CAPITULO 1:LA ISLA DE LIOCCOTT

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Pov Anissa

—Anissa, como vuelvas a ponerle el play me voy a tirar del avión.

Miré a mi hermano con el entrecejo fruncido, después miré a la pantallla pegada en el asiento de enfrente a punto de reproducir por tercera vez Mamma Mia. Desde que habíamos despegado desde Japón había probado de todo para distraerme. Desde practicar origami, a leerme el libro que llevaba tres años cogiendo polvo en la estantería de casa, hasta colorear libros de dibujos Disney para Disney o ver películas

—No, no quiero volver a tener que escucharte cantar Dancing Queen. Kazemaru hasta se ha puesto tapones para los oídos para no escucharte. —volvió a insistir.

Refunfuñé por lo bajo, apagando la pantalla y tratando de relajarme. Seguíamos en nuestro vuelo hacia Lioccott, rumbo al mundial. Cada uno seguía a lo suyo: ya fuera leyendo las guías turísticas sobre la isla, conversando sobre como iba a ser su experiencia o mirando el paisaje. Otros...

—¡Bájenme! —exigió Tsunami temblando como un flan, pálido y sudando frío, tenía sus uñas clavadas en el asiento como si de un gato asustado se tratase. —¡Soy un hombre de mar, no de cielo!

A su lado, Tachimukai intentaba calmar a su amigo y tranquilizar su gran temor a las alturas. Sin embargo los ronquidos constantes de Hijikata le dificultaban la tarea. El defensa llevaba desde el minuto uno del vuelo sobado, tenía una habilidad increíble para no despertarse por los chillidos de pavor de Tsunami.

Sonreí, volviendo a ponerme los auriculares para seguir viendo Hamilton, pero Mamoru aprovechó que le daba atención a mi alrededor para hablarme.
—Anie, ¿cómo crees que será la isla del fútbol? ¿Crees que tendrá forma de pelota?

Solté una risita divertida, enseñando los dientes de aquella manera tan característica que teníamos los dos al sonreír.

—¡Allí está la isla! —exclamaron Kogure y Toramaru pegados a su ventanilla.

Casi de inmediato todos hicimos lo propio, excepto los que tenían el asiento de en medio que no tenían ventanillas.
Mamoru y yo vimos el paisaje desde las alturas. Allí estaba Lioccott, una isla central y diversos islotes a su alrededor. Esa era la isla del fútbol. ¡Ya habíamos llegado!

Cuando el avión aterrizó, ya me dio igual el musical, ya me la conocía. Ahora me interesaba mucho más estirar las piernas.
Cuando salimos del aeropuerto, fuimos recibidos por el fútbol en persona. Todo estaba lleno de los escudos de los equipos que participarían en el mundial, y las personas vestían las camisetas de sus jugadores favoritos. Incluso vi a unos perritos usando la camiseta de Argentina.

Nos subimos a la caravana inazuma para ponernos rumbo al albergue en donde nos alojaríamos. La calle central tenía una arquitectura propia de las islas sureñas, sin embargo, casi de la nada, a medida que avanzábamos y cambiamos de área, el paisaje cambió por completo.

—¿Por qué parece que estamos en una película de vaqueros? —preguntó Tsunami viendo por la ventanilla el paisaje.

Estaba todo cubierto por la arenilla amarilla en el suelo, con una edificación mucho más rústica que antes. Parecía un decorado de una película de indios y vaqueros que ponían en la televisión. Incluso vi a algunas personas que iban así vestidas.

—Quieren que los equipos se sientan como en casa, —empezó a explicar Haruna. — Por eso las áreas en las que se alojan las selecciones se han introducido la decoración típica de cada país participante. En este caso nos encontramos en el viejo oeste, en el área estadounidense.

(N/A:Dios mío, estereotipos a tope. Estados Unidos también tiene su parte moderna, no todo son vaqueros. Pero bueno, me callo porque soy española y nosotros tenemos la paella, los toros y el flamenco)

•°Inazuma Eleven°•[Paolo Bianchi/Fidio Aldena x Oc]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora