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'¿Nos están siguiendo? Está de broma, ¿no?'.


Cuando Luisen puso cara de duda, Carlton sacudió ligeramente la cabeza.'¿En serio nos están siguiendo?'


Justo cuando el joven señor estaba a punto de mirar hacia atrás, la mano de Carlton se lo impidió. "Mira hacia delante y, por favor, sigue detrás de mí con naturalidad".


Carlton cogió algo al azar del puesto, lo pagó y siguió con naturalidad. Luisen caminaba al compás de los pasos del mercenario, pero su cuerpo parecía tallado en madera. Al menos su ropa era relativamente holgada, de lo contrario se habría notado su torpeza.


Carlton, incapaz de soportar aquella rigidez, rodeó con sus brazos el hombro de Luisen. Sinceramente, el joven señor se sentía más cómodo así.


El mercenario miró disimuladamente a su espalda. Aceleraba y ralentizaba a propósito a intervalos aleatorios, intentando pillar desprevenido a su oponente. El hombre que le seguía parecía algo torpe mientras se tambaleaba: no parecía ser un rastreador profesional.


No es nada especial". Carlton dobló la esquina a toda velocidad. Empujó a Luisen contra los duros ladrillos de piedra y pegó también su cuerpo a la pared. A continuación, sacó una pierna y puso el pie en el hombre que corría tras ellos a toda prisa. Simultáneamente, agarró el brazo del hombre, lo dobló por detrás de la espalda y presionó sus rodillas contra la cintura del hombre. "¡Ack!"


De un solo golpe, el mercenario dominó al hombre que les seguía. El hombre forcejeó, pero Carlton no se movió ni un milímetro y, en su lugar, lo inmovilizó con más fuerza.


"¿P-Por qué haces esto?"


"¿Por qué? Eso es lo que yo debería decir. ¿Por qué nos sigues?"


"¡¿Qué quieres decir con siguiéndonos?! ¡Ack! Primero, suéltame el brazo..." El hombre negó mientras saltaba. Carlton golpeó al hombre en la cabeza, advirtiéndole que no armara jaleo. Luisen miró más de cerca su expresión de dolor. '¿Eh... esa persona...?'


'La cara de ese hombre me resultaba familiar. ¿Dónde lo he visto antes? No fue difícil recordarlo: Luisen lo reconoció rápidamente con un momento de contemplación.


Este hombre, conmovido por la trágica historia del joven señor, víctima de un fraude, fue quien le compró un billete a su lloroso yo en la línea temporal anterior. Fue alguien que causó una impresión duradera, ya que fue la primera persona que ofreció algún tipo de buena voluntad después de que el joven señor fuera rechazado y despreciado tras su caída en desgracia. Luisen pudo superponer mentalmente el rostro de aquel hombre y encima de este, estaba seguro de que se trataba de la misma persona.


'Creo que, por aquel entonces, esa persona dijo que era un mercader'...


En cualquier caso, aunque era la primera vez que Luisen se encontraba con este hombre en esta línea temporal, era un alivio ver el rostro de un buen hombre. El joven lord estaba seguro de que debía de haber algún tipo de malentendido.

Las  circunstancias de un señor caídoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora