Capítulo 12| Señor & Señora Herrán.
Antonella Cavalcante:
Los preparativos para la gran boda ya estaban en marcha, trabajadores se movían de aquí para allá para que todo fuese como la novia lo pidió. Me había levantado temprano esa mañana por orden de mi padre y me encontraba en una esquina comiendo un poco de fruta en un tazón que Nate me había conseguido.
—¿Me ayudas con las flores, Antonella?— me preguntó Irene llegando hacia mi y señalando a las mesas— Específicamente con los centros de mesa.
Las puñeteras flores y su sonrisa me tenían al volar por las nubes, pero aún así sonreí y ayudé, repitiéndome miles de veces que ella no era la culpable de mi desagrado. Mientras colocaba una vela blanca que estaba rodeada de margaritas y pequeñas luces, alguien se me acercó por detrás y me exalté.
—No mencionaste que eras decoradora de mesas.
Por algún motivo reconozco aquella voz burlona y al mirar por encima de mi hombro me sorprendo grandemente al ver a William detrás de mi, con una enorme sonrisa.
—No tuvimos el tiempo suficiente como para decirte cuales son mis hobbies.
La sorpresa pasó a confusión en cuestión de segundos y su sonrisa se borró cuando fruncí el ceño.
—¿Tú por que estás aquí?— solté un poco brusca, culpa de la conmoción. Se supone que después de ayer no lo volvería a ver jamás en mi vida.
—Primero salúdame correctamente, ¿no?— enarcó una ceja con diversión y se acercó a darme un beso en cada mejilla, envolviendo sus brazos alrededor de mi cintura.
Por una extraña razón, me sentí cómoda con su toque y con todo lo que William desprendía.
—Hola, Guillermo— le devolví los besos— Ahora dime que haces aquí.
Suspiró.
—Que mandona.
—Lo soy y tendrás que aguantártelo si quieres seguir conversando conmigo.
—¿Y si quiero seguir estando en tu vida, no?— bromea.
—También— respondo con una ceja enarcada.
—Ayer te dije que mi padre me ha obligado a venir— recordó, subiendo su mano de arriba abajo por mi espalda.
—Eso lo recuerdo pero, ¿quien es tu padre como para que estés aquí?— indago, hasta este punto, nerviosa.
Las manos me empiezan a sudar contra su pecho, nerviosa tan solo de pensar que es quien creo y niego internamente, por que la vida y el destino no pueden jugarme tan sucio.
—¿Eso que importa?— bufó.
«¡A mi! ¡a mi me importaba!» quise gritarle justo en la cara.
—Es que solo me sorprende verte aquí...
—Para mi también es una sorpresa encontrarte aquí, Antonella— suspira— ¿Te molesta verme otra vez? lo entiendo, después de lo de ayer pensaste que jamás me volverías a ver.
—No me molesta verte otra vez, Will— le interrumpo rápidamente, colocándole una mano en el hombro.
—Veo que ya se están conociendo— la voz de Lionel llegando a nosotros hizo que el chico frente a mi se tensara y pusiera mala cara. Me aparto rápidamente, queriendo que él no haya visto mis manos puestas en Will y las suyas en mi. Pero noto, por su expresión, que ya se ha hecho una película en su cabeza— William.

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El Mejor Amigo De Mi Padre. ©
Romance¿Como algo que era incorrecto, algo que estaba mal podía sentirse tan bien? sabíamos que era un error, pero no podíamos estar sin el otro, no podíamos respirar ni existir sin tenernos. Era lo mejor que nos había pasado, así que ¿por que estaba mal...