Cálidamente avergonzado

64 31 19
                                    

Cálidamente avergonzado

Desde que Zico había aparecido en la cafetería, todo el tiempo Jimin estuvo tratando de contenerse para no verse tan lamentable delante de muchas miradas, pero sus ojos finalmente habían terminado enrojecidos llenos de ansiedad. Y ahora, sin poder evitarlo y  silenciosamente, un par de lágrimas suaves resbalaban sobre sus mejillas.

Debido a lo avergonzado que se sentía, Jimin cubrió sus ojos llenos de tristeza con su brazo. La humillación había sobrepasado sus sentimientos, y es que una de sus peores facetas había sido expuesta a todo el mundo de la peor forma, no solo frente a muchos, sino de quienes menos hubiera querido que lo vieran. Uno de ellos, quien ahora, a seis pasos de distancia, lo estaba observando detenidamente.

Suga tenía su mirada clavada sobre él.

Al aire libre y en silencio, los dos seguían en la misma posición, estando de pie y frente a frente. Había pasado mucho tiempo desde que Suga lo había arrastrado de la mano frente a toda la cafetería y lo había traído hasta ese lugar, una zona verde y tranquila.

Jimin no sabía cómo sentirse en ese momento. Tenía muchas emociones encima como para tratar de comprender el porqué el pelinegro había actuado de esa manera tan repentina, pese a todo favoreciéndole, diciendo tantas cosas como: "Desde ahora en adelante, él está conmigo" ¿Cómo se supone que debería interpretar esa oración? En el fondo albergaba una pequeña ilusión, creyendo que para Suga él nunca le había sido tan indiferente. ¿Podría ser posible?

Jimin tenía muchas ganas de preguntar por qué se habia puesto de su lado, no obstante, no tenía el suficiente valor como para levantar la mirada y cruzarse con los ojos del pelinegro. Después de todo, aún tenía un poco de dignidad, por lo que bajando sus brazos decidió hablar mientras su mirada vagaba hacia otro lado.

—Por qué...¿Por qué estamos aquí?—Quiso sonar normal, pero su voz se desvaneció débilmente.

Se generó un solemne silencio entre los dos, uno que provocó mucha incertidumbre. Jimin no sabía qué expresión estaba poniendo el pelinegro en ese momento. Infundiendose de valor dijo:

—Si no hay nada más que decir, tengo que irme...—pretendía excusarse, pero no terminó de hablar cuando de repente sintió un movimiento, el cuerpo del pelinegro empezó a caminar en su dirección. Indudablemente la acción causó un fuerte sobresalto sobre él, que por auto reflejo ya había levantado el rostro abriendo los ojos asustado.

No pudo evitar sentirse estremecido. Suga se detuvo a escasos centímetros de él. Y su indescriptible mirada suspendió al caprichoso tiempo e inmovilizó el espacio alrededor. Congeló a Jimin con sus ojos.

Y aunque, entre aquellos segundos sin hablar, el único ruido que se podía escuchar en el aire era al fresco viento soplando, con su imperceptible y suave tacto, ondeando ligeramente, Jimin podía sentir muy a la perfección cuán fuertes eran los latidos de su corazón. Y la razón era, más que su propia impresión, el desorden de infinitos sentimientos en su interior cuando una mirada como aquella, la que expresaba Suga en esos momentos, se detenía únicamente sobre él.

¿Qué significaba una mirada cómo esa? Era enteramente profunda, tanto que provocaba una sensación difícil de describir.

Después de un breve tiempo, como si reflexionara, Jimin notó como la expresión rígida de Suga se aligeraba lentamente, como si de pronto lo que sea que haya estado pensando en ese instante hubiera desaparecido, sus pupilas se prolongaron nuevamente regresando a su forma natural, sombrías como siempre, parecía que recién era consciente de la verdadera realidad.

Este le observó por última vez y luego dio un paso hacia atrás lejos de él, quizá con arrepentimiento, pero no con desinterés. Suga escaneó a Jimin con los ojos como si fuera la primera vez que lo había visto. Entonces, Jimin notó que la expresión de Suga de repente se frunció.

Nadie podría saberlo, tal vez por la inconcebible y desagradable imagen que tenía frente a él o por sus propios principios, cuál sea la razón, una de ellas incitó a que Suga sacará un pequeño pañuelo del bolsillo y la alzara hacia arriba para limpiar aquellos restos de comida que yacían sobre la cabeza de Jimin.

Sin ser muy consciente sobre sus acciones, el pelinegro paralizó el cuerpo del castaño, quien no sabía lo que estaba pasando en ese momento. Jimin se sintió tan avergonzado que lo único que pudo hacer es evitar la mirada del pelinegro.

Al ver esta reacción y el miedo del menor cuando estuvo a punto de limpiarle  las mejillas, Suga se detuvo, Jimin apretaba fuertemente sus ojos, y aquello fue el suficiente motivo para echar el pañuelo en su pecho. Dijo:

—Sujétalo.

Inconscientemente Jimin lo había hecho. Suga se hizo a un lado y se fue dejando el lugar, pero no precisamente abandonando a un chico con miedo, como lo suponía él, sino todo lo contrario, Jimin era víctima de un fuerte sentimiento que nunca antes había experimentado, la cual ni él mismo podía reconocer y nombrar, pero que, de manera inexplicable, removía su corazón ansiosamente.

El Mismo Cielo (Yoonmin)Unde poveștirile trăiesc. Descoperă acum