Pagando mi deuda

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Pagando mi deuda

Mientras el pelinegro caminaba por los pasillos, muchos de los estudiantes que estaban ahí se hicieron a un lado permitiéndole el paso. Había todo tipo de expresiones en los rostros de todos ellos, algunos sentían curiosidad por él, otros admiración, pero la mayoría retrocedía por miedo.

Y este tipo de atención nunca había estado dentro de los planes del pelinegro en esta escuela, de hecho, él odiaba la atención de la multitud como nunca, pero el incidente de hace tres días al parecer le había otorgado involuntariamente aquella popularidad. Cuando llegó a la cafetería, el pelinegro se dirigió a una mesa vacía donde pudiera estar tranquilo, pero no esperó que alguien gritara hacia él.

—¡Oye! ¡Por aquí!

El pelinegro se detuvo por un instante, sus brillantes ojos negros captaron el rostro de un chico extraño al otro lado. Era un chico azabache, estaba en una mesa aparte junto a otros chicos más, y desde ahí agitaba su mano saludando alegremente. Sus ojos eran almendrados y grandes, su sonrisa era amplia y brillante, tan llena de vida como también de alegría, desbordaba una especie de energía de la que él realmente no estaba acostumbrado. Y tampoco estaba interesado, por lo que siguió su camino ignorándolo por completo.

Consiguió un lugar libre en la parte trasera de la cafetería y reposo su bandeja sobre la mesa. Y tal vez no llegó a pasar ni unos cuantos segundos cuando sintió a alguien sentarse en su mesa estrepitosamente frente a él.

—¡Me llamo Jung Hoseok, mucho gusto! —exclamó el muchacho azabache de hace unos momentos, con una feroz sonrisa extendiéndose la mano.

El pelinegro lo observó con una expresión fría y plana.

—¡Oh! Eres de los tipos callados. ¡Entiendo! —dijo el azabache, al notar que el otro no tenía intenciones de responderle. Aún sin apagar la alegría en su tono de voz continuó: —Pero no importa la presentación, ya todo el mundo sabe tu nombre, Suga Cha —dijo en voz alta este nombre, enfatizando las últimas palabras. — Nos topamos el otro día. ¿Recuerdas?

Entonces Suga recordó como había tropezado con aquel chico en el pasillo, cómo su celular había caído al piso después de que los dos chocaran contra sus cuerpos, no por su distracción, claro, sino por la prisa de este. No solía inmiscuirse en los asuntos de otros, pero, supongo que al final lo había hecho, recogió y entregó el celular a un docente, quitándose la responsabilidad de lo demás. Y al parecer el objeto había vuelto a su dueño.

—¡De verdad te lo agradezco muchísimo! —El azabache se levantó feliz recargando medio cuerpo sobre la mesa, acercándose más al rostro de Suga. Había invadido el espacio personal del pelinegro. Prácticamente su cara estaba a centímetros de él. Empezó a exclamar rompiendo los tímpanos al otro. —¡Creí que lo había perdido! ¡Verás, mi madre me hubiera matado si es que se hubiera enterado! ¡¿Sabes como se pone cuando ella se enfurece?! ¡Ella es realmente aterradora! ¡Gracias a ti, ahora lo tengo de vuelta! ¡Y mi vida aún sigue a salvo! Ya no tendré que huir como lo estaba planeando ¿Cómo podría agradecértelo?... ¡Ah¡ Qué te parece si te invito una comida, el que tu gustes, tú escoge y yo pagaré. ¿Qué te parece?

Suga frunció los ojos severamente. Más que nada, odiaba la bulla, y este chico extraño no paraba de gritar frente a él, por lo que indudablemente sus ojos se irritaron, luciendo descontento. La mayoría solía comprender su molestia a través de su mirada, y se iban dejándolo solo, pero este muchacho seguía sonriéndole como si no notara su incomodidad.

—No me interesa—le contestó crudamente. Se limitó a ignorarlo como al principio. Sostuvo sus palillos queriendo empezar a comer, sin embargo, el azabache no lo dejo, en cambio alcanzó su brazo y empezó a zarandearlo deliberadamente:

—¡¿Por qué no?! ¡Vamos, animate, me sentiré mal si no aceptas! ¿Acaso no sabes que es de mala educación rechazar una invitación! ¡Soy un hombre que paga sus deudas! ¿Cómo podré seguir conservando el título si sigues rechazándome de esa manera?

Esta vez la expresión de Suga se oscureció, no había podido probar ni un bocado y tenía mucha hambre. Además, odiaba el contacto físico. Empujó la mano ajena y dijo sin rastro de sensibilidad: — He dicho que no me interesa. No me debes nada, así que puedes irte de una vez.

El azabache se quedó congelado por un momento al comprender las palabras del pelinegro. ¿Prácticamente lo estaba corriendo de la mesa? eso era algo nuevo, nunca habia sido corrido por nadie, siempre le habia agradado a todas las personas a quienes quería agradarle, este era el primero que rechazaba su alegría, pero en realidad eso no era un gran problema, tenia alegría de sobra. Jung Hoseok jamás se rendiría para ganarse la amistad de un buen amigo. 

Mas aun así, fingió sentirse agraviado. Hizo un mohín con su boca. —Dicen que la gente de Seúl es muy fría, parece ser verdad. —Soltó un suspiro lastimero—. Muy bien. Me iré, pero no acepto un no por respuesta. Ya lo dije, no me gusta deberle a nadie, y si no es comida, pídeme otra cosa, lo que sea y haré lo posible para conseguirlo.

—¿Lo que sea?—Suga lo pensó por un instante, pareciendo de repente más interesado.

Hoseok se alegró al ver su expresión. —Mnh, lo que sea — contesto, y esperó a que el pelinegro le dijera algo. Sintió mucha curiosidad por lo que el pelinegro le pediría.

—JungKook—escuchó Hoseok de pronto, sobrecogiéndolo momentáneamente. Suga alzó la mirada, esta vez hizo conexión con sus ojos. Le preguntó: —¿Qué sabes de él?

Hoseok quedó descolocado por un momento, había esperado cualquier cosa menos eso, lo que había hecho que su sonrisa se desmoronara gradualmente sobre su rostro.

—¿Jeon JungKook?—dijo Hoseokk, dudando un poco, —Tú... ¿Lo conoces?

—Soy yo el que hace las preguntas—le contestó el otro, neutralmente.

Esta vez, Hoseok mantuvo una postura más suspicaz. —Así que, quieres información a cambio.

—¿Hay algún problema?—musitó Suga otra vez.

Hoseok observó los ojos oscuros del pelinegro, eran verdaderamente escalofriantes, como dos cuchillas filosas con las cuales nadie debería de rozar.

—Bueno, lo que pides es algo personal. No creo que sea correcto hablar de otros a sus espaldas.

—Dijiste que eras un hombre que pagaba sus deudas. ¿Era mentira?

Hoseok hizo una sonrisa con la comisura de sus labios, parecía haber caído en su propia trampa. La verdad no tenía ningún inconveniente, por lo que accedió a brindar información general.

—Bueno, Jeon JungKook es un alumno muy destacado, excelente deportista. Es el nadador estrella de la escuela, ha ganado muchos concursos. Ahora, se encuentra en Seúl junto al equipo de natación para las competencias finales. También tiene varios amigos, es muy popular, y es muy querido por muchos.

—"Muy querido"—concluyó Suga en voz baja y penetrante, concentrado con la mirada ida.

—¡Si, especialmente por las chicas, JAJA! —exclamó Hoseok volviendo a recuperar su gran sonrisa. Lo alabó, pareciendo envidiarlo: —¡Ah, él es realmente muy guapo! Todas las chicas están detrás de él, y él parece salir con cada una de ellas cada semana. Es digno de llamarse un auténtico conquistador. Aunque...—hizo un ademán pensativo— aunque siendo sincero nunca lo he visto tratar tan bien a una chica como lo hace con Park Jimin—dijo sonriendo.

—¿Jimin? —Hubo una ligera pausa desconcertante. Suga levantó la mirada, y pausadamente murmuró: —Dijiste... ¿Park Jimin?

Hoseok volvió su mirada. Se sorprendió mucho al ver la expresión de Suga, ya que de un momento a otro su rostro cambió drásticamente, su mirada era algo indescifrable. — Oh, ¿Park Jimin? él es...

De repente, un ruido espantoso sonó a su espalda, interrumpiendo su conversación. Hoseok giró el cuerpo con un sobresalto, y alarmado divisó a un chico tirado en el suelo a cierta distancia, la escena alrededor de este se vio desastrosa, había comida esparcida por todo el piso, y una bandeja estrellada un poco más lejos.

—¡¡UPS!! ¡¿Te lastimaste?!

Escuchó una voz despreciable.

El Mismo Cielo (Yoonmin)Where stories live. Discover now