21.

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"¡El lord está intentando matar a su propia gente!"

"¡El lord quiere matarnos!"


"¡Pero no es así!" gritó Luisen.


"¡Dadnos pan!"


"¡Abrid las puertas!"


"Mi lord, vámonos. Usted no tiene que lidiar con cada turba violenta o disturbios", dijo Ruger. "¡No somos una turba violenta!"


Absolutamente demente. ¿Por qué estos aldeanos oían tan bien a Ruger? Luisen sintió que estaba a punto de volverse loco.


¿Por qué había resultado así? Hasta hace un momento, Luisen había estado disfrutando de un tranquilo paseo.


"Por favor, monte en su caballo. Primero tenemos que salir de aquí", dijo Ruger.


Luisen intentó montar el caballo como Ruger le pedía. Sin embargo, el caballo seguía apartándose; los pies de Luisen no alcanzaban los estribos.


"¡El lord intenta huir!". Los que vieron a Luisen intentando montar el caballo se agolparon más cerca en un último esfuerzo por llamar su atención. Cuando Luisen intentó abrirse paso entre la multitud a lomos del caballo, la gente se abalanzó sobre él, asustando al caballo.


¡¡¡Neigh!!!


El caballo sacudió el cuerpo y levantó los cascos delanteros. Luisen, que estaba a punto de sentarse en la silla, fue arrojado al suelo.


¡Nngh! El impacto hizo que el cuerpo de Luisen se encorvara. En ese momento, algo afilado voló hacia él.


Por reflejo, Luisen blandió su mano derecha.


¡Clank!


Algo rebotó en el pequeño pero duro escudo que había creado el brazalete. El ruido metálico sonó como una daga.


¿Qué? ¿De dónde ha salido esto? ¿Quién lo ha hecho? Luisen levantó la vista sorprendido, pero ya estaba rodeado por todos lados por aldeanos agitados.


Ah....


La gente le miraba con desprecio. La luz del sol entraba por detrás, creando sombras oscuras en sus rostros. Decenas de ojos, todos con los capilares reventados, se clavaron en Luisen, penetrando al joven lord con sus miradas.


Gente hambrienta y furiosa.


En su vida pasada, este tipo de gente había estado en todas partes. Luisen, impotente tras vagar como mendigo, era presa fácil para ellos. No importaba si estaba mendigando, trabajando, o simplemente de pie y existiendo, a menudo lo golpeaban hasta dejarlo medio muerto, rodeado, al igual que en esta situación, por una multitud volátil.

Las  circunstancias de un señor caídoWhere stories live. Discover now