Capítulo once

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Punto de vista desconocido

Miro las piezas del tablón de ajedrez con sumo cuidado, no podía hacer un movimiento en falso porque de inmediato me darían jaque y perdería la partida y sinceramente no era de perder. Siempre, ganador.

Milo observaba con sumo cuidado al igual que yo las piezas, entonces movió un peón. Justo como pensé que haría.

—Oh mierda, la cagué —me observó y le sonreí. Tomé mi rey y me moví a la casilla haciendo un perfecto jaque mate.

Sabía jugar pero aún le faltaba aprender y para eso estaba yo, enseñándole a cómo mover las piezas correctamente.

Los gritos se oyeron afuera eufóricos y miré la pantalla, la pelea había terminado. Mi oponente había derribado al suyo y ahora lo sacaban del ring como a una basura.

—Hora de la acción.

Me levanté y me pasaron las telas que comencé a envolver en mi mano para protegerlas, no era de usarlo pero lo necesitaba.

—¿Cuándo actuaras por fin? Estoy cansado de esperar.

Lo observé con seriedad.

—Cada obra tiene su tiempo y la nuestra está en plena función — fue lo que dije antes de que mi nombre fuese llamado por todos los altavoces y las personas comenzarán a gritar, me gritaron eufóricos, los vi apostar dinero  e incluso apostar mujeres si yo ganaba.

Yo siempre ganaba.

Entre a la jaula.

Una fortaleza enorme de pelea, una jaula de púas a su alrededor. Si dejabas que tú oponente te llevará ahí, te incrustarías en la piel el alambre de púas. Además de que produce electricidad pero hoy no están encendidos.

El Craken me observó con furia, me odiaba pero no tanto como yo a él.

Lo habíamos tomado de entre los hombre de Italia quién me había estando espiando.

Un desperdicio de hombre, si me preguntan. Es sumamente letal, un asesino de los mejores que podía tener la famiglia y lo habían enviado en una misión suicida, nadie entra y sale de mi territorio sin que me lo digan.

Y lo supe desde el primer momento.

—Eres un completo hijo de puta y voy a matarte— me dijo en Italiano, su lengua natal y ladee la cabeza.

—Estás en mi país, mi ciudad. Habla en mi idioma.

Aunque le entendía quería molestarlo.

—Vete a la mierda.

Entonces ataque, lo golpeé y esquivé el primer golpe para darle en las costillas fuertemente, cayó al suelo y se levantó como si nada corriendo en mi dirección y tomándome entre sus brazos llevándome al suelo, puse en movimientos mis piernas y le propiné un rodillazo en el estómago mientras uno de sus puños impactó contra mi rostro.

Sentí un hilo de sangre y la toqué mirándome los dedos.

—Eres hombre muerto.

Vi rojo y ataque sin piedad, golpe tras golpe. Los gritos se hicieron cada vez más eufóricos y cuándo lo mandé al suelo me subí sobre él, tomé su cabeza y comencé a llevarla contra el suelo de la jaula, una y otra vez; hasta que nada se escuchó a mi alrededor más que mi respiración agitada. La sangre me salpicó y sonreí cómo un desquiciado al ver cada vez mejor el resultado. Me tomaron de los brazos e intentaron llevarme atrás pero mi fuerza era más hasta que me dejé llevar y me solté de ellos.

—¡A cualquiera que se atreva a entrar en mi territorio!— grité en voz alta, mi voz oyéndose por todo el lugar como un eco—¡Recibirá la muerte como una vieja amiga por mi mano!

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