Chapter Twenty: I don't think I'm sure I want to Know

287 24 11
                                    

Tragué grueso. Leer esto me hacía sentir que lo había leído en algún otro lugar pero no sabía en dónde. Me sumergí tanto en el libro que continúe leyendo incluso cundo la clase se acabó y me encontraba en la siguiente asignatura. En el receso aproveché para volver a la biblioteca y buscar aquel libro sobre la historia de la iglesia, algo me decía que algún dato que me resultaba familiar debí de haberlo leído ahí antes pero nada en específico como este curioso libro que Maddie me había ofrecido amablemente.
—¿Qué haces aquí? —me preguntó llegando Matt de la nada.
No lo escuché venir por lo que solté un brinquito de susto.
—¡Dios! Me espantaste —lo regañe llevándome mi mano a mi pecho.
Matt esbozó una media sonrisa divertida por mi reacción. Se notaba que no había sido su intención.
—Lo siento, pero de pronto ya no te vi. ¿Qué te tiene tan distraída? —me preguntó curioso mientras se acercaba a mi.
Tragué grueso sintiéndome nerviosa.
—Solo un libro...de historia —respondí viendo como su rostro se acercaba al mío con intenciones de besarme.
Mi corazón comenzó a latir rápidamente en signo de emoción. Podía sentir su respiración golpear mi nariz.
—¿Un libro? Vaya, primero Trevor y ahora un libro que relata hechos del pasado —susurró.
—Es muy interesante...tal vez te guste —dije sin tener idea de lo que mi boca soltaba.
—Mhm... —musitó y sus labios rozaron los míos con suavidad, y pudimos haber profundizado el beso de no haber sido porque perdí control de mi mano y dejé caer el libro al suelo que hizo un ruido sordo al caer sobre la madera.
Mi torpeza interrumpió lo que pudo haber sido nuestro tercer beso. De inmediato se alejó riendo por lo bajo y se inclinó de puntillas para juntar el libro. Cuando se incorporó para entregármelo, al posar su mirada en la portada del libro, su mano se aferró al pequeño libro viejo y con curiosidad y horror lo miró.
—¿Cómo encontraste esto? —me preguntó aunque sonó más como a una demanda.
—...Pues...yo... Maddie me lo ofreció. Creyó que me ayudaría con la clase o mi trabajo.
—¿Maddie? —cuestionó sin creerlo.
—¿Conoces el libro? —le pregunté.
—Algo así. Es...muy difícil de conseguir solo... hace mucho lo leí. Es muy interesante aunque muy fantasioso. —dijo esto con algo de dureza en su tono.
—¿Se te hace? A mi me parece que tiene una investigación profunda. Incluso té hace pensar que existen las brujas y...
Matt me miró en silencio y con seriedad.
Ambos intercambiamos miradas y de pronto sentí como si acabara de hacer el mayor descubrimiento. Bajé la mirada a mis pies debatiéndome si preguntarle o no. Me sentía una idiota por si quiera considerar la posibilidad de algo tan infantil. Era como si preguntara si Santa Claus existe, así de idiota me veía.
—Por imbecil que pueda sonar... —hice una pausa y me atreví a echar una mirada rápida a mis alrededores en donde pude escuchar unos cuantos pasos, así que tomé su cuello y lo atraje a mi cuerpo en un abrazo.
Pude notar que estaba confundido pues tardó en corresponder a mi contacto. Al estar cerca de su oído aproveché para que solo él me escuchara.
—Matthew...¿por cuanto siglos has vivido? —le pregunté mientras acariciaba su suavemente su espalda.
Sus músculos se tensaron, pude sentirlo pos sus brazos que se aferraron a mi cintura con algo de fuerza. Hubo una larga pausa y por un momento pensé que no me había escuchado hasta que...
—Tres siglos —respondió.
Solté un suspiro largo y profundo. Casi tenía ganas de llorar pero cerré mis ojos con fuerza para evitarlo.
—¿Lo que me dijiste ayer...no era mentira, cierto? —le pregunté aguantándome las ganas de soltarme a llorar.
—Fui honesto. Pero cuando vi tu expresión me arrepentí —me confesó.
—¿Por qué no lo niegas? ¿Por qué no me haces creer que estoy llevando mis fantasías lejos? —le cuestione y mi voz se quebró.
—Porque no es justo hacerte creer que estás paranoica. ¿Qué clase de persona sería si te hiciera creer que estás loca cuando en el fondo se que tienes razón? Simplemente no puedo.
—...Matt —vacile y las lágrimas comenzaron a salir en silencio a lo que escondí mi rostro en el hueco de su hombro.
—Es la relación más corta que he tenido en toda mi vida —dijo a lo que yo me aparté abruptamente de él para encararlo.
—¿Qué quieres decir don eso? —le cuestione mirándolo perpleja.
Matt lucia confundido.
—¿Estas terminando conmigo...no?
Lo miré ofendida.
—¡No! —exclamé a lo que en seguida tapé mi boca al darme cuenta que acababa de gritar— No. Yo no estoy terminando contigo. No te mentiré y diré que esta súper bien toda esta situación porque... Pues no hay una lógica que explique que existes. No tu, sino lo que eres ¿Me explico? —dije toda apresurada y con las palabras atropelladas.
Matt tan solo me observaba en silencio.
—¿Quieres continuar conmigo...aún conociendo lo que soy? —me preguntó curioso.
—Matt... —me recargué en el estante y lo miré con una expresión cansada casi derrotada— estas muerto y aún así te quiero. ¿Estoy loca por eso? —le pregunté con lágrimas en los ojos.
El alivio en los ojos de Matt me dijo todo lo que tenía que saber. Él también tenía miedo de mi. De lastimarlo y abandonarlo.
—Creo que ambos estamos retorcidos —agregó con una débil sonrisa mientras tomaba mis manos.
—¿No me estás tomando el pelo? ¿No serás uno de esos raros que se creen? —pregunté para cerciorarme mientras limpiaba las lágrimas de mis mejillas.
—Tristemente no. Soy lo que soy pero no como tú crees que soy —me hizo saber bajando la mirada como si tuviera vergüenza.
De pronto atrajo mi cuerpo al suyo y tan solo fue una excusa para poder comunicarse sin que nadie más nos escuchara.
—¿Qué quieres decir?
—...Mi verdadera forma no es esta.
Me aparte un poco y elevé el rostro para mirarlo. No sabía que decir, así que lo único que pude hacer fue rodearlo en un fuerte abrazo dándole mi apoyo.
¿Tenía miedo? Si. No lo negaré, pero como le había dicho a Matt hace horas, lo quería por lo que era no por lo que creía ser.
—¿Significa entonces que yo envejeceré y tú seguirás igual de atractivo? —bromee para romper el hielo.
Pude escuchar un resoplido salir de su boca.
—Así es —respondió en un tono cínico a lo que pellizque sus costillas haciendo que este se alejara de mí con una sonrisa juguetona. Después volvió acercarse a mi solo que esta vez tomando mi rostro con delicadeza para plantarme un péquelo y tierno beso en los labios.
Pudo haberse prolongado de no haber sido interrumpidos.
—¿Ahora la biblioteca es su lugar de encuentro? —cuestiono burlesco Will.
Ambos nos apartamos de inmediato llenos de pena y sin saber cómo reaccionar.
Mi amigo se cruzó de brazos y nos miró a cada uno como si fuera un padre descubriendo a su hija besando al novio delante de la puerta de la casa.
—¿Qué haces aquí? —le pregunté pues fue lo primero que se me vino a la mente.
Pude sentir como la mirada de Matt se posaba en mí con incredulidad mientras que Matt entrecerraba sus ojos juzgándome.
—¿En la biblioteca? No lo sé. Creí que era el baño —soltó con sarcasmo.
Puse los ojos en blanco.
—Matt y yo estamos saliendo —dije al fin y ahora Will fue quien puso los ojos en blanco.
—Si, creo que eso lo capté. —respondió juguetón— Y ya que los encuentro a ambos, los invito a la casa para una noche de pizza en mi casa, solo que no se anden besuqueando cuando yo esté cerca, ¿quieren? —nos advirtió a lo que ambos aceptamos con una risa— Maria se pondrá feliz —dijo más para sí que para nosotros— ¡Y tengan pudor! Es un espacio público —nos señaló con reprobación.

Aún con la confesión de Matt y lo que sabía que era en realidad, en vez sentir que lo entendía todo, estaba más confundida y con preguntas en mi cabeza las cuales deseaba tener las prepuestas. De hecho, el libro realmente relataba la existencia de criaturas mitológicas, leyendas urbanas, de mitos... ¿era posible que todos esos cuentos que creíamos eran pura fantasía pudieran ser basados en hechos que ocurrieron en esta vida tan mundana y simple?
Quería saber más, si los vampiros existen, significa que a como el libro anónimo lo relata no son como los vemos en las películas. Cazan para subsistir y atraen a sus presas en la oscuridad de la mitad de la nada para después comer su interior.
Viven en los cementerios...son carroñeros...
¿Donde he leído algo así? ¿Donde? No fue en este libro sino que fue en otro lado. Un pueblo. ¿Una noticia?
Mis pensamientos se vieron interrumpidos cuando la campana de la puerta de entrada sonó. Estaba a punto de soltar un "bienvenido" cuando vi que se trataba del oficial Lane. Matt se encontraba ayudando a una clienta con una película en en los estatuyes de romance, aún así, su mirada viajó directamente al oficial el cual no perdió su oportunidad para devolver el gesto con un suave cabeceo en forma de saludo.
Tragué grueso.
Ahora que estaba al tanto de la naturaleza de Matt no podía evitar sentirme nerviosa, y es que no fue hasta que él oficial Lane se cruzó en mi panorama que recordé los sucesos de la noche anterior. Ahora que lo volvía a recordar no pude evitar preguntarme si aquello que vi en el bosque ¿podría estar ligado a él? Luego la mano...
Mis ojos de pronto viajaron hacia Matt quien me miraba de reojo, atento.
—Oficial Lane, buenas tardes —lo saludé con amabilidad.
—Buenas tarde Theodora. No te preocupes, no vengo como oficial sino como alguien que busca no perder la membresía —agrego de inmediato y dejo sobre el mostrador una caja de película.
—Tan solo dos días de que vino su esposa —le dije mientras tomaba la película y tecleaba la computadora.
Sabía que no solo venia a entregar la película, era una excusa para venir y continuar con el interrogatorio.
—Veras, no quiero causarte problemas Theodora. Presentarme en tu hogar no me pareció lo adecuado y llegar a la escuela buscándote sería aún peor. He tratado de mantenerte en el anonimato de los periódicos pues una vez que se enteren que tú fuiste la joven del bosque te asecharan —me hizo saber en un tono bajo para que solo yo pudiera escuchar.
Aunque apreciaba su protección, no podía doblegarme y bajar la guardia pues podría poner en riesgo a Matt. Ahora más que nunca no podía decir las cosas sin pensarlas dos veces.
—¿Es de él? —le pregunté por lo bajo y sin mirarlo a los ojos— ¿Es de...Garret? —solté al fin aunque me costó pronunciar aquel nombre pues cada vez que lo escuchaba salir de la boca de otras personas o de la mía se formaba un nudo en mi garganta.
—De todas formas lo sabrás mañana. —dijo derrotado— No. No pertenece a Garret —comentó y dejé de teclear la computadora para mirarlo.
—¿Eso qué significa...?
—¿Qué crees que significa? —me respondió con otra pregunta.
Sigilosamente miró sobre su hombro hacia la dirección donde Matt se encontraba.
—¿Llevará otra película...oficial Lane? —le pregunté atrayendo su atención a mi.
Este me miró y esbozó una suave sonrisa.
—No. Por el momento no. ¿Tiene un en canto con la clientela verdad? —me dijo refiriéndose a Matt.
—Desde que trabaja aquí siempre hay clientes a todas horas. —le hago saber.
El oficial Lane musitó y por unos segundos su atención se posó en mi libro, lo observó curioso, y tras hacer un suave cabeceo se despidió.
Solté un suspiro y apoyé mis manos sobre el mostrador.
Mire una película que acababan de devolver y en seguida la tomé para salir corriendo de la tienda y poder alcanzar al oficial Lane.
—¡Oficial Lane! —le grite antes de que pudiera alejarse más.
Este de inmediato giró sobre su talón y me miró corrido.
—¿...Theodora?
—Se le ha olvidado su película —le extendí la caja negra.
Sus ojos mostraron confusión e intriga.
—¿Película? Pero yo no... —intentó decir pero le hice una expresión para que captara la indirecta la cual rápidamente entendió pues nos encontrábamos en la calle con los ojos curiosos de los demás.
—Esto tal vez pueda sonar tonto, pero por qué parece tener tanta desconfianza de...
El oficial elevó la mirada. Sabía a quien me refería.
—No confió en personas que no son del pueblo. Es una precaución.
—Me parece que su precaución tiene un por qué —indiqué.
—En todo pueblo hay un Colleman. —dijo y yo junté mis cejas sin comprender— Tal vez entiendas mi inquietud si investigas el año 1986. Encontraras algo en la web. Nos vemos, Theodora —se despidió y elevó la película en signo de despedida.
Cuando volví a la tienda mis ojos viajaron directo hacia Matt. Lo único que pude hacer fue preguntarme si realmente quería encontrar las respuestas a mis dudas. De pronto ya no estaba segura de querer saber.

CHANGES [Matt & Chris Sturniolo] Where stories live. Discover now