•°Inazuma Eleven°•[Paolo Bianchi/Fidio Aldena x Oc]

EPÍLOGO 2

Pov Narradora

—Anissa, amore mío, cálmate, ya verás que habrás aprobado.

La nombrada dejó de caminar en círculos por el salón, volteando a ver a su novio en la cocina. Mientras que Fidio estaba terminando de preparar la cena, un plato de gnocchis con salsa pesto. Le daba la espalda, pero él conocía tan bien a su chica que sabía que estaba a punto de tirarse de los pelos de los nervios que sentía. Por eso el menú de aquella noche era aquel plato de pasta hecha con patata. Cuando Anissa visitó Italia la primera vez y probó los gnocchis lo declaró como su comida favorita, junto a los cannolis. Y ahora que ella estaba tan nerviosa, había decidido hacer la receta para ayudar a calmar sus incontrolables nervios.
Oliendo el buen aroma que procedía de la cocina, Anissa se encaminó allí. La boca se le hizo agua al saber lo que iban a cenar, pero se centró en mirar a Fidio, con el entrecejo fruncido mientras inclinaba su cuerpo encima de la encimera de piedra.

Habían pasado tres años desde que Anissa se había mudado a Italia para estar con Fidio, tras haber sido aceptada en la academia policial. Los dos se habían ido a vivir juntos en un segundo piso, era pequeñito pero bastante acogedor. Solo tenía una habitación, la que ambos compartían, dos baños (el suyo y el de invitados), un balcón, el salón y la cocina. No era mucho, pero ambos estaban a gusto en aquel que era su hogar.
Ellos habían crecido. Anissa siempre se preguntaba como era posible que su novio fuese cada vez más guapo, cada vez que le veía se quedaba más prendada de él. Se había cortado el cabello y se lo había peinado de un modo distinto, aunque manteniendo el estilo inicial. Llevaba el pijama, que hacía conjunto con el de ella. Anissa no había cambiado mucho, era más alta, su cuerpo era más el de una mujer más adulta, formado por el ejercicio al que se sometía diariamente. Su cabello había crecido más, continuando con aquel largo que le llegaba hasta el culo.

—¿Cómo estás tan seguro de ello?

—Porque una persona tarda cuatro años en graduarse de la academia policial, tu tres. Has roto todos los récords, cualquier cadete aspira a ser como la famosa cadete Endou. —comentó con calma, haciendo que ella realizase una mueca.

Toda la academia la conocía por su capacidad para superar récords en las disciplinas de entrenamiento. Por eso mismo sus superiores le habían permitido adelantar su formación si ella superaba los exámenes pertinentes.

—Pero ya sabes que como no apruebe el examen de leyes no voy a graduarme. ¿Y si no lo apruebo? ¡Odio leyes! Si después yo soy la primera que las infringe. —se quejó.

(N/A:No seáis como Anissa, seguid las leyes de vuestros países. Por favor)

Fidio terminó de escurrir los gnocchis, dejándolos apartados unos segundos. Se giró para ver a Anissa, viéndola con el entrecejo fruncido por la preocupación de no aprobar el examen.
—Se que aprobarás, porque yo te ayudé a estudiar leyes. Y se que te las sabes. —aseguró, pellizcándole la nariz con dulzura.

Fidio ya había aprobado todos sus exámenes de la universidad, solo le quedaba aprobar las prácticas como becario dentro de un bufete de abogados. En ese sentido Anissa había tenido mucha suerte, ya que Fidio la había ayudado a estudiarse las leyes italianas.
A veces bromeaba con que ahora eran enemigos de profesión, los policías querían meter a los malos a la cárcel, los abogados sacarles. Salir juntos era como un amor prohibido, a Anissa a veces le recordaba a cuando se conocieron, en un mundial en busca de ser los mejores del mundo pero en equipos distintos. Aún así Fidio estaba más centrado en su carrera deportiva, ya que era el capitán titular en el equipo nacional del país, siendo un jugador federado.

Justo en ese momento de su móvil se escuchó un "Ting". Anissa salió de los brazos de su novio, casi tirándose encima del sofá para agarrar su móvil. Observó la pantalla con ansias, viendo como se trataba de un e-mail por parte de la academia. Respiró hondo, tratando de calmar sus nervios, y abrió el mensaje. Leyó atentamente el contenido, soltando un chillido emocionado al final.