Chapter Eight: The brothers

331 27 2
                                    

Mientras leía el libro que Matt me había prestado para la clase de historia, él escuchaba música en mi walkman. Se encontraba tan concentrado que parecía viajar en su propia mente en recuerdos lejanos de su vida, fue entonces cuando me pregunté, qué lo había traído a vivir a este pueblo y por qué. Este cuando se percato de mi mirada, sonrió y bajó los auriculares.
—¿Tengo algo en el rostro? —me cuestionó imitando el mismo tono de voz que yo.
—Me preguntaba que no sé mucho de ti y tu sabes demasiado de mi —respondí y fue entonces que puso stop a la música.
Se acomodó en su asiento y suspiró.
—No me has preguntado.
—No quería verme entrometida. —vacile— Solo se tu nombre. Es todo lo que se.
Enarcó una media sonrisa.
—Mi nombre es Matthew Bernard Sturniolo, nací el 1ro de Agosto y soy Leo.
—¿Bernard? —repetí conteniendo una risilla.
Matt puso sus ojos en blanco y pasó su mano sobre su cabello.
—¿Es todo lo que escuchaste?
—Y que eres Leo. —bromeé encogiéndome de hombros— ¿Por qué decidiste venir?
—Quería cambiar de aires. Iniciar por mi cuenta. Tener una vida...tal vez. —contestó sereno, algo melancólico.
—¿Tienes hermanos? ¿O eres hijo único?
Su expresión de diversión pronto se desvaneció. Sus ojos se veían vacíos y con una ligera melancolía.
—Dos hermanos. Pero no estamos en buenos términos desde hace algún tiempo...
—Lo siento. ¿Hace mucho que no se hablan? —pregunté con cautela. No quería que se sintiera presionado.
—Podría decirse. Cosas de hermanos —dijo esto último elevando su ánimo más para sí mismo que para mi.
—Tal vez algún día se arreglen. —le consuelo pues  puedo percibir cierta tristeza y añoranza al hablar de ellos.
Matt arquea las cejas con expresión de sarcasmo.
—A veces lo mejor es marcar un límite y estar lejos —dice con una agridulce sonrisa— Supongo que tú más que nadie lo entiende.
Me quedo muda pues me sorprende que pueda ser consciente de mi situación con tanta profundidad. Bajo la mirada y suelto un suspiro de cansancio.
—¿Eso fue lo que hiciste? ¿Huir? —le pregunto mirándolo en busca de su respuesta.
Matt asiente.
—Creo que fue lo mejor que hice —murmuró y esbozó una dulce sonrisa de consuelo.
—¿Quiere decir que vives tú aquí solo? ¿O te quedas con algún familiar? —le pregunto para cambiar de tema.
—Solo. Es casa de la familia. De hecho fue una de las primeras casas que construyeron cuando se mudaron del viejo pueblo. ¿Tal vez la conozcas?
—¿Te refieres a la antigua casona de saturno?
—¿La casa tiene nombre? No tenía idea. —dice divertido.
—Lo siento. Es solo que siempre ha estado sola. Bueno, había cuidadores pero hace 10 años nadie la habita. Creíamos que los dueños se habían mudado o fallecido. Se crearon cuentos para asustar a los niños y que comieran sus verduras. —le cuento.
—Es de mi familia. Ha estado por generaciones. Pero ahora que llegué, bueno. ¿Alguna vez has ido?
—No. Esta metida entre los árboles. Me da algo de miedo en realidad. —confesé.
Matt río.
—Te da miedo una casa pero no una iglesia en ruinas y maldita. Que ironía. —me reprocha y yo me encojo de hombros— ¿Quieres conocerla? —me pregunta.
Abro mis ojos con sorpresa.
—¿Lo dices en serio? —le respondo con otra pregunta.
—Si. Sería agradable llevar amigos a casa. Siempre estoy solo y aunque me guste estarlo, a veces se aprecia la compañía —me hace saber— ¿El fin de semana está bien? Podría ayudarte en tu ensayo, si te interesa claro.
—¡Si! Tengo curiosidad de conocer el tétrico lugar —respondí entusiasmada.
—Calmada no estás en una película de Wes Craven —eleva sus manos como si me tranquilizara.
Ambos reímos y continuamos pasando el resto de la tarde juntos. Volvió a esperar hasta que cerrara el local para después ofrecerse a acompañarme. Esta vez aunque en serio lo deseaba con todo mi ser, recordaba la advertencia de Jared. Lo último que quería era darle más motivos para cargarla contra mi o peor, contra él.
—Puedo volver sola —le hice saber tratando de sonar convencida.
—Aún así, no estaría bien —protesta.
—Pero no quiero que te desvíes.
—No hay problema. Me gusta caminar —sostuvo.
Me estaba arrinconando. Entonces entendí que mientras yo continuara negándome, él insistiría.
—No quiero causarte problemas —musité y rasque mi frente.
—¿Problemas a mi o a ti? —inquirió.
—A mi no me importa lo que me haga, solo no quiero arrastrarte a... —me interrumpí.
—¿A tu vida? —completó por mi.
Solté un suspiro y antes de que pudiera contestarle, un pequeño grupo de voces nos interrumpieron llegando de repente hacia nosotros. Eran Luca y Maddie que sonreirán divertidos.
—¡Matt! Es la segunda vez que te veo aquí. ¿Quieres acompañarnos a cenar? —le preguntó el rubio.
Aproveché la irrupción de ambos para despedirme y dejar a Matt con ellos. Fue la primera vez que me dio gusto ver a esos dos. No estaba segura si al castaño le importaría o no, pero ellos deseaban su compañía por lo que yo sobraba. Estuvo claro que a Maddie le atraía porque cada vez que cruzaba camino con él sonreía de una manera tan linda e inconsciente de su coqueteo hacia él.
¿A quien no?
Tenerlo de amigo era como una recompensa de la que no tenía idea de necesitar pero agradecida de tener. Solo temía que en algún punto mi situación la viera como una carga o un problema del que no deseaba tener que ver. No quería alejarlo pero para mantenerlo a mi lado debía de poner una barrera para protegerlo. Solo pedía no perderlo en el proceso, pues, si continuaba empujando podría alejarlo y no quería eso. Me daba vergüenza admitirlo pero en serio me gustaba tener su compañía. Era confortante y me hacía sentir que valía.
En mi camino a casa mientras escuchaba música el sentimiento de ser observada volví a sentirlo por lo que curiosa y con cierto sigilo miré a mis alrededores buscando con la mirada algún alma, sin embargo, no había nadie. No me agradó sentirme paranoica pero no encontraba una razón para sentirme observada. Ya era la tercera vez esta semana. Detuve la canción e hice a un lado uno de los auriculares para estar más atenta, entonces fue cuando escuché pasos secos cada vez más cerca de mi. Mire por mi hombro y entonces fue cuando lo vi aproximándose en mi dirección.
De inmediato volví mi vista al frente y tragué grueso pidiendo en silencio que fuera imaginación mía. Mi corazón comenzó acelerarse y por ende apresuré mis pasos. ¿Cuánto es que llevaba siguiéndome? Me pregunté tratando de mantener la calma pues tal vez era yo la que estaba sobre exagerando todo. Sería estupida si me desviaba a un rincón más desolado y oscuro, lo que debía de hacer era continuar mi camino aunque no hubiera alguien, era mejor pues si gritaba seria escuchada y si me desviaba, mis gritos quedarían en la nada.
Entonces su risa hizo eco y supe que me había alcanzado.
¡Mierda!
—¡Theo! Hermosa Theo —me llamó con una alegría que a mi me repugnó.
No me detuve, en cambio continúe caminando sin descender mis pasos. Me hice la idiota como si no lo hubiera escuchado. Tenía puesto los auriculares aunque la música estuviera en pausa, pero él no sabía eso. Sólo faltaban dos cuadras para llegar a casa y encerrarme. Solo debía de mantener el ritmo y no parar. Fue entonces cuando sentí un tirón en mi brazo haciéndome tambalear.
—¿Qué acaso no me escuchas niña? —me cuestionó Garrett con un gruñido. Se notaba molesto pero divertido por haberme alcanzado— Estas cosas los atontan más —renegó refiriéndose a mis auriculares.
Hice un forcejeo para zafarme de su agarre. Él entendió y me soltó.
—Si me disculpas, tengo prisa —dije ignorando su comentario.
—Te dije que Jared me pidió echarte un ojo. —sostuvo— Hoy no está tu amiguito de ayer. —dijo esto último con una satisfacción que lo único que deseaba hacer era escupirle en el rostro— Jared y tú madre no se encuentran en casa cariño, me pidió que viniera por ti y te echara un ojo para saber que llegaras bien a casa. —me hizo saber y solo pude pensar que debía de decir algo inteligente para zafarme de él.
—Pues estoy bien y dudo que a Jared le importe si estoy bien o no, así que deja las estupideces —dije mordaz y sin miedo de sonar grosera.
Continúe caminando pidiendo en mis adentros para que dé un modo u otro me dejara en paz.
—¿Por qué eres tan grosera? Solo quiero conocerte y que nos llevemos bien —dijo con una sonrisa carismática mientras intentaba seguir mi paso.
Puse los ojos en blanco.
—Yo no. Así que si no te importa, me gustaría que me dejaras. Gracias —sostuve en un tono más duro.
Este pegaba más su cuerpo al mío a lo que yo incómoda me apartaba cada vez más de él.
—¡¿Quieres apartarte?! si te vuelves acercar a mi sin mi consentimiento gritaré —le advertí.
Por fuera podía verme decidida y molesta pero por dentro estaba que me cagaba de miedo. Lo último que deseaba era ser arrastrada a la fuerza, porque admitámoslo, este tipo era el doble de músculo que yo por lo que no sería difícil tomarme del brazo, cubrir mi boca y aventarme a un lugar oscuro.
Aún con mi advertencia él no dejaba de seguirme. Parecía gustarle mi rechazo o simplemente sabía que me estaba acorralando. Por más que apresurara mi paso, él me alcanzaba en segundos y se volvía a posicionar cerca de mi, casi hombro a hombro aunque yo tratara de despegarme a él.
De repente sentí como una de sus manos tocaba uno de mis glúteos, apenas y fue un roce pero eso bastó para empujarlo como acto de reflejo con todas mis fuerzas.
—¡Te dije que me dejarás en paz!
Él en vez de verse molesto lucia satisfecho, casi divertido mientras que yo perdía los estribos.
—Deja de fingir. Se que te ha gustado. Ven, te prometo que lo disfrutarás.
De pronto escuchamos un gruñido que se asemejaba más a respiros entrecortados como de un animal con problemas de respiración. Garret y yo nos paralizamos de inmediato y miramos hacia una de las casas abandonadas a unos metros de nosotros. El sonido comenzó a incrementar en un susurro gangoso con lo que creí eran palabras de las que no entendí pues escuchar aquel sonido era como transportarme en una tremenda oscuridad, en un vacío del que no había escapatoria. Tragué grueso y casi quise llorar ante el terror que aquella voz infernal que salía de la oscuridad de aquella casa en ruinas y deshabitada me trasmitía.
Pude sentir como mi respiración se cortaba y de pronto. Nada. Hubo un gran silencio.
Abrí mis ojos como si volviera a la realidad tras una hipnosis, y aprovechando la distracción de Garret hacia el interior de la casa, me puse andar dándome a la fuga tanto de él como de aquella acera. No miré atrás, tan solo corrí y corrí lo más rápido que pude hasta llegar a la puerta de mi casa precipitada y torpemente.

CHANGES [Matt & Chris Sturniolo] Where stories live. Discover now