Chapter two: Braudel; holy and cursed land

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Al día siguiente era domingo por lo que desgraciadamente era mi día libre. Ya que no podía ir a trabajar porque sería un abuso no tener un día libre según el dueño, no me había quedado de otra más que irme de nuevo a la iglesia abandonada. Era uno de los lugares de los que el pueblo se destacaba y que temían pues, la mayoría de los habitantes eran supersticiosos y consideraban este lugar como uno al que debes tener respeto y al mismo tiempo temer por su trágica historia. Tengo entendido que aunque es un lugar sagrado también lo consideran un lugar maldito. Vaya la ironía. ¿Por qué? Pues según en la clase de historia. Esta iglesia fue construida en el siglo XVIII, estaba destinada a convertirse en el corazón y centro de la comunidad, sin embargo, hubo unos ciertos y trágicos acontecimientos que evitaron que fuese así. Aquí en este enorme lugar rodeado por árboles y follaje verde, exactamente cruzando el puente que conecta a mi hogar a un kilómetro, fue y pudo ser lo que en la actualidad es Ravne Sted, mi lugar de nacimiento.
Por lo que he estado leyendo, cuando las periferias familias se asentaron y comenzaron a construir la iglesia buscando bendecir la tierra y tener protección en la construcción de su templo, misteriosamente fueron asesinadas –por lo que según se dice– animales salvajes. Después en unos pocos años llegaron otros buscando lugar, la iglesia estaba a medias y consideraron dicho lugar como una señal para asentarse. A diferencia de los primeros ellos lograron terminar la iglesia por lo que fue nombrada San Braudel. A los años en los que la gente apenas se comenzaba a adaptar al lugar y su fauna, fueron desapareciendo o encontrados muertos. Los inteligentes –que fueron pocos– decidieron huir buscando un nuevo lugar y los testarudos cegados por su fe, murieron a los alrededores. Años después, y como si fuera un ciclo interminable, nuevas personas llegaron, los años habían pasado y la naturaleza se tragaba aquel dichoso lugar bendito. Solo que esta vez los nuevos estaban preparados, habían escuchando rumores de aquellos que huyeron de tal lugar abandonado y sin ser reclamado por el miedo. La voz comenzó a correr y la superstición a crecer como la intriga y la indiferencia. Ahora guiados por egocéntricos y con poder reclamando dicho lugar.

Estos eran escépticos, movidos por la avaricia y ansias de poder. Era la oportunidad perfecta para crear un nuevo pueblo. A comparación de los dos primeros, ellos si lograron crecer hasta convertirse en un pueblo. La confianza y el orgullo inundaba a las personas. Creían que eran especiales y se hicieron creer que estaban destinados a tener dominio de dicha tierra pues consideraban que solo los fuertes y líderes conquistarían. Duró un siglo, hasta que la historia volvió a repetirse. En cuanto la peste tocó a sus puertas, las muertes y desapariciones le secundaron. Era un horro caminar por el lugar donde las personas se encontraban con su cuerpo abierto por anímales, atrayendo a los cuervos. La idea más lógica para evitar sentir que eran indignos, fue decir que debían moverse pues la tierra era santa que no debía continuar siendo profanada; lo más sensato y como signo de respeto fue trasladarse al otro lado del rio. Por alguna extraña razón, la estabilidad encontró aquellos que aún sobrevivieron y que consideraron que lo mejor que podían hacer era iniciar de cero, con nuevos fundadores y  un nuevo nombre. Ravne Sted que significaba lugar de cuervos, ya que si aceptaban a las aves que consumían la carne, dándoles poder sobre su tierra no se atreverían en atraer la muerte en este nuevo hogar. Extrañamente funcionó y a partir de ese momento hasta la actualidad, no hubo otro incidente. Aun así, las generaciones que continuaron mantuvieron vivas las ideas y supersticiones en sus hijos y los hijos de sus hijos, prohibiéndoles cruzar pues aquel lugar era un cuento de terror para los niños antes de ir a la cama.

El día de hoy se corre la voz sobre la tétrica historia de la iglesia de Braudel y como no pudo proteger a sus pueblo. En lo personal se me hace una historia interesante y en efecto tétrica, pero es solo eso; una historia, un vestigio que hace interesante a un lugar y que se debe conservar de esa manera.
Solo vengo porque a diferencia de otros, lo veo como un lugar interesante y bastante cómodo para estar sola y terminar asuntos laborales que en el trabajo no he podido. Solo cuando mis primeras opciones han sido ocupadas, es entonces cuando hago el recorrido hasta acá. Con los años y para dar un cierto respeto y que fuera menos tétrico, se crearon estatuas sentadas en los asientos que estaban cubiertas con mantas. En lo personal lo hacía más tenebroso, pero eso ayudaba para que la gente no se atreviera a venir y  vandalizar. Si funcionaba. La primera vez que vine con Ronan, tuve escalofríos, pero una vez que caminé y analicé el lugar, el interés creció por su diseño arquitectónico y su trasfondo. El miedo dejó de ser un problema y sin darme cuenta venía cuando lo necesitaba.

Había avanzado mucho porque al estar tan solo podía leer en voz alta imaginado que les leía a las estatuas presentes. Descubrí que cuando necesitaba presentar algo frente a la clase y que se me dificultaba retener la información, venía aquí a practicar como mi público ficticio. Entonces podía andar de un lado a otro articulando con mis manos al ritmo de mi discurso para cuando expusiera, lo hiciera decentemente. Casi siempre venía cuando tenía alguna exposición o cuando de plano no había un lugar donde estar. Creo que fue por ese motivo que dejé de temer y tome este lugar abandonado como una zona de confort ante mi ansiedad al público.

Sin embargo, no sabía si eran mis nervios por exponer o solo era mi imaginación que me sentí observada desde ayer cuando salí del trabajo hasta llegar a mi casa. Hoy lo sentía de nuevo pero no le quise dar atención a mi instinto. Continúe leyendo y luego haciendo mis anotaciones para después tratar de memorizarlo frente a este encantador público del que nunca tenía réplica. Los adoraba por eso. Ellos eme hacían sentir que lo hacía bien. Una vez que termine comencé a practicar parándome en el medio, donde se supone debía ser el lugar del padre dando la misa. Comencé a practicar y claro que las primeras veces con errores y olvidando lo que continuaba después del primer párrafo.
—De nuevo. De nuevo —me decía a mi misma.
Y volvía a iniciar de cero. Una y otra vez hasta que dominara tres párrafos seguidos y fluyera como si en realidad dominara el tema. Estaba fluyendo bastante bien hasta que olvidé una maldita palabra haciéndome trabarme y desesperarme.
—¡Agh! Lo siento, lo siento. Volveré a iniciar de nuevo —le dije a mi público ficticio.
—No te preocupes, vas bien —escuché la voz de alguien entre algún lugar de los asientos.
Me sobresalte y pegué un grito de susto que de no ser porque este lugar se encontraba lo bastante lejos habría sido escuchada por todo el pueblo.
La risa de aquel extraño hizo eco por todo el espacio. Llevé mi mano sobre mi pecho como un intento de calmar las pulsaciones aceleradas de mi corazón. De no haber sido porque aún se conservaba una mesa de altar detrás de mi, estaba segura que me habría ciado de espaldas. Busque con la mirada los alrededores desesperada por encontrar al individuo que se ha atrevido a espantarme de esa manera. En seguida veo como tras la penúltima fila alguien levanta levanta la mano.

CHANGES [Matt & Chris Sturniolo] Where stories live. Discover now