EPÍLOGO 3

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Pov Narradora

Subió con calma la colina, siguiendo el camino establecido. El sol estaba en lo alto, indicando que quedaba un día largo por delante. A su lado Mamoru le daba miradas de refilón, tratando de descubrir lo que quería hacer su hermana. En realidad, sabía a donde se dirigían, la cuestión era que iban a hacer allí.

Sonrió un poco, sabiendo las múltiples preguntas que rondaban en la cabeza de su hermano.
—¿Qué pasa Mamoru?

—¿No deberías estas celebrando tu despedida de soltera de otra forma? —le preguntó de vuelta. —Mañana vas a casarte, y nos estamos dirigiendo al Parque De la Torre. Loa te va a matar cuando no vayas a la sesión de spa que te ha reservado.

—Como si me importase el spa. —respondió con calma, llegando a lo alto de la colina, viendo aquel que era su lugar favorito. —Además, mi despedida de soltera fue el día antes del partido contra Orpheo. Llevo seis años en una relación, no tiene sentido celebrar una soltería que perdí hace tanto tiempo.

Intentó refutar la lógica de su hermana, viendo como dejaba su maleta en el banco y se inclinaba en la barandilla, viendo la ciudad.

El viento despeinaba sus cabellos, pero no le importaba. Le gustaba aquella sensación de calma que sentía siempre que estaba en el parque De la Torre.
Italia era hermosa, uno de los países más hermosos que había visto nunca y se sentía afortunada de vivir allí. Pero aquel lugar, donde siempre había entrenado con Mamoru y cuando iba allí a despejar su mente, era lo que más echaba de menos de Japón.

—Hemos venido aquí desde que éramos muy pequeños, era el único sitio al que me dejaban ir en los días de paseo del hospital. —recordó, su vida cuando era una niña, antes y después de su accidente. —Cuando estábamos preocupados, cuando teníamos cosas que pensar, o cuando estábamos felices. Cada día veníamos.

Mamoru imitó la acción de su hermana, apoyándose en la barandilla y observando las vistas. Tenía una ligera sonrisa al recordar todas aquellas veces que habían estado juntos allí.

—Mañana estaré casada, volveré a Italia, tendré mi familia. Pero, esto, —señaló a su alrededor con una sonrisa. — es lo que más extrañaré. Quiero jugar otra vez, como cuando éramos niños, ¿que me dices? ¿Le damos al neumático? —preguntó señalando a la rueda colgada en el árbol.

Endou miró detrás de ella, viendo aquel neumático con el que tanto entrenaron cuando eran unos niños y adolescentes. Miró a su hermana, volviendo a ver a aquella niña que aún no podía jugar al fútbol.
Inconscientemente no se había percatado de lo mucho que había echado de menos el entrenar con Anissa. Por lo que le dio una sonrisa, agarrando los guantes de portero de su maleta.
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—¡Anissa Endou, baja ya de una vez! —chilló su madre desde la planta baja de su casa. —¡No me lo puedo creer, llegarás tarde hasta en tu propia boda!

Rodó los ojos, simplemente sin tomar demasiado enserio a su madre. Si, siempre llegaba tarde a todos los sitios, ¿aún seguía quejándose de ello? Además, ¿Qué podía esperar si ella y Mamoru ayer volvieron a casa a las dos de la mañana embarrados de tierra hasta las cejas por haber estado entrenando? A su madre casi le dio un algo, volviendo a reñirles como cuando eran unos adolescentes que se pasaban más tiempo entrenando que no estudiando.

—¿Necesitas ayuda con el vestido, Anissa? —preguntó su padre, preocupado por si no podía amarrarse la cremallera.

—¡No, no, no! ¡Ni se os ocurra subir, ahora bajo! Solo me estoy poniendo los pendientes. —advirtó.

Nadie había visto su vestido. Había decidido llevar muy enserio el secretismo del vestido de boda, tanto que solamente había una persona que ya la había visto: su abuelo Daisuke Endou.
Él, quien no había podido estar presente en la boda de su hija, llevándola al altar, había insistido en regalarle el vestido de boda a su nieta. Y por ello había asistido en la elección del vestido, era el único quien había visto el atuendo que llevaría.

•°Inazuma Eleven°•[Paolo Bianchi/Fidio Aldena x Oc]Where stories live. Discover now