Chapter Fourteen: I was clinging to the only thing I had left

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La sonrisa no desaparecía de mi cara al grado de pensar que debía de lucir como una idiota. Matt se mantenía tan sereno que me era difícil de descifrar lo que pensaba o sentía. Estaba bastante ocupado jugando con Trevor que me daba la impresión que su confesión había sido tan solo una pequeña ilusión en un momento fuera de la realidad. Tal vez no decía más pero había momentos en los que su mirada azul se desviaba furtivamente de la cachorra hacia mi, entonces volvía a la realidad y comprendía que no lo había imaginado. Yo realmente le gustaba.
—¿Piensas acogerla en tu casa? —me pregunto.
Y de pronto la sonría se desvaneció.
—Quiero pero no puedo. Pensaba hacerle un lugar aquí, venir y checarla —le cuento con una expresión seria mientras observo a Trevor.
—Yo puedo quedármela. —se ofrece regalándome una débil sonrisa.
Mis ojos se abren ante la sorpresa.
—¿En serio? Matt, no sabes lo agradecida que estaría. Yo me encargaría de la comida y de lo que necesite —me apresuro a hacerle saber de los cuidados de la perrita.
—Esta bien, no te preocupes. Me será bien la compañía de Trevor. Además, podrás visitarla cuantas veces quieras a mi casa —agrega con una media sonrisa.
Trago grueso y puedo sentir la vergüenza invadiendo mis mejillas.
—Dijiste que no podemos ser novios. —le recuerdo.
—Pero nunca dije que no podía coquetearte —protesta con una sonrisa divertida.
—¿Es en serio esto? —le pregunto sería.
—¿Qué cosa? ¿Nosotros?
—Si.
Matt asiente.
Levanta su mano y la posa delicadamente sobre mi mejilla. Su acto me toma desprevenida a lo que me estremezco pero no me alejo, en cambio dejo que su palma fría permanezca en mi rostro.
—Es difícil de explicar pero, tú compañía es reconfortante. Llevaba un largo tiempo en el que había olvidado lo que es estar a gusto en la compañía de alguien. Vi el dolor en tus ojos ayer y supe en ese momento que te había lastimado. Pretendí que era lo correcto porque tuve miedo.
—¿Miedo?
—De no ser lo que esperas. Temo a decepcionarte.
—Matt, no. Eres la primera persona que me hace sentir segura, comprendida e importante.
—Me halagas, pero tal vez cuando me conozcas con profundidad tal vez te alejes. Temo a eso y lo último que deseo es aferrarme a alguien que se que perderé. Aún así, me arriesgo a vivir en el presente y no pensar en el futuro y las consecuencias de mis impulsos qué tal vez estén guiados por la soledad. No lo sé. —hizo una pausa para después desviar por unos momentos su atención de mí al suelo para después proseguir— Solo se que me hiciste sentir miedo.
—Nada me haría cambiar lo que siento por ti —le aseguré con una expresión determinada.
Su sonrisa se volvió débil y uno de sus dedos comenzó a acariciarme delicadamente.
—Hasta que llegue el momento haré lo posible por ser la persona que necesitas —me prometió.
—Puedes contar conmigo Matt. Lo que sea, yo jamás te juzgaré.
Tomé su mano en signo de apoyo.
Su sonrisa se aligeró y me miró con un destello de felicidad.
—Ahora puedes visitarme a mi casa con la excusa de ver a Trevor —comentó.
Asentí con una sonrisa.

Solo esperaba que el día siguiente llegara para poder ver a Matt y poder visitar a Trevor. Tal vez no éramos oficialmente novios, pero sentir que era correspondida me hacía sentir tan segura y feliz que los problemas a mi alrededor se convirtieron en insignificantes. Por primera vez, era mi vida y yo la manejaba. No era infeliz.

Cuando llegue a la escuela vi a Will sentado en las escalera con su atención puesta en  las páginas de un libro. Me acerqué emocionada tomando asiento a un lado de él con una dulce sonrisa. Este al ver mi presencia cerró el libro y me regaló una mirada perspicaz.
—Para estar deprimida no lo aparentas —me dice saludándome.
—Estoy bien —respondo con una sonrisa de oreja a oreja.
—¿Y Trevor? —me pregunta
—Con Matt.
—¿Con Matt? —arquea sus cejas.
—Con Matt —repito.
Will asiente aceptando pero no cuestionado.
—Espero ver a Trevor, de nuevo.
—Podríamos ir a casa de Matt y pasar un rato —sugiero.
—¿Ya has ido a su casa?
—Si, me ayudó con la tarea de historia.
—Cierto, el libro que me prestó para la clase de historia es muy interesante.
—¿Era lo que estabas leyendo?
—Si. Es sobre aquí. ¿Sabias que hace dos siglos cuando llegaron los primeros pueblerinos tenían una superstición cuando la gente moría?
—¿Qué clase de superstición?
—Cada vez que moría alguien le dejaban clavada un palo de madera en su pecho.
Le lanzo una mirada sarcástica.
—¿Cómo si fueran vampiros? —solté con una mueca.
—La gente de aquel tiempo tenía sus creencias muy raras. Ya sabes. Aún así es interesante, ¿no lo crees?
—Algo espeluznante pero si. ¿Qué más encontraste?
—Pues que pese a ser una tierra muy fértil les era muy complicado a los colonos el establecerse. Se cree en efecto de la existencia de un ser maldito que no permitía que nadie marcara sus tierras. Lo interesante del libro es que recopila archivos de 1693 a finales de 1800. El lugar fue habitado no en el siglo XVIII como nos hicieron creer sino en el siglo XVII. ¡Es increíble no!
—Es un dato muy interesante, la verdad.
—Si. Estoy muy emocionado e intrigado.
—Hola —saluda Matt.
—Hey —saludo con una enorme sonrisa.
—Hola, Matt. Justo estaba hablándole del libro que me prestaste. Es increíble —le hace saber Will.
La sonrisa del castaño disminuyó pero solo al grado de poder notarlo yo, ya que si no lo observara tanto, pasaría desapercibido.
Solo fueron uno segundos en los que llegué a percibir incomodad en su mirada.
—Es bueno que te haya servido —comenta— Por cierto, Trevor pregunta si quieres ir a verlo saliendo del trabajo —me pregunta.
—¿Trevor? Claro. ¿Vendrás a trabajar después de clases no?
Matt asiente.
—¿Desde cuando trabaja en el videoclub? —interviene Will con una mirada curiosa.
—Desde la semana pasada —responde con una divertida sonrisa.
Entonces recuerdo algo.
Me acerco a Will lo suficiente como para evitar ser escuchada por el oído de Matt pero sin tener que verme tan sospechosa.
—Will, la cinta —le recuerdo— ¿la traes contigo?
Will me lanza una mirada confusa.
—Claro que no. Esta en la tienda.
—¿Qué hace en la tienda? —gruñí por lo bajo.
—Si tú ni te acordabas menos yo. —protesto.
Solté un suspiro de resignación.
—¡Bien! Pasaré por ella en la tarde.
—Por cierto, tú y Matt ahora son... —arqueo una ceja insinuando algo.
—No. Pero estamos bien. Luego te digo.
—¡Oh, la juventud!
Puse los ojos en blanco y le di un leve codazo al rubio.
Luego miré a Matt que curiosamente lucia serio y absorto en sus pensamientos como si algo de pronto le molestara. Se había quedado atrás de nosotros pues su pasos descendieron sin haberme percatado, en seguida se detuvo y miró sobre su hombro como si buscara a alguien detrás suyo.
Ladeé la cabeza e imite su acción esperando por él mientras Will continuaba  adentrándose al pasillo. Matt se mantuvo en la entrada con la mirada a los alrededores, después comenzó a olfatear con una expresión de concentración como si oliera algo desagradable. Imite su acción en busca de algún olor peculiar, pero no percibí nada. No era la primera vez que él hacía esto.
Sin darme cuenta, mis pies se pusieron andar hasta llegar a su lado donde puse mi mano sobre su hombro sacándolo de su burbuja. De inmediato me miró y esbozó una sonrisa nerviosa.
—¿Todo bien? —le pregunté.
—Si. Por supuesto. Debemos ir a clases —me dijo y se puso andar alejándose de mi.

Presente
Mis lágrimas escapaban una por una sin tener intenciones de limpiarlas. Estaba demasiado aturdida, confundida y asustada como para reprimir mi llanto. Mis manos temblaban al igual que mis labios para evitar soltar sollozos. ¡Dios! No sé en qué momento todo se fue a la mierda. ¿Cómo habíamos llegado a esto? ¿Qué haría ahora?
—Theo, si tan solo pudieras recordar, cualquier cosa. Aunque sea mínimo.
Entrecerré los ojos cansada.
—Ya les dije...que no lo se —respondí conteniendo la exasperación.
Tragué grueso.
—Si, lo sabemos. Pero si no nos dices nada no podremos ayudarte.
—¡No lo recuerdo! ¡Qué no lo entiende! —exclamé mirando con ira a la detective— No lo se. En serio no sé —mi voz se quebró y el llanto continuó impidiéndome continuar— No sé dónde está o qué pasó. —dije entre sollozos al tiempo que apretaba con fuerza la cadena de plata que hacía en mi mano.
Escondiéndola en mi puño pues no permitiría que me la arrebataran. Era lo único que tenía de él y si se las entregaba, la mantendrían como evidencia.
No podía permitir que supieran. Quería saber que se encontraba bien pero no a costa de exponerlo.
Lo que había testificado era verdad. No sabía nada. No recordaba lo que había pasado. Solo sé que me encontraron en algún lugar del bosque, cerca de la iglesia llena de lodo y tirada sin noción del tiempo y con la mente en blanco. Sabía que había pasado algo pero no tenía idea qué. Me dolía y desde ese momento no había parado de llorar.
Apreté con fuerza la cadena aferrándome a ella porque pese a no tener idea de lo sucedido, presentía que esto era lo único a lo que me debía aferrar.

Debí de haberme percatado de esos pequeños momentos en los que lo observaba con detenimiento que algo le perturbaba. Debí de haber sido más lista y saber que cuando me respondía que estaba bien solo era mentira. Debí de haberme hecho a la idea que sus palabras aunque eran sinceras escondían mentiras blancas para mantenerme en calma. No debí dejarme engañar y creer que siempre estaría a mi lado. Me engañó pero yo también me engañé porque quise creerle aunque en mi interior tenía dudas. Creo que siempre me lo advirtió pero no quise verlo.
Ahora estaba sola y él en quien sabe donde.
—¿Me puedo ir?

CHANGES [Matt & Chris Sturniolo] Where stories live. Discover now