Capítulo veintiocho

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Daemon

La música es alta y no puedo dejar de observar las botellas en la mesa que al pasar las horas van vaciandose poco a poco. No sé cuanto he tomado, pero he dejado de hacerlo alrededor de quince minutos porque me he dado cuenta que por más que tome no sacará de mi mente los recuerdos de Aurora.

Es como si una película se estuviese repitiendo constantemente en mi mente para torturarme, una tortura lenta que parece no detenerse.

Las imágenes de ella y Artemy no dejan de repetirse en mi mente una y otra vez. Eso me tiene harto y no dejo de tomar con la esperanza de olvidar absolutamente todo.

No funciona.

Las risas femeninas no se hacen esperar en el momento que la puerta se abre y tres mujeres con el cabello rubio aparecen en mi campo de visión. Llevan las tetas al aire y usan faldas demasiado cortas dejando a la vista sus cupos blancos, ninguna son ella y eso me llena el corazón de rabia.

Me tambaleo mientras observo como las tres van a la cama  y comienzan a tocaste en medio de risas, manoseos y besos. Me comienzo a quitar los botones de la camisa pero lo dejo a medio camino dejando mi pecho medio denudo, las mujeres me observan con deseo mientras se terminan de quitar la poca ropa que le queda.

No quiero follarlas.

No me provocan nada.

Tomo asiento frente a ellas.

—Háganlo ustedes, quiero ver.

Es lo único que hago mientras se tocan, humeden sus cuerpos e introducen juguetes que hacen que la habitación se llenen de gemidos.

No hay nada que active mi libido en este momento.

Sigo tomando mi bebida y observo la cocaina.

No hago esto desde los veinte años, pero necesito una forma de olvidar. Una forma de dejar todo atrás sin que me duela, porque aunque lo quiera negar miles de veces me duele haber perdido a la mujer que he amado más que a nada en esta vida; me duele su traición.

Entonces lo hago.

—¿Donde estabas? —Klaus me dice apenas me ve entrar al deposito— he estado haciéndome cargo de esto durante una semana entera.

—Por algo eres mi ayudante y mano derecha — le digo mientra avanzo hasta el ascensor con él a mi lado.

—¿Donde estabas? —vuelve a preguntarme.

—No me gustan las preguntas, Klaus, eres mi ayudante mientras no estoy. No mi maldito padre.

—Lo sé, es que han habido rumores.

Las puertas se abren y doy pasos hasta mi despacho donde me siento en mi silla y observ todo el papeleo pendiente con respecto a los cargamento que tienen que salir este mes más tardar para poder cerrar contratos con otras mafias.

Ignoro lo que dice.

—Con respecto a Artemy...

—No quiero saber nada— lo interrumpo y abro uno de los gramos de coca y metiendo un cuchillo saco un poco y lo llevo a mi nariz inhalando una pequeña cantidad. El ardor es momentáneo pero luego llega el extasis y la tranquilidad.

—¿Desde cuando vuelves a meterte esa muerda? — me da una mala mirada.

—No es tu puto problema, lárgate a hacer tu trabajo por mi. Estaré ocupado aquí.

No dice nada más en el momento en que se levanta y se va dejándome solo.

Contengo la rabia que siento mientras aprieto mis puños.

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