Acto 32

8 1 0
                                    

Shang la abrazó con fuerza, sintiendo qué con eso, nadie la podría arrancar de entre sus brazos, Hanako se dejaba acurrucar por ese hombre de uno ochenta de alto, ojos miel y seductora sonrisa, los instantes se volvían segundos que se transformaban en minutos, Shang acariciaba con ternura la mejilla de esa niña, mirándola con especial afecto, perdiéndose en sus hechiceros ojos como el jade.

—Me enloqueces, cada día me vuelves más dependiente de tí, ya no puedo concebir la vida sin tu presencia, me has embrujado, me has hecho tu esclavo, ¿Qué más harás conmigo, pequeña bruja?

—Te amarrare eternamente a mí, mi fiel lobito —susurro.

Shang no pudo más y la besó con profunda pasión, dejando su alma misma, siendo consciente del juego que él había perdido, siendo consciente que no quería que ella perdiera el suyo.
Hanako tan inocente como siempre no entendía los pensamientos más profundos de ese hombre, pero tampoco le preocupaba, pues confiaba plenamente en él, Shang entonces soltaba a esa niña y se dirigía a la camioneta, Hanako lo veía y sonreía, se acercaba a él y veía la variedad de golosinas, frituras, bebidas que había comprado, sabía perfectamente esa niña que ese nunca fue el plan original de aquel castaño, sin embargo sonrió satisfecha, reconociendo del gran valor que él le demostraba al escucharla.

Shang acercaba a Hanako al toldo de la camioneta, ella un poco asustada se quitaba las zapatillas, no quería rayar la carrocería, Shang sonreía al verla, ambos subían y miraban la espectacular mirada que les daba el lugar, la luna en lo alto, el leve brillo de las estrellas, un hermoso cielo negro despejado, una suave brisa otoñal…

—¿Cuál era tu plan estrella, lobito?

—Bueno era algo un poco más elegante —sonríe tímidamente—, algo como una cena más íntima, en un fino restaurante a la luz de la velas, en el centro de la ciudad.

—Ja ja ja, sí, suena todo muy a tí.

—¿No te gusta? —preguntó curioso.

—Yo no dije eso, yo dije que suena a algo que harías tú —toma su mejilla en su mano, él se acurruca en ella—, gracias por cumplirme el capricho, lobito —susurra.

—Y dime preciosa ¿Por qué querías venir?

—Ja ja ja, ¿Enserio no sabes?

—Puedo darme una idea, pero sería una delicia escucharte decirlo.

—Porque fue en éste lugar dónde te conocí. —Sonríe algo avergonzada.

Shang se acercó lentamente hasta los labios de esa niña de orbes jade, la besó con ternura, demostrando sus propios sentimientos en silencio, demostrando todo el amor que le tenía, anhelando el día en el cual pudiera demostrarle todo ese amor de manera pública.
Los minutos pasaban, ambos se quedaron viendo el cielo por un rato más, Hanako se acurrucaba en ese alto hombre castaño de seductora sonrisa, sin embargo, esa niña dejó de mirar el cielo y se enfocó en el perfil de ese maestro a su lado, sonreía inconscientemente, sentía un fuerte hormiguero en su entero ser, su corazón latía con fuerza, sentía la magia del momento, una magia inexistente, pues ella sabía que no había nada de especial en verlo y al mismo tiempo era lo más anhelante para su inquieto corazón. Se enderezaba esa niña, veía fijamente a ese hombre, él sostenía la mirada, ella se sentaba a horcajadas, él sonreía, ella se avergonzaba un poco, él tomaba su barbilla y alzaba carita, ella se abrazaba de él, él la apretaba con fuerza, ella pegaba su cuerpo a él, él sonreía, ella comenzaba a lamer el cuello de ese hombre, él no le impedía nada, ella comenzaba a quitarle el saco, desabotonar su camisa, él la miraba con un peculiar brillo en sus ojos, ella besaba los labios de su novio, él la abrazaba, bajando el cierre de ese blanco vestido que estaba en su pequeña y delicada espalda, ella sonreía y continuaba lamiendo el cuello de ese hombre, bajaba lentamente, hasta la altura de su cinturón, sonreía con malicia, desabrochaba absolutamente la parte baja de la indumentaria de él, abría grande su boca e introducía el miembro viril de ese castaño a su boca, él jadeaba, ella se disculpaba.

Di mi nombreOpowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz