Capítulo uno

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Ser la hija del hombre más poderoso de Italia nunca me ha gustado. Soy su segunda y única hija hembra, el diamante que más protege de su colección. Por ello, no se me permite tener una vida normal y con normal me refiero a asistir a una universidad, pertenecer a una fraternidad y que además de que las tareas sean mi preocupación que las fiestas cada fin de semana lo sean, poder enrollarme con el tipo más guapo del campus y beber alcohol hasta perder la conciencia.

Pero me es imposible, en cambio tengo clases privadas todos los fines de semanas en un aula en la casa dónde vivo, con una tutora exclusiva para mí, es aburrido estar sentada sola escuchándola. Cuando, muy bien podría estar en una clase presencial llena de hombres y mujeres universitarios.

No tengo amigas, solo conocidas que me sonríen en cada fiesta importante donde mi padre es invitado y yo, como la mujer de la casa tengo que acompañarle junto a mi hermano mayor, Anthony o como le gusta que le llamen, Thony. Él es el heredero del trono como le llaman, el heredero de mi padre y futuro jefe de la pirámide italiana. Él, por ser hombre tiene más beneficios que cualquiera, puede asistir a los distintos clubes para disfrutar de alcohol, drogas y mujeres a como le plazca mientras yo me quedo encerrada en mi jaula de oro que llamo habitación.

Por eso ésta noche he fingido estar dormida mientras me escapo por uno de los pasajes secretos que hay en la mansión, padre desconoce el hecho de que los conoce y mejor así, si supiera ya habría hecho algo al respecto. Ésta noche hay una gala, de la cuál he sobornado a un tipo para conseguir un pase especial, una gala en presentación a una pinturas en un museo, algo muy exclusivo. Mientras llego en un auto y un chófer que contraté, finjo ser otra persona.

Mi rostro es conocido y por ello he decidido usar una peluca pelirroja que oculta mi cabello café y he fingido algunas pecas con maquillaje. Voy, media hora retrasada y cuándo he llegado al lugar ya todos están adentro, mi vestido largo en color rojo roza mis piernas con cada movimiento y el tacón resuena por el mármol, en la entrada reciben la invitación y al escanear el código me dan la bienvenida, el hotel es inmenso y miro buscando el ruido de los aplausos, giro en una esquina y golpeo un cuerpo, siento un líquido mojar mi mano y de la sorpresa emito un “oh dios”.

—No me importa, haz lo que te pido— dice a la persona con la que habla por el celular pegado a su oído, antes de apartarlo y mirarme. La copa de champagne que llevaba en la mano se ha volcado y ha llenado su camisa blanca que ahora está húmeda y pegada a su piel.

Observo el rostro del hombre frente a mí, sus ojos son dos esferas grises como una densa tormenta sin fin, su ceja oscura está alzada y me observa con detenimiento. Sin duda, es el hombre más guapo que he visto en mi vida.

—Lo siento mucho— me disculpo abriendo la cartera de noche que llevo sobre mi hombro y sacando una toallita. Sin esperar a que me diga algo paso la tela suave sobre su camisa húmeda y la limpio absorbiendo la humedad, observo como su piel se transparenta y unas tintas negras se observan pero no distingo que serán sus tatuajes, una mano detiene mi movimiento y le miro.

—No es necesario, principessa— me dice tomando suavemente la tela de mi mano.

—Lo siento mucho, no me fijé por dónde iba y…

—Te dije que no te preocupes — su tono de voz es suave y su expresión se suaviza— ¿Vas a la gala?— pregunta.

—Si, no sé dónde es.

—Vamos, te llevo— se pone a mi lado y me ofrece su brazo. Siento nervios de inmediato, miro a los lados nerviosa con la advertencia que en cualquier momento mi padre o Thony aparezcan, acabarían con cualquier hombre que se atreva a tocarme.

—¿Estás acompañada?— me pregunta.

—No— niego y paso mi brazo entre el suyo— estoy sola.

—Ahora estás conmigo.

Sonrío y avanzamos. Dos hombres están en una puerta de madera y al vernos no las abren para que pasemos, el interior está llena de personas, mujeres en sus mejores vestidos y hombre con sus típicos trajes negros y corbatas de etiqueta. La música clásica llena el ambiente y todos están hablando en voz baja de las pinturas que observan en las paredes.

—Gracias por guiarme— le digo con una sonrisa soltándome de su agarre y sin esperar que me diga algo más me alejo caminando y observado, una chica del servicio con una bandeja llena de copas de champagne me sonríe mientras tomo una y avanzo a paso lento hasta la primera pintura, es la presentación de una pintura renacentista de una mujer sobre una nube con su entrepierna cubierta por una fina tela, sus senos están expuestos y su rostro es delicado con unos ojos en color azules como el cielo, debajo de ella hay hombres con sus manos extendidas hacía arriba queriendo llegar a ella, pero no pueden.

Paso a las siguientes pinturas hasta que me bebo todo el champagne y tomo uno nuevo. Un hombre sobre un pequeño escenario habla, dándonos las gracias a todos por asistir pero lo más importante es a quién agradece, a la pintora a quien felicitan por su duro trabajo y no puedo evitar aplaudir junto con las demás personas. 

Una ves terminada su presentación, me quedo dando vueltas para terminar de ver las pinturas, la mayoría están en venta y como quisiera poder sacar mi tarjeta de crédito y comprarla aquí mismo pero generaría sospechas, mi puntura favorita la tengo frente a mí. La italiana, es una pintura de una mujer en medio de la lluvia los trazos son tan delicados que me dan ganas de pasar mis dedos sobre el lienzo y sentir la sensación de la pintura seca, es un retrato sombrío y triste, relata la historia de una mujer que es abandonada por  su amado.

—Una pintura sumamente trágica.

Miro a mi derecha y observo al hombre de hace unas horas a mi lado.

—Esta pintura es como tú, resalta entre todas.

Sonrío.

—Es una pintura hermosa.

—Aclaro, como tú — dice. Me doy cuenta de su ligero acento diferente.

—¿No eres italiano?— pregunto aunque sé su respuesta.

—No, soy de todos lados. He vivido en cada país desde que era un niño.

Asiento. Mi celular de repuesto vibra con la alarma, son las doce de la media noche y debo volver a casa antes del amanecer.

—¿Te gustaría cenar conmigo?— pregunta sacándome de mis pensamientos.

—¿Ahora?— pregunto.

—Si, ahora.

—Lo siento, tengo que volver a casa.

El asiente.

—Déjame llevarte.

Me doy cuenta de que se ha cambiado de camisa, es el único entre todo el público que va vestido del color blanco, sus brazos son gruesos y hay tatuajes en su piel e incluso en su cuello. Me aclaro la garganta y parpadeo al darme cuenta de que él me estaba mirando.

—Entonces, déjame acompañarte afuera. Es tarde y podría ser peligroso.

Asiento y avanzamos hasta la salida, el chófer está afuera esperando ya me ha llegado su mensaje de texto.

Cuando llegamos afuera me giro para verle al rostro— gracias…

—Daemon— pronuncia.

—Soy… Rebekha— le digo mi nombre falso, pensé en darle mi nombre real pero me arrepentí al último momento.

—Un gusto Rebekha, se acerca a mí y atrevidamente me deposita un beso en la mejilla cerca de los labios, eso envía una corriente de nervios y adrenalina a mi cuerpo.

—El placer es todo mío — le digo con nervios y me subo al auto rápidamente.

Beautifull Monster Donde viven las historias. Descúbrelo ahora