Un pequeño espía

68 28 30
                                    

Un pequeño espía 

La mañana era fresca y los pasos de Suga aún eran lentos. Sin mostrar suficiente interés en algo en específico, solo disfrutaba del sonido tranquilo que hacían los árboles mientras el viento suave balanceaba sus hojas.

A dos cuadras se encontraba la escuela. Y mientras él iba caminando a su ritmo varios chicos con el mismo uniforme empezaron a aparecer, algunos venían a pie y otros pasaban por su lado en bicicletas. La serenidad se había esfumado por completo. Para Suga ver tanto alboroto a su alrededor y escuchar fuertes risas era algo molesto, sin embargo solo podía ignorarlo.

Estaba a punto de cruzar la entrada principal de la escuela cuando de repente algo le hizo detenerse. Sobre su sitio se quedó crudamente estático. Sintió que alguien parecía estar siguiéndolo, y cuando se giró a ver quien era, fugazmente una cabellera castaña se escondió tras un arbusto que, más que ocultarlo, exponía de forma graciosa la parte superior de su cabeza.

¿Un acosador? Suga frunció los ojos ante aquella desconcertante posición, el arbusto era más pequeño que esta persona, no era lo suficientemente alto como para cubrir todo su cuerpo, por lo que todavía se podía ver su cabeza.

Suga resopló ligeramente con una sonrisa apenas perceptible, la imagen era tan ingenua que provocó que el pelinegro sintiera un poco de gracia, una que casi nunca alguien fácilmente podría provocar.

Al notar que su acosador era todo menos peligroso, fingió no haberlo visto y siguió caminando. ¿Qué clase de acosador era ese? Se preguntó. Definitivamente uno que no servía para ser un espía. Suga ingresó al patio de la escuela y desapareció en el interior del edificio.

Por otro lado, Jimin, quien se había ocultado tras aquellas plantas, saltó un profundo suspiro lleno de alivio ¡Casi había sido atrapado! El pelinegro estuvo a punto de pillarlo, pero felizmente no había sido el caso. Golpeándose las mejillas y dándose ánimos a sí mismo se puso nuevamente en movimiento.

Cuando ingresó a la escuela siguiendo de cerca al pelinegro, este de repente desapareció entre la multitud de estudiantes. Al intentar alcanzarlo doblando la próxima esquina, no lo encontró por ningún lado. El pelinegro había desaparecido.

¿Dónde estaba?

Jimin buscó con la mirada por todos lados, pero no logró encontrarlo. De repente, alguien tomó su brazo. Su cuerpo fue fácilmente jalado hacia un lado, estampándolo contra la pared. Una fría sensación cubrió su rostro mientras el tacto suave de una mano ejerció presión sobre sus labios. Dejó escapar un pequeño quejido por el susto. 

—¿Por qué estás siguiéndome?

Jimin abrió los ojos de par en par, no solo sorprendido por escuchar la voz de Suga de repente, sino también debido a la reducida distancia que existía entre sus rostros en ese momento. Un detalle demasiado alarmante para un corazón nervioso como el suyo.

Después de cierto tiempo en consternación, Suga finalmente relajó su expresión y se alejó de la esbelta silueta de su acosador. Retirando su mano, dio un paso hacia atrás y dijo. —Tú—le observó fijamente, el contrario respiraba de manera entrecortada, no muy fuerte ni muy acelerado, pero aún así con un poco de dificultad. —¿Por qué estás siguiéndome? —volvió a preguntar, sin sentir un mínimo de remordimiento por haberlo asustado.

Su pequeño acosador quiso huir del estrecho espacio, pero Suga no se lo permitió, estiró el brazo y se lo impidió. Jimin se quedó nuevamente apretado contra él.

Apenas manteniendo el control, Jimin por más que intento hablar sonando firme, su voz salió lastimosamente vacilando. —Yo...no...yo...no te seguía—dijo nervioso esquivando los ojos brillantes de Suga, mirando a cualquier otro lado que no fuera su cara.

Suga ladeó la cabeza levemente, entrecerrando los ojos con curiosidad por unos segundos. Lo que estaba viendo era de cierta forma algo interesante, puesto que el chico frente a él tenía las mejillas sonrojadas y rehuía su mirada desesperadamente. "¿Dónde habia visto esta expresión antes?"

—Ese día en la cafetería ¿No eras tú?

Jimin levantó la mirada por primera vez y se enfrentó a Suga a los ojos. No sabía porqué, pero que el otro se recordara de él le había hecho sentirse muy feliz. ¿Qué debería hacer ahora? ¿Debería de presentarse? ¿Debería agradecerle por haberle ayudado ese día? Era una oportunidad maravillosa para empezar a hablar. Solo tenía que llenarse de valor y decir —Yo...

—Escucha. Lo pasó ese día no volverá a suceder—le cortó Suga abruptamente.

—¿Qué? —murmuró un poco confundido.

Suga se distanció de él lo suficiente para mirarlo de lejos.

—Quiero decir, no tengo ningún interés en retener a un chico como tú a mi alrededor.

—¿Un chico...como yo?

—No debí haberme involucrado en esa discusión ese día. Fue un error. Creo que es todo lo que tengo que decir, así que te pediré que mantengas tu distancia conmigo. No me gusta que estén merodeando a mi alrededor.— Simplemente se dio la vuelta y se fue.

Jimin se quedó helado en su sitio. ¿Qué es lo que acaba de oír? ¿Un...error? Nunca antes alguien le habia hecho sentir tan insignificante, pero en vez de entristecerse, por alguna razón, se sintió molesto en su interior.

Sus pies se movieron solos y alcanzaron a Suga. Intencionalmente chocó contra sus hombros y  se adelantó a entrar al salón. Se sentó ruidosamente en su mesa y fingió mirar hacia adelante con una expresión agriada, una que casi nunca alguien fácilmente podría provocar.

La actitud inesperada del castaño dislocó la expectativa de Suga, quien frunció el ceño al verlo de frente. —¿Qué estás haciendo? —preguntó. No obstante, Jimin ignoró su presencia.

El pelinegro bufó ligeramente al no recibir ninguna respuesta de parte del contrario. — Te estoy hablando. ¿No oíste?

—¿Te diriges a mí? —le respondió Jimin con osadía, alzando la mirada para enfrentarlo.

Suga lo miró sorprendido:—Te dije que te mantuvieras alejado de mí ¿Acaso no entendiste?

Jimin realmente se estaba esforzando por lucir valiente. Tal vez con su tono estaba arriesgando mucho, pero estaba tan molesto que le picaba por dentro. —Es lo que hago, trató de ignorarte, pero tú lo estás haciendo imposible. ¿Acaso es mi culpa?

Suga creyó que la actitud de este chico era demasiado insolente:— ¿Qué rayos haces en mi mesa?

—¿Tu mesa? —repitió Jimin, asombrado por su pregunta. ¿Acaso Suga nunca se había dado cuenta que él era su compañero de pupitre? Sintiéndose más lastimado e indignado de lo que hubiera querido, contestó: —Llevo sentándome en esta mesa más tiempo de los que tú estuviste sentado, por lo que tengo más derecho que tú para sentarme en esta mesa. Y si tu no te diste cuenta con quien llevas sentándote todo este tiempo en esta mesa, ese es tu maldito problema.

¿Por qué estaba actuando y sintiéndose de esa manera? se preguntó Jimin tratando de controlar su respiración agitada, tan repentinamente enfurecido.

—¿Tú...? —El pelinegro arrugó un gesto.—¿...te sientas conmigo?

Definitivamente eso fue todo, Jimin estuvo a punto de perder la paciencia, sin importar lo que pudiera suceder después, porque Suga ya le había hecho sentir lo suficientemente insignificante como para hacerle esa pregunta, burlándose de él, pero oyó la voz del profesor Choi ingresando por la puerta. Se detuvo al instante.

—¡Buenos días! —exclamó el mayor con su exclusivo tono frívolo y su aire intimidante.

De inmediato todos se vieron sentándose apresuradamente sobre sus sitios. Pero Suga ni se inmutó, estaba más concentrado mirando a Jimin atravesando su rostro, un chico que en un principio pareció no matar ni a una mosca, sin embargo, ahí estaba, con la lengua más arriesgada. No sabía si realmente era valiente o solo era un tonto por atreverse a hablarle con tal tono desafiante.

—Señor Cha. —Le llamó el profesor, despabilando su ensimismamiento. Suga alzó el rostro. —No tiene por qué tener miedo. Le aseguro que el señor Park no muerde y mucho menos devora pelinegros. Adelante, puede sentarse con confianza.

La mayoría rieron divertidos.

El Mismo Cielo (Yoonmin)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora