Chapter Six: Heart

421 30 2
                                    

No sabía si estaba jugando para parecer más misterioso o si solo me tomaba el pelo. Cual fuera la posibilidad es que si de algo estaba segura era que algo en su mirada expresaba honestidad. Como si realmente lo dijera en serio, sin embargo, una vez que comenzó a reír y a preguntarme si podía escuchar música no le di más importancia o vueltas a la situación, solo le pasé los audífonos y en seguida Matt se los colocó sobre sus orejas y reprodujo el cassette. Me intrigaba saber su opinión y ver su reacción, esa pista tenía varias canciones de diferentes géneros: tanto metal como balada, pop y hasta rap. Era una clan mezcla de géneros y no tenía idea qué era lo que él escuchaba. Pero de pronto llegó gente al local y mientras yo atendía él escuchaba música sentado detrás de mi atento a la melodía.
Cuando los clientes se marcharon y volví mi atención a Matt, este había parado la canción pidiéndome saber cual era el nombre de la que se encontraba escuchando. Me pasó los audífonos y al segundo que la reprodujo supe de inmediato a cual se refería.
—Heart de Pet Shop Boys —le regresé los auriculares.
—¿De qué año es? —me preguntó curioso.
—Del 86.
—Imaginé que sería a finales de los 80's. Me ha gustado esta.
—El video musical también es muy bueno.
—¿Historia de amor? —enarca una ceja.
Sonrió de medio lado.
—Es una pareja de recién casados que llega a un castillo a pasar la luna de miel donde vive un vampiro. Este se enamora de la esposa y por alguna extraña razón ella de él, dejando al esposo por el vampiro —cuento y Matt me mira con una expresión seria e intriga.
—Vampiro. No me lo habría imaginado. —dice y baja la mirada— ¿Te gustan los vampiros? —me pregunta de pronto.
—Por supuesto. ¿A quien no? —respondí pensando que se refería a las películas.
—¿Crees que adapten bien a los vampiros? —me preguntó interesado por saber mi opinión.
—Hay buenas películas sobre ellos. Aunque no creo que el ajo y los crucifijos realmente sirvan verdad. Pero el mito del vampiro bueno —me quedo pensando unos segundos antes de proseguir— son buenas historias de terror. De todos los mitos, las brujas y el vampiro son los que se me hacen interesantes de ver. Criaturas de la noche que beben de sangre. —digo juguetona aunque Matt luzca no tan divertido— ¿A ti no te gustan?
—He visto unas que otras películas, cumplen con entretenerme... —hace una pausa y suelta un bufido de cansancio antes de proseguir— pero hasta ahí.
—Hay buenos libros que tratan sobre vampiros. Entrevista con el vampiro, El misterio de Salem slot, Soy leyenda (que por cierto estas dos ultimas cuentan con adaptación) Drácula, El tapiz del Vampiro.
—Los he leído —dice—. Cada libro que hable sobre ellos los he leído. Algunos son interesantes y otros creo que se alejan de lo que realmente son; depredadores no solo de la noche sino del día. Malditos por una larga e interminable eternidad.
—¿Crees que la eternidad es un castigo? —río por lo bajo— ¿No crees que sería interesante poder vivir sin miedo a morir?
—No cuando no eres libre y deambulas asesinando para sobrevivir. Creo que son criaturas malditas a vivir sin poder controlar su camino. Un vampiro nunca podrá tener una vida aunque se engañe a que si. No cambia el hecho que algún día lo que tuvo lo volverá a perder en un ciclo interminable que se repetirá hasta quien sabe cuando.
—No había pensado de esa manera. Puede ser algo solitario. —se encoge de hombros y yo por otro lado me pongo cómoda apoyando mi mentón sobre mi mano— ¿Crees en ellos? ¿Crees que existieron? —pregunté con miedo de sonar boba.
Matt me mira con atención.
—¿Si no, de dónde el mito habría surgido? Es como con las brujas. Su origen aunque sabemos que en la actualidad fue por culpa del machismo y condenaron a mujeres inocentes, siempre hubo personas que practicaron magia solo que de una manera más sigilosa. Pero de que existieron, lo hicieron.
—¿Donde están ahora?
—¿Crees que se rebelarían ante las personas de mente cerradas? Claro que no.
—¿Entonces dices que existe la posibilidad de que existan vampiros que se alimentan de sangre? ¿En nuestro día a día? —cuestioné con sarcasmo.
Tras un largo silencio en el que nuestras miradas se encontraban conectadas, respondió:
—Claro que no. Además, si existieran, no serían como Louis de Pointe —una pequeña risa se me escapó—. Si yo fuera un escritor y pudiera describirlos los consideraría como la dos cara de una moneda; bellos por un lado y monstruosos como un animal putrefacto por otro. —indicó con la mirada baja en el cassette.
Arquee mis cejas ante su brillante concepto.
—La belleza es como un cebo, ¿es lo que dices?
Asintió y luego volvió a elevar la mirada.
—Deberías de ser escritor —sugerí— Es una gran idea la que planteas. Sería interesante y quien sabe, tal vez popular.
—Tal vez. —dijo y por un segundo me dio la impresión de escuchar un tono decaído en su voz.
Alguien más llegó y mientras yo me ocupaba él continuó escuchando las canciones.
Las horas restantes la pasamos charlando y hablando de las películas que debería de ver. Me pidió que le hiciera una lista y eso fue lo que hice e incluso le hice saber que podía llevarse más de dos películas si así gustaba pero él se negó. No sé porqué pero no dio explicación y yo tampoco se la exigí. Mejor para mi si lo veía más seguido. Faltando media hora para las 8:00 decidí que era tiempo de cerrar para poder alcanzar la función. Matt me ayudó a cerrar y acomodar algunas películas en los estantes y después nos fuimos.
Cuando llegamos a taquilla quise pagar mi boleto pero él se adelantó impidiéndomelo. Entonces yo me apresuré a comprar las palomitas pero de nuevo él pagó, aunque en las dos horas de la película fui yo quien se las terminó mientras que él ni siquiera tomó una palomita. Aunque yo ya la había visto, estaba enfocada en la pantalla como si fuera la primera vez que la veía, incluso pude captar detalles que no vi en su momento, solo me acercaba a Matt para comentarle algunos detalles para que pudiera hilar y este con su completa atención en la trama solía abrir su boca en forma de O ante el dato que le proporcionaba. Por momentos lo veía de reojo para ver su reacción. Solo esperaba que le gustara y que se sorprendiera como me pasó a mi.
Cuando la película terminó me miró con una media sonrisa.
—Fue excelente —me dijo y yo no pude contener mi felicidad— Hubo un momento en el que pensé que la película se acabaría cuando Joe se entregó a la Policia. Me destanteó un poco porque no lo vi venir pero sabía que debía de haber más, esperaba que fuera así.
—Y así fue —concorde mientras caminábamos fuera de la sala.
Estábamos hablando de la película en la calle cuando de pronto, un coche rojo se detiene a un lado de nosotros. Disminuimos el paso y queriendo y no miramos de reojo al hombre que se encontraba en el volante.
—¿Theodora verdad? —me preguntó y cuando vi de quien se trataba, una incomodidad me invadió por mi cuerpo. Era el amigo de Jared.
—¿Si? ¿Qué necesitas? —pregunté pero sonando algo a la defensiva.
—Jared me mandó a buscarte —dijo con una sonrisa de satisfacción y lo único que pude pensar fue en que no quería ingresar en su coche pero las palabras no salían— Vamos, entra. Te llevare a casa. Te prometo no decirle a Jared que estabas con un chico —me dijo como si con eso me convenciera de ser el mejor sujeto de todo el mundo y confidente cuando ayer en la noche me desvestía con la mirada.
Mi corazón comenzó a latir pero de miedo pues no quería ir con él. No confiaba en su palabra y aunque podía ser cierto que Jared lo hubiese mandado, no habría sido para buscarme sino para entregarme.
Tragué grueso.
—No estoy lejos, gracias —decliné tratando de ser cordial pero dura.
—Además yo la estoy acompañando —intervino la voz de Matt en un tono determinado.
El amigo de Jared lo miró con una sonrisa divertida, casi cínica. Se veía fastidiado por su presencia.
—Nunca antes te había visto por aquí. ¿Cómo se que no le harás nada? Es una gran responsabilidad de mi parte dejar a la hija de mi amigo con un desconocido. ¿Qué le dire si algo le pasa sabiendo que yo pude hacer algo? —insistió y sentí coraje pues era de él en quien no confiaba.
—Si ella confiará en usted de inmediato se abría subido al coche, en cambio prefiere caminar con un extraño. Eso no me hace cuestionarme si realmente soy yo el que no es de fiar —ante mi sorpresa, su tono de voz era de enfado y amargo sarcasmo.
No supe en qué momento pero cuando elevé la mirada, Matt se había puesto un paso delante de mi como si me protegiera con su cuerpo. Vi como las manos del conductor se aferraban al volante, casi apretándolo ante la frustración de la insolencia del castaño.
—Mucha suerte con Jared —me aconsejo y enseguida puso andar el coche pisando a toda velocidad.
Solté un suspiro largo como si estos cortos mingos hubiese retenido la respiración.
Si Matt no hubiese estado a mi lado, se que por mi parte no habría sabido declinar. Lo hubiera intentado pero no sé qué tan dispuesto y determinado hubiese estado el amigo de Jared al estar voy sola. Dios. Me daba tanta vergüenza que hubiese presenciado algo como esto.
—¿En serio es amigo de tu padre? —me preguntó bruscamente. Aún con un ligero tono de enfado, casi de indignación.
—No es mi padre. Es mi padrastro —corregí de inmediato—, y si. Es uno de sus amigos —respondí y me cruce de brazos mirando la acera.
Matt no dijo nada.
—Te da miedo —me aseguró.
Pase un mechón detrás de mi oreja e hice una mueca con mis labios. No sabía si las palabras eran necesarias pues siento que el silencio confirmaba su suposición.
—¿Te ha hecho algo? —vaciló.
—Para nada. Solo es incómodo. —le asegure— Pero si hay algo en lo que tiene razón es que si Jared me ve llegando contigo, no le gustara.
—¿Y que hará? —preguntó y vi cómo entrecerraba sus ojos. Lucía serio. Casi molesto. Era una expresión que no me había tocado presenciar hasta ahora. No pensé que pudiera enojarse. Se veía como otra persona tan tranquila y risueña.
—Solo me regañara —mentí no por proteger al imbecil de Jared sino por pena de exhibir mi vida tan disfuncional delante de él.
Se mantuvo en silencio, observándome con detalle para después alzar sus cejas y desviar sus ojos al frente.
Le pedí de favor que no que me dejara delante de mi puerta aunque él estaba dispuesto hacerlo, de no haber sido porque casi se lo imploré haciéndole creer que no quería que me reprendieran. Él accedió y en la esquina de mi cuadra yo me alejé. Llegue a casa 15 minutos después de haberme encontrado al idiota del amigo de Jared. Este por supuesto que estaba esperándome en el comedor junto a mi madre. En cuanto cruzamos miradas pude ver que estaba jodida. Él se levantó de su asiento con una expresión de ira y se acercó a mí a paso lento. No pude retroceder, mis pies estaban plantados en el suelo como si de pronto fueran atrapados por cadenas. Si me movía le demostraría que tenía poder sobre mi. Entonces levantó la mano y me plantó una cachetada en la mitad de mi rostro tan fuerte que toda mi mejilla y la comisura de mi labio me ardía y dolía.
—Te advertí que no mortificaras a tu madre. Y no se quien era ese chico con por el que llegas a estas horas pero espero sea la última vez que sales con él. No es una buena influencia si no tienen respeto por las personas y te tira como una puta más a estas horas. —me reprendió y lo único que pude hacer fue apretar mi mandíbula para soportar y retener el llanto que estaba por explotar ante la impotencia que sentía.
No dije nada más y tras mirarlo con todo el odio del mundo, pase de largo directo a mi habitación no sin antes mirar de reojo a mi madre quien lloraba y tenía la mirada en la mesa sin poder encararme o hacer algo al respecto para ayudar a su hija.
Al cerrar la puerta detrás de mí con seguro, las lágrimas comenzaron a salir en silencio. Mi labio temblaba por no poder romper en llanto y contener el sollozo para evitar ser escuchada. Me acerqué al espejo e hice a un lado mi cabello para ver que tan mal se veía el golpe. Mi mejilla estaba roja como un tomate, aún podía sentir el hormigueo y su palma en mi piel. En la comisura de mi labio salía una fina línea de sangre la cual de inmediato traté de quitar con cuidado pues dolía. Sin duda me dejaría una cortada la cual tendría que cubrir o buscar una excusa creíble por si me preguntaban.
Deje que las lágrimas salieran hasta que ya no quedara ninguna y mis ojos se secaran. Me tumbé en la cama escuchando canciones de baladas pop para tranquilizarme y dejar atrás los minutos en el que cruce la puerta de casa. Me enfoque en recordar mi tarde con Matt, pero por alguna razón sentí asco de mi misma y no pude enfocarme en nuestro momento juntos. Fue como si sintiera que no era digna y que jamás lo sería para nadie. Él me ataría si, pero solo eso. Había hecho de él mi ligera esperanza que me hiciera salir del oscuro pozo en el que me encontraba. No permitiría hundirme porque no llegaría a ningún lado. Yo estaba feliz con su presencia y el haber pasado toda la tarde charlando como si fuéramos viejos amigos y solo quería aférrame a ese sentimiento y no soltarlo.

CHANGES [Matt & Chris Sturniolo] Where stories live. Discover now