III: Flowers

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Katsuki tiene una rutina demasiado monótona, incluso en los fines de semana, todo lo que hace es igual a lo que hizo la semana anterior, y la anterior, y la otra de antes. Aunque tampoco hay demasiado que hacer en una aldea que con suerte alcanza las cien personas, más de la mitad de ellas siendo tan sólo unos ancianos. En esa aldea, los días son iguales para Katsuki, incluso los sábados.

Se levanta a las nueve de la mañana cómo todos los fines de semana, se viste y desayuna, agarra su bicicleta y pasea por la aldea, cómo todos los sábados, decide ir por el camino que lleva a la carretera, mientras pedalea, se fijará en los campos de girasoles que se extienden por las afueras de la aldea, cómo todos los sábados por los que pasa por allí, y verá a un joven pelirrojo, de su edad, cuidando de las flores cómo si fueran lo más preciado que tiene. Y él, cómo siempre, quedará ensimismado al verlo. Siempre es la maldita misma rutina de todos los sábados por la mañana. Monotonía pura y dura.

—¡Buenos días, Bakugou!—Y cómo todos los sábados, Eijiro le saluda con una sonrisa.

Y Bakugou como siempre detiene su bicicleta para poder seguir hablando con él, o al menos verlo, ya que prácticamente es como si escuchara un monólogo, por alguna razón, el joven pelirrojo se siente en confianza con él pese a que apenas han intercambiado palabra, y es muy parlanchín, una vez empieza a hablar no hay quién lo detenga. Cómo todos los sábados, Eijiro le comentara sobre los girasoles que con tanto esfuerzo y dedicación cuida, y cómo todos los sábados, le hará la misma pregunta de siempre.

—¿No quieres quedarte un rato conmigo? ¡Aunque sólo sea para ver cómo cuido a los girasoles!

Y como siempre, le diría que no. Si tan sólo no estuviera cansado de la rutina de todos los sábados en esa diminuta aldea, habría dicho que no sin pensarlo, y Eijiro formaría una mueca triste en su rostro al escuchar su negativa, pero tras unos segundos le diría que lo entiende, y Katsuki volvería a pedalear tras despedirse, cómo todos los sábados. Pero no quiere que ese sea tan sólo un sábado más, está muy cansado de toda esa monotonía, le vendría bien algo nuevo.

—Sí, me quedaré contigo. Al fin y al cabo, no tengo nada mejor que hacer.

Eijiro se sorprende ante su respuesta, ya que él esperaba la respuesta de todos los sábados. Pero después de unos segundos, todo lo que hace es sonreír de oreja a oreja y caminar a paso rápido hacia el interior de su casita, diciéndole a Katsuki que lo espere ahí. El rubio no tiene ninguna intención de moverse de ese lugar.
Pronto, el pelirrojo vuelve junto a un sombrero de paja, que pone en la cabeza de Bakugou con total confianza, antes de que este se pueda quejar, Kirishima se explica:

—Es para el sol. Hoy hace mucho calor, ¿no crees?

Hace muchísimo calor. Es cierto, pero en esa aldea siempre hace calor. Aún así, Katsuki no se quita aquel -en su opinión, ridículo.- sombrero, y menos cuando se da cuenta de que es exactamente igual que el que lleva Eijiro en su cabeza. Están combinados.

Se abren paso entre los girasoles, y Katsuki no puede evitar no pensar en lo lindo que se ve Eijiro con su atuendo para trabajar, aunque realmente, sabe muy bien que es parecido al que usa todos los sábados, pero no le importa. Se queda pensando en lo bien que se ve su cabello rojo siendo iluminado por el brillante sol. Katsuki no está haciendo absolutamente, ni siquiera escuchar a Eijiro que ya ha vuelto a hablar como si no hubiera un mañana, Eijiro tiende a ser ese tipo de personas que no pueden estar calladas por demasiado tiempo. Pero no le molesta en absoluto.

Eijiro le gusta, tanto como a este le gusta cuidar de sus girasoles. Tal vez es cursi, pues realmente, ni siquiera son amigos, no han hablado nunca y apenas pasan tiempo juntos, sólo los sábados. Pero Eijiro le gusta mucho, podría tal vez ser de las pocas personas de su edad en aquella aldea. Conoce a cada persona que habita en esa aldea, y puede decir con seguridad que Eijiro es el más lindo del lugar y alrededores. Ve a Eijiro regar las flores, y cómo le habla del cuidado de estas. Al fin y al cabo, lleva toda su vida cuidando de girasoles.

—Los girasoles son muy lindos, ¿no lo crees, Katsuki?

Y eso es suficiente para devolverlo al mundo real, no al de fantasía en el que estaba perdido hasta hace unos segundos.-Bueno, no me gustan demasiado las flores o las plantas.

—¿No? ¿entonces por qué pasas por aquí en bicicleta todos los sábados? yo creí que era porque te gustaban mis girasoles.

—Bueno, son tres razones en realidad. La primera es porque por aquí hay mucho espacio para ir en bicicleta, además de que es un gran atajo para ir a varios lugares, la segunda razón sería para ver los girasoles.

—¿Y la tercera?

—La tercera es para verte a ti.

Los pómulos de Eijiro se tiñen de un suave color rosa cuándo escucha eso. Katsuki no puede evitar pensar en lo lindo que es aquel chico, y en cómo parece un sol. Un precioso sol, y él es tan solo un girasol que va detrás de él siempre. Sonríe algo avergonzado después de haber dicho eso, y nota como una sonrisa florece en los labios de Eijiro al mismo tiempo. Este saca unas tijeras de los bolsillos de su peto vaquero de color azulado, y corta un pequeño girasol. Lo pone en su oreja con delicadeza.

—Creo que te queda bien.—Comenta dulcemente.

Sí, él también opina que le queda bien aquel girasol adornando su cabeza. Pero cree que a Eijiro podría quedarle mejor que a él incluso. Le sonríe dulcemente, cómo suele hacer todos los sábados. Y piensa en lo bonitos que son los girasoles, y sobre todo, en lo bonito que es el sol que los cuida.

Por fin he hecho los tres días que me faltaban, ahora ya estoy al día:))

Krbk month 2023 [Bakushima]Where stories live. Discover now