Cuando te vi

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Cuando te vi 

Exterior al tren, se podía escuchar el ruido estrepitoso de la máquina golpeando contra el hierro. A través de las ventanas, las imágenes de una gran ciudad iluminada se distorsionaban a medida que el tiempo pasaba y la velocidad aumentaba. Era de noche, y Jimin podía respirar el aire tenso dentro del vagón donde se encontraba.

Sus ojos estaban llenos de miedo. Nadie podía verlo, pero su cuerpo estaba gritando y temblando sobre su asiento. Sostenía su cabeza gacha con los ojos mirando hacia el piso, incapaz de levantarlos, pues sentía el peso de unos ojos asesinos posándose sobre su cuerpo. Sabía que al extremo izquierdo del vagón unos sujetos lo observaban detenidamente desde hace mucho tiempo.

Estas personas lo estaban buscando, y él no tenía idea de cómo es que lo habían encontrado, el imaginar que lo matarían una vez el tren hiciera la última parada, hizo que sus labios tiritaran, que sus manos se empuñaran de impotencia y que su interior se sumiera en un doloroso pavor por terminar esa misma noche muerto.

Los minutos transcurrieron dentro del tren, en la próxima parada varios pasajeros bajaron y los vagones quedaron vacíos. Es así como el transporte nuevamente abandonó la estación. Fue entonces cuando finalmente Jimin percibió el peligro quemarle los huesos despiadadamente.

No quedaba nadie, más que un perturbador silencio y los matones que terminarían con su vida. Jimin tuvo el corazón en la boca cuando sintió unos cuerpos pararse frente a él. Una fría navaja se posó bajo su mentón y arrastró su rostro lentamente hacia arriba.

—Tanto tiempo sin vernos, mi estimado—masculló una voz masculina. El mismo sujeto dibujó una escalofriante sonrisa sobre su rostro: —¿Cómo has estado todo estos años, eh?—. Jimin se quedó quieto, mientras acariciaban su rostro fríamente con la navaja—. Veo que has crecido mucho desde la última vez que nos vimos, o mejor dicho, desde la última vez que tu padre se escapó contigo. Entonces ¿Vas a decirnos dónde se esconde ese bastardo? —. Hubo una pausa muy larga. Y el hombre exclamó deprimidamente sin paciencia por el silencio del muchacho. —¡Dónde está él, habla de una vez, si no quieres que te clave este cuchillo en la cabeza!

Jimin negó inmediatamente, atragantándose con su propia saliva. Se puso aún más pálido cuando sintió el horrible dolor que provocó la punta del metal presionando fuertemente contra su piel. Jadeó expulsando su temor. —No lo sé.

—Oh, ¿No lo sabes? —sonrió el hombre con oscuridad. — Me pregunto si torturar a tu abuela frente a tu cara, arrancándole la garganta mientras le saco los ojos, te haría abrir la boca. Sí, eso sería divertido.

A Jimin se le paralizó el mundo, el tiempo y el espacio, su pecho latía a mil por segundo. Se detuvo a observar la cara del hombre inclinado frente a él con un gran terror, sintió que el alma se le iba del cuerpo. — No, con mi abuela no...

Él era un simple estudiante de diecisiete años, nunca había hecho nada malo, nunca en su vida había robado, nunca había amenazado, mucho menos matado, ni siquiera a un animal, él era un buen hijo, un buen alumno, amaba a su abuela, e incluso a su padre, no juzgaba a nadie, el solo quería ser feliz, quería seguir viviendo, quería encontrar el lado bueno de la vida, seguir sonriendo junto a su abuela, pero el último suspiro de su esperanza se había esfumado en ese instante. Encontrar la paz y la felicidad no estaba en su destino.

—Ahg, tan molesto. — Inesperadamente alguien lejano maldijo en voz alta. Su voz se oyó soñoliento y al mismo tiempo profundo.

Aquello consternó a Jimin, quien giró el cuello inmediatamente en dirección al tipo que había hablado. Entonces lo notó por primera vez, era un chico pálido con una gorra negra cubriéndole medio rostro, y con una mascarilla negra adicional tapándole la boca, por lo que no pudo verlo muy bien. Se encontraba sentado a cuatro asientos lejos de él, junto a una maleta gris entre sus piernas. Vestía una chaqueta color verde militar y unos pantalones negros. Este parecía removerse molesto sobre su asiento por haberle arruinado su precioso descanso.

¿Cuánto tiempo llevaba ahí? Se preguntó Jimin, porque sí, él siquiera había notado su presencia. De pronto, oyó risas asquerosas llenar el lugar, viniendo de los cinco sujetos que estaban a punto de degollarle la garganta hace unos momentos. Jimin se dio cuenta que había dejado de ser el centro de atención cuando la navaja ya estaba muy lejos de él, ahora, apuntando el rostro de aquel chico pelinegro.

—Pedazo de mierda. ¿Acaso quieres morir? —escupió el líder de los cinco hombres.

Entre todos ellos lo acorralaron, sin embargo este chico pelinegro aún se mantenía de brazos cruzados sobre su asiento. Jimin observaba la escena detenidamente, analizando cómo es que el otro no mostraba ni una pisca de temor o miedo frente a lo amenazante que era la situación.

El chico deslizó su mascarilla tranquilamente bajo su mentón, y dijo: —No lo repetiré. Lárguense. 

Una carcajada estridente, el líder de la banda se burló junto a los demás, pero quien al instante cambió de semblante a una mortal, esta vez no exhibiendo una genuina navaja, sino un arma homicida que no tardó en ser empuñada en sus manos para apuntar al chico a la cabeza brutalmente.

Bramó. —Que tengas un lindo sueño mocoso, pero en el infierno.

Jimin apretó los ojos con suma fuerza, cubriéndose del próximo disparo que se oyó como una bomba al impactar. Ruido sordo, sus oídos dejaron de percibir el sonido por unos eternos segundos, sin embargo, al otro lado, un tanto mareado y perdido, solo pudo ver como un cuerpo caía hacia abajo y cómo es que la sangre roja se esparcía por todo el suelo.

Con los ojos desorbitados, admiró la escena a penas con credibilidad, no era el cuerpo del chico tirado inerte en el piso, sino del hombre que le habia apuntado a la cabeza. En aquel mismo instante, cuando levantó la mirada, notó asustado como tres cuerpos más caían al suelo, en tanto el último tipo luchaba contra el chico pelinegro, quien en un segundo filoso le arrebató su propia navaja y le arrancó la piel despiadadamente.

—Shhh...Odio la bulla. Es molesto. —Le susurró al hombre que agonizaba en el piso.

El Mismo Cielo (Yoonmin)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora