EPÍLOGO 4

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Pov Narradora

—Fidio, ¿se puede saber que estás haciendo?

El nombrado alzó la cabeza del fuego, sonriendo al ver a su esposa. Era una imagen ciertamente graciosa. A sus ojos se veía hermosa siempre, pero aún así le divertía ver a Anissa con una panza abultada, una antigua camiseta que fue de él, su cabello amarrado en un moño mal hecho y agarrando en su mano su antiguo peluche con forma de delfín rosado que significaba tanto para ella.

—La cena. —respondió con obviedad, terminando de empatar el plato de salmón con patatas. —Y te he conseguido helado de chocolate, sin huevo, para que puedas comerlo sin que sea perjudicial. Se que te encanta el helado de chocolate.

Desde siempre Fidio había sido muy atento con ella, hasta se podía considerarla mimada. No obstante su nivel de atención había aumentado cuando descubrieron que Anissa estaba embarazada.
Fue hace casi nueve meses, y digamos que el modo en el que se desarrolló las primeras etapas del embarazo fue todo un caos. Cosa que hizo que después su marido se tomase mucho más enserio la tarea de cuidar de ella.

Poco antes de enterarse de que estaba embarazada, se enteró de la "muerte" de su hermano mellizo. En realidad, Mamoru no estaba muerto, sino que había sido víctima de una organización futurista que quería acabar con el fútbol. Y, con el fin de recuperar a su hermano y salvar el deporte que tanto amaba, se embarcó en una aventura especio-temporal con el equipo del Raimon y su abuelo convertido en una piedra parlanchina.
Fue una aventura difícil para ella, ya que fue complicado tener que mantenerse fuerte para los chicos, darles ánimos, cuando ella se sentía tan débil y tan temerosa de perder a su bebé. Afortunadamente, todo salió bien en aquella aventura, aunque vomitó un par de veces en el periodo Cretácico, a saber si ahora su vómito era un fósil.

Cuando todo volvió a su cauce normal y pudo volver a Italia junto a su marido, tras amenazar a Mamoru de no meterse en líos y que no le diera aquellos sustos, Fidio se encargó de cuidar de ella.
Al principio no le molestaba en lo absoluto, tenía a su novio solo para ella, pero a medida que pasaban los meses Anissa se percató que Fidio había dejado de ir a entrenar. Había acudido a algunos entrenamientos en aquellos meses, pero había escuchado rumores que le preocupaban.

—Fidio, cariño, eres un encanto. —sonrió ella, disfrutando del olor de la cena, aunque de inmediato borró su sonrisa ya que tenia que aparentar estar enfadada con él. —Pero me refiero es ¿por qué aún estás aquí? Llevas casi dos semanas sin presentarte a los entrenamientos.

—¿Y? —preguntó de vuelta, dejando los platos en la mesa y sentándose para cenar juntos.

—Fidio, los medios de televisión deportivos no paran de hablar de ti. ¿Sabías que has sido nominado a un balón de oro? Que no me extraña, guiaste al equipo en el último mundial de un modo formidable, marcaste cinco goles en un mismo partido, estoy muy orgullosa de ti. Pero no paran de criticarte sobre si mereces o no el premio, ya que después del mundial dejaste de ir a los entrenamientos. Hay quienes están planteando sacarte del equipo.

Se había sentido bastante culpable. Al tener que irse a Japón para el "funeral" de su hermano, Fidio se negó a abandonarla, incluso teniendo que prolongar aún más su estancia por su aventura. Y aún cuando volvieron, él siguió sin abandonarla. Eso había puesto su carrera deportiva en peligro.

El hombre suspiró, sabiendo de todo lo que decían sobre él. Era verdad que no quería perder su puesto en el equipo, había recibido varias llamadas de aviso por parte de su entrenador. Pero le importaba mucho más Anissa y su bebé, ¿cómo podía irse a entrenar cuando su mujer estaba en pleno embarazo de riesgo? Si le pasaba algo y él no estaba ahí por ella no se lo perdonaría jamás.
—No me importa mi carrera profesional, me importas tu, Anie.

•°Inazuma Eleven°•[Paolo Bianchi/Fidio Aldena x Oc]Where stories live. Discover now