CHANGES [Matt & Chris Sturniolo]

Chapter Thirty Eight: We can't go Back to What we Were

Cuando abrí mis ojos lo primero que vi fue que me encontraba en una habitación que sin duda no era de Matt o mía. Tuve que parpadear varias veces para poder adaptar mi visión en la oscuridad del cuarto. Entonces vi una sombra parada frente a la ventana.
—¿Chris? —lo llamé e intenté incorporarme en la cama.
De inmediato él me miró y llegó hasta mi lado con una expresión de preocupación.
—Theo. ¿Estas bien? —me preguntó.
—¿Donde estamos? —respondí con otra pregunta mirando de un lado a otro.
Se mantuvo en silencio por unos segundos antes de responder:
—Lejos de casa.
—¿Por qué? —junté mis cejas.
—Nick te habría matado en cuanto te escuchara respirar. ¿Que sucedió allá? ¿Qué fue todo eso? —me preguntó y posó su mano en mi hombro.
Tragué grueso, de pronto sentí como si el contacto de Chris me quemara. Él se estaba portando con tanta consideración que sentí que no lo merecía. Mis ojos se cristalizaron y no pude contener las lágrimas que comenzaron a resbalar por mis mejillas.
—Hey, tranquila...tranquila —me dijo.
Negué con la cabeza.
—Algo está mal, Chris —le dije entre lágrimas y con desesperación en mi tono.
Este me miró con desconcierto y confusión.
—Dime. —demandó pero en un tono suave.
Se notaba que estaba haciendo lo posible por hacerme sentir que podía confiar en él y que no me juzgaría.
—Chris, yo... —intenté decir pero mi voz se quebró y aferré mis manos en sus brazos.
Podía sentir el nudo formarse en mi garganta impidiéndome hablar. Tenía miedo de confesarle lo poco que había visto pues, temía que lo que fuera salir de mi boca Chris me dejaría.
No entiendo por qué pero me importaba su compañía. Tenerlo aquí a mi lado me hacía sentir bien, no entiendo en que momento comenzamos a cambiar pero lo habíamos hecho sin habernos dado cuenta. Su apoyo y su manera tan sutil de acompañarme en los peores momentos fue lo que me hizo comprender su manera de ser y que solo debía de conocerlo para darme cuenta que era alguien que solo amaba a sus hermanos y que temía querer a alguien que no compartiera lazos sanguíneos.
—¿Pudiste verlo? —le pregunté a lo que él juntó sus cejas sin soltar una palabra.
Observé como tragaba grueso y apretaba su mandíbula aceptando en silencio.
—Solo vi lo que tú viste; fragmentos —respondió tras varios segundos después.
—¿Por qué me siento usada y enfadada? —le pregunté sin poder comprender esos sentimientos— Estoy llorando pero de impotencia, Chris. No lo entiendo. Algo cambio en mi al ver aquellas piezas de recuerdos y...y... Necesito pegar las piezas —le hice saber en un tono decidido aunque las lágrimas aún se desbordaban de mis ojos.
—No... —intentó protestar.
—Por favor. —supliqué— Ahora más que nunca me siento perdida. Fuera de lugar... ¿lo entiendes? Yo sé que si, pues jamás me sentí tan comprendida hasta que te conocí —admití.
Chris abrió un poco sus labios sin apartar sus ojos de los míos.
Hizo un suave cabeceo en afirmación.
—Entonces observa y ayúdame —le supliqué en un susurro que solo él pudo escuchar.
Apretó sus labios y dulcemente moví sus manos hacia mi rostro donde el no hizo nada por apartarlas. Tan solo se permitió sentir mi piel húmeda sobre la palma de sus manos.
—En cuanto vea que te duele, me detendré y lo dejaremos ahí —demandó en un tono severo para hacerme saber que hablaba en serio.
Quise preguntarle "¿Qué pasa contigo Chris?" Mientras lo observaba con curiosidad, este solo me miraba con congoja y temí escuchar la respuesta. Su contacto en mi rostro no me era incómoda, de hecho, me hizo sentir tranquila y que todo estaría bien.
En este momento, en él que ambos nos encontrábamos solos y en el que nuestras respiraciones chocaban una con la otra, todo estaría bien. Confiaba ciegamente en Chris y lo que fuera a suceder después de aquí, no volveríamos a ser lo que fuimos.