XXIII: Country

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Katsuki estaba realmente agotado, había pasado la calurosa mañana patrullando el pueblo —porque al fin y al cabo, es lo que los sheriffs cómo él deben hacer— volvió a su lugar de trabajo, sediento y cansado.

—¡Oye, Katsuki!—Exclamó su compañero de trabajo, Hanta.—Luces realmente agotado.

—He pasado toda la mañana bajo el sol vigilando las malditas calles, ¿cómo no voy a estar cansado?

—En ese caso, ves al bar a por una cerveza, yo te cubro.

No hizo falta decir más, Katsuki le agradeció y se encaminó hacia el bar del pueblo. Por el camino, vio los carteles de "se busca" que él mismo había colgado hacia varios días con las caras de bandidos en ellos, pero por el momento, no habían encontrado a ninguno de ellos. Ser sheriff lo cansaba muchísimo.

En cuánto llegó al bar, el bullicio de hombres ya borrachos retumbó en sus oídos. Pero no flaqueó, siguió caminando hasta la barra, y se sentó en una silla frente a ella. Pronto, un chico joven, pelirrojo y sonriente se acercó a él.

—¡Buenas tardes! ¿que va a pedir?

—Una cerveza está bien, gracias.

El chico del bar le dedicó una —muy bonita— sonrisa antes de ponerse a preparar su cerveza. Él simplemente miró al chico, no le cabía duda que debía tener muchísimos pretendientes, era joven y realmente atractivo. Escuchó cómo las puertas de madera sonaron cuándo se abrieron, y a una velocidad monumental el hombre que acababa de entrar ya se encontraba en la barra, inclinado y mirando fijamente al pelirrojo, quién dejó la cerveza de Bakugou sobre la barra, frente a él.

—Buenas tardes, señor. ¿Que gusta?

—Buenas tardes, muñeco.—Dijo, acompañado con un guiño en el ojo. Katsuki no pudo evitar mirarlo mal, definitivamente, esto no es a lo que se refería con "pretendientes"—De momento pediré una cerveza.

El pelirrojo simplemente ignoró el gesto del hombre, y comenzó a hacer la cerveza, aunque ciertamente se le notaba incómodo, podía verlo en su rostro. En tan sólo unos minutos, le dejó la cerveza en la barra al hombre, quién agarró al chico de la muñeca y lo acercó a él.

—Oye, precioso, ¿a que hora sales del trabajo?

—Yo...

—Dejalo en paz.—Se le escuchó a él.—Lo estás haciendo sentir incómodo.

—Tú no te metas, jovencito.

—No soy un simple jovencito.—Le enseñó la placa que descansaba en su pecho.—Soy el sheriff Bakugou, y cómo autoridad te pido que dejes al chico tranquilo.

El rostro del hombre palideció por momentos. Y tras beberse su cerveza en tan sólo unos cuántos tragos gigantes, le dejo el dinero al pelirrojo y simplemente se fue, sin decir ni una sola palabra más. Ambos lo vieron marcharse.

—Gracias por eso, sheriff.

—No es nada, al fin y al cabo es mi trabajo.

—Me has hecho un gran favor al callar a ese hombre, por eso me gustaría invitarte a esa cerveza. Invita la casa.

—No puedo aceptar eso.

—Por supuesto que puede.—Contraatacó el barman, frunciendo el ceño.

—No.

—Sí.

—No.

—¡Sí!

Finalmente, se dió por vencido. Y por eso mismo, pidió otra cerveza, no se iba a ir de allí sin pagarle absolutamente nada a ese chico, después de su servicio y amabilidad.

—Con que... ¿el sheriff Bakugou?

—Katsuki Bakugou.

—¡He oído hablar de usted! dicen que eres de los mejores sheriffs del pueblo, y el más joven. Las señoritas hasta se atreven a decir que es el más guapo.

El rubio tan sólo sonrió. No era novedad para él que su nombre estuviera por medio de las conversaciones de las jovencitas, acompañadas de risitas enamoradizas. Tampoco que fuera alabado por su juventud, ni por sus dotes. Nada de eso era nuevo para él. Pero el hecho de que ese pelirrojo fuera quién lo halagara, hizo que se sintiera diferente.

—¿Y cual es tu nombre?

—Eijiro Kirishima.

Eijiro Kirishima, no lo olvidaría.








Krbk month 2023 [Bakushima]Opowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz