.

—No me siento tranquilo —respondió por lo bajo—, sé que puede sonar bastante estúpido, pero tengo miedo.

—¿Pero miedo de qué? —Lo miró fijamente.

—No lo sé, solo sé que no quería que Hanako se fuera de aquí.

—¿No estás siendo muy sobreprotector con ella? —Sonríe.

—Tsk, no lo entenderías —lo miró mal—, no sé ni para qué me tomé el tiempo de decírtelo.

—Lo qué pienso es lo siguiente: la amas tanto que temes no ser suficiente para ella.

—Hmmm —alzó las cejas—, pues errado no estás.

—¿En algún momento se lo dirás?

—No, aunque va inclinado más a un no lo sé, no quisiera que ella se sienta presionada a aceptar algo que no siente.

—¿Por qué dices eso? ¿Ella te lo ha dicho?

—No, a decir verdad Hanako me tiene en un pedestal, pero ha sido porque la he ayudado en muchos aspectos de su vida, es normal que me idealice de esa manera.

—¿Por qué no confías en ella y sus sentimientos?

—No es eso Xeng, confío en su sinceridad ante todo, pero temo perderla. Temo perder lo único que he llegado a amar así, lo único por lo que realmente he peleado.

—Nunca te he visto tan enamorado.

—Ella lo hizo. No sé cómo logró hechizarme esa hermosa bruja —sonríe—. Simplemente, la amo.

Xeng no le dijo más, sonrió junto con su hermano menor, verlo feliz le placia mucho, entendía que no siempre fue el hermano mayor a seguir, y solía ser bastante molestoso, reconoció ese hombre de ojos verdes que había herido a su querido hermano con la falsa ilusión de estar protegiéndolo; y luego llegó es niña, aquella chica era un misterio en sí misma, ¿Cómo simplemente esa niña qué era solitaria, fría e indiferente, malhumorada, de carácter reacio, podía llegar a ser la más dulce y tierna de esta vida? Xeng sabía que a su hermano le hacía un enorme bien esa niña, llevándolo a cambiar, a experimentarse como un hombre celoso, profundamente enamorado, protector, decidido, cambiando por completo su fachada de mujeriego desinteresado. Hanako había logrado en tiempo record lo que todos ellos habían intentando por siete años, muy posiblemente todo esto se debía a que Xiang había encontrado algo que realmente quería proteger.

Aquellos hermanos siguieron platicando de cualquier cosa, lo cierto era que Xiang siempre le contaba a ese hombre las cosas con mayor sinceridad, pese a no ser tan abierto, no después de ese incidente que marcó su vida, pero ahora, las cosas eran distintas, al menos era lo que pensaba aquel hermano menor. Sin embargo los miedos de ese profesor de matemáticas se hicieron presentes cada vez más, quiso tranquilizarse y mitigar sus temores, le marcó a esa niña, pero nunca pensó ni en sus sueños más aterradores que quien contestará, no sería precisamente ella hablándole con normalidad.

¡Yuna Yukawa! —gritó con enérgica fuerza.

El miedo era palpable en los ojos miel de ese hombre, su respiración era jadeante, el semblante se le puso pálido, no simplemente controlarse, se sintió sumido en un terror absoluto.
—¡Déjala imbécil! No te atrevas a lastimarla.

—¿Qué harás? —preguntó soez—. Tú no estás aquí —le caló hondo—, ni siquiera sabes por dónde empezar, y nada te asegura que me vaya con ella. —El corazón se le detuvo por unos instantes, se sintió vulnerable, sintió perder su mundo entero.

Di mi nombreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora