Capítulo 5.

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Capítulo 5| Tócame, soy toda tuya.

Antonella Cavalcante:

Desde que tenemos dieciséis años, Eleanor y yo hemos venido a esta cafetería cerca del instituto al que solíamos ir, también estaba cerca del centro comercial y de muchas cosas que en su momento nos gustaban

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Desde que tenemos dieciséis años, Eleanor y yo hemos venido a esta cafetería cerca del instituto al que solíamos ir, también estaba cerca del centro comercial y de muchas cosas que en su momento nos gustaban. Hoy, como casi todos los domingos siempre que nos veíamos, nos encontrábamos aquí desayunando.

Me había levantado a las nueve de la mañana y estuve lista a las 10 y media para que ella pasara por mi a hora puntual.

—¿Como tu padre ha podido hacerle eso a Nate?— dice con el ceño fruncido y su taza de capuchino en mano— No lo entiendo, sabe que a su hijo no le gusta esa vida.

Siento un dolor inexplicable en el pecho y un nudo en la garganta.

—Parece que todos lo saben menos él o intenta ignorar los verdaderos deseos de su hijo.

—Tienes que hablar con él, Nelly.

Negué.

—Nate me dijo que me mantuviese alejada del tema y de la situación.

—¿Y que hará, renunciar a lo que quiere por cumplir lo que su padre le impone?

Me alzo de hombros.

—Tenemos que aceptarlo, Eleanor, papá se ha salido con la suya como muchas veces antes también lo ha hecho.

Ella bufó, resignada.

—He ido a ver a Lionel ayer— suelto para cambiar de tema pero inmediatamente lo hago veo que me he metido a la boca del lobo— lo siento, mal cambio de tema.

Me fulmina con la mirada pero le resta importancia.

—¿Por eso no te he visto al finalizar la fiesta?

—Le he dicho a papá que me dolía la cabeza y con todo el drama no dudó en dejarme ir.

Tuerce los labios.

—¿Y por que esa cara de momia y ese tono de pesadez? ¿que ha pasado? ¿por que luces triste, Nelly?

Nos decíamos todo, desde que éramos muy pequeñas, ya sea si le habíamos cortado los cabellos a la muñeca de la otra, nos le contábamos absolutamente todo. Sin embargo, yo dudaba en contarle lo que descubrí anoche.

—Algo pasó.

—Lo he encontrado con otra mujer— confesé bajo su mirada atenta y sentí otra vez la boca seca y como los ojos se me cristalizaban a la misma vez que jugaba con mis dedos.

—Oh, Antonella...— me tomó de las manos.

—Y lo peor de todo es que conozco a la mujer.

—No tengo que animarte a que sigas.

El Mejor Amigo De Mi Padre. ©Where stories live. Discover now