Acto 21

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Shang estaba completamente dormido en el pecho de esa su niña tan especial de ojos como el jade, soñaba lleno de paz al tenerla así, para él no tenía precio alguno, y tampoco quería creer que existía uno, pues Hanako lo era absolutamente todo para ese castaño de ojos ocre. Hanako por su parte abría lentamente sus luminosos y verdes ojos, y al verlo no pudo evitar sonreír llena de ternura, para Hanako, Shang Li se había vuelto sumamente importante, sí no el hombre de su vida, sí el de sus sueños, pues deseaba cada instante con jamás despertar de aquel maravilloso momento que vivía; se levantaba con suavidad esa niña de ojos jade de aquella amplia y mullida cama, se dirigía al cuarto de baño y duchaba sin demorar tanto, el agua caliente recorriendo por su cuerpo la relajaba mucho, incluso llegó a pensar que tal vez ya no estaba en el mundo de los vivos, empero tampoco le importó, después de todo estaba feliz y con él, y eso era lo único que le satisfacía.

Salía esa jovencita de uno cincuenta de alto de bañar, se colocaba una bata y se dirigía a la cocina, comenzaba a preparar su desayuno favorito, divagando en sus pensamientos, recordando lo malo de todo y ahora lo bueno que le sucedía, entendiendo cada vez más que no quería nunca separarse de ese profesor de matemáticas, pues él lo era absolutamente todo para ella. Llegaba Shang hasta ella y la abrazaba por la espalda, besaba su oreja mientras se apoyaba en su hombro, y con su voz ronca le susurraba.

—Buenos días mi reina, feliz cumpleaños esposa mía.

—Ja ja ja, buenos días sensei, gracias.

—¿Qué haces cocinando? El día de hoy debiste darme tu menú. —Sonríe.

—Lo siento sensei, no estoy acostumbrada a esto. No quería molestarte con algo así.

—¿Y por qué sería una molestia?

—...

—¿Por qué le pones fresas y plátano a los hot cakes? —Cambió el tema de la conversación.

—Mi madre me los preparaba así en mi cumpleaños —sonríe—, entonces desde que ella no pasa el día conmigo, yo los preparo igual.

Shang seguía abrazando a esa niña de uno cincuenta de alto, encajando su nariz en su abundante cabello, apreciando su aroma, su esencia. Mientras esa jovencita seguía cocinando sin decirle nada, inmersa en el cariño que le brindaba aquel castaño de ronca voz, sintiéndose especial, sintiéndose realmente conmovida porque él la siguiera abrazando, aferrado un poquito más a ella.

Todo parecía ir con tranquilidad, el desayuno entre ambos era particularmente silencioso, sin embargo eso no le quitaba lo especial, los sentimientos de Hanako se podían percibir, esa chica que hoy cumplía diecisiete años de edad estaba realmente feliz, su corazón latía con gran fuerza, su cara sonrosada la hacía ver especialmente dulce, las facciones de esa niña eran incluso tímidas, algo fuera de lo habitual, y Shang lo sabía, sabía perfectamente esas nuevas sensaciones que estaba experimentando esa jovencita de jade mirar, para él, Hanako era sumamente importante, sumamente especial, la había aprendido a conocer pese al poco tiempo juntos, escasos ocho meses se dicen fácil, empero tanto él como ella habían puesto mucho de sí mismos por permanecer un poco más de tiempo juntos.

—Quiero que te vistas, ponte preciosa, vamos a salir —le dijo muy sonriente.

—Pero ¿Qué me pongo? —añadió con curiosidad.

—Lo que quieras mi reina, pero quiero que te veas encantadora.

Se levantaba de la mesa y recogía los platos, los colocaba en la tarja y comenzaba a lavarlos, Hanako se quedaba expectante de las acciones de ese castaño, al concluir se acercó a esa niña y besó su frente para dirigirse al cuarto de baño, la confusión de esa chica era grande, empero hizo tal cual le había dicho ese hombre de uno ochenta de alto, se puso una falda corta, tableada, color blanco, una blusa sin mangas y cuello alto color rosa pastel y una chamarra de mezclilla clara, se realizó una trenza holgada, puso un poco de perfume, ese mismo que le había regalado aquel castaño, y colocó un poco de rubor a sus mejillas. Cuando Shang la vió no pudo evitar acercarse a esa niña y abrazarla, besándola con gran ternura, acariciando sus mejillas como tanto acostumbraba, al separarse la miraba embelesado y sonreía tiernamente, Hanako era absolutamente su completo delirio.

Di mi nombreWhere stories live. Discover now