Capítulo Treinta

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Aurora

Despertar y darte cuenta que una vida te ha cambiado la tuya, una sonrisa abandona mis labios al ver como duerme plácidamente en su cuna en la habitación donde me he estado quedando todos estos meses. Meses los cuales han sido un infierno pero gracias al hombre que entra a la habitación con un biberon en la mano no fueron tan difíciles.

Michelle es un criminal como mi padre, un asesino, un mentiroso y con un biberon en la mano se ve completamente diferente, no le ha importado tener a una mujer la cual lleva un hijo que es de otro.

Michelle es un hombre atractivo, con rasgos turcos predominantes.

—¿Está respirando? —pregunta cuando llega a mi lado observando al bebé qué duerme plácidamente con su mameluco, gorrito y manoplas.

Suelto una risa— solo está durmiendo— le digo y lo miro. Esta concentrado mirando al recién nacido que no se da cuenta que lo estoy mirando.

—Deja de mirarme así.

—¿Te pongo nervioso?.

Se endereza y me mira.

—No.

Se aleja dejando el biberon la mesita de noche dejándome sola. Ha estado sumamente extraño desde hace días, no le pregunto ya que no es mi problema, él en lo suyo y yo en lo mío.

Dejo el bebé al pendiente de la niñera y me voy a dar un baño, el bebé no toma leche materna debido a que no produci leche materna lo cuál me ha bajado los ánimos ya que quería alimentar a mi bebé yo misma. Lo amo, lo adoro desde que escuché sus latidos en el ultrasonido, pero la duda siempre ha estado presente ¿será de Daemon o Artemy?. El maldito me arruinó la vida pero no estaba dispuesta a interrumpir un embarazo sin saber de quien era.

No me importa, es mi rayo de luz en medio de toda la oscuridad que he podido tener en el último año y no pienso dejarme llevar. Michelle le ha dado su apellido y sé que le ha dicho a todo el mundo que es suyo, nadie sabe lo que pasa detrás y es entendible no quieren un hijo bastardo entre la mafia turca.

Constantemente pienso en Daemon pero es un recuerdo que me ha dejado de doler con el pasar el tiempo.  No ha pasado mucho pero ver a mi pequeño Ángel, me recuerda que por su sangre es un Falcone.

Suelto un suspiro cargado de nostalgia y me quedo minutos viéndolo dormir.

—El biberon está listo— la niñera me dice. Contrate a una mujer para que fuese mi guía, de maternidad no sé mucho y ahora que no puedo amamantar a mi bebé me llevó a conseguirla, es amable y me está ayudando lo mejor que puede y ha sido paciente conmigo.

—Aún sigue dormido — le digo sin dejar de mirarlo.




La noche llega y después de un largo día y una ducha caliente regreso a la habitación del bebé pero me detengo de golpe al ver la figura masculina que lo sostiene en brazos, mi corazón se detiene y al momento que comienza a latir lo hace muy rápido, esta vestido de negro y con el cabello más largo desde la última vez que lo vi.

—Daemon— murmuro.

Lo tiene entre sus brazos, él se ve tan pequeño en los brazos del mafioso y un terror me llena el cuerpo.

—Shhh— dice— está dormido.

Su voz es un golpe a la realidad y por inercia doy pasos lentos hacia él.

—No avances— me dice y sus ojos dan con los míos. Todo se remueve en mi interior, me detengo y él baja la vista al bebé — ¿soy su padre?.

Me quedo sin palabras.

Y niego— no lo sé.

—Por supuesto es mío, es hermoso como yo y tiene esa marca en la pierna...

¿Él lo observó? ¿Cuánto tiempo lleva aquí?.

—Tienes que irte, Michelle puede encontrarte aquí.

—Michelle morirá, se atrevió a quitarme lo que me pertenece.

La rabia comienza a hervir en mi interior.

—Ha pasado más de un año, Michelle no hizo más que darme el apoyo que tu no me diste. Él entendió todo desde el primer momento mientras tu te quedabas juzgandome.

—Cierra la boca.

—¡No voy a callarme! Llevo más de un año con todo en mi pecho hecho un desastre, tú me trataste como a una puta y eso Daemon, nunca te lo voy a perdonar. Ahora dame a mi hijo, no tienes nada que hacer aquí.

Retrocede con el bebé en los brazos y me asusto.

—Dámelo.

Me lo entrega. Está furioso y no me importa. Acaricio el rostro de mi pequeño y lo llevo a su cuna, no se despertó y agradezco al cielo eso.

—Voy a casarme— suelta y me quedo de espaldas. Al escuchar aquello mi corazón sintió un pequeño pinchazo.

—No me interesa.

Lo siento acercarse y tomarme del brazo, ese toque me rompe en miles de fragmentos con todas las emociones que me llenan.

—Si te importa, voy a casarme y será contigo. Porque ninguna otra mujer va a llegar tan lejos como llegaste tú, me equivoqué lo admito, pero eres mía y ese bebé que está allí también es mío y si debo destruir el puto mundo para tenerlos conmigo. No dudaré, así que es mejor que vengas por tu propia voluntad.

Niego. Choca su frente con la mía y siento que me rompo. Las lágrimas se asoman en mis ojos pero no las dejo salir.

—Artemy pagará lo que te hizo— suena arrepentido y roza sus labios con los míos, quiero besarlo pero no lo hago.

—Me humillaste. No me escuchaste y me hiciste sentir de lo peor. Intenté morir ¿sabes?, lo intenté y él único que me detuvo fue Michelle y días después la noticia que tenía una parte de ti o de él conmigo.

—Lo lamento — me besa la frente y cae de rodilla frente a mi — lo lamento y no soy un buen hombre, soy un asesino, he matado y no me arrepiento de eso. Pero ahora mismo me estoy lamentando el haberte perdido y que ahora estés con él y no conmigo.

Me mantengo a raya.

No puedo dejarme desfallecer.

Lo siento, pero ahora solo somos mi hijo y yo.

—No puedo vivir odiandote, no como lo odio a él. Pero no puedo dejarte entrar en mi vida nuevamente, vete.

Sus ojos brillan.

—Es mejor que te vayas, Michelle debe estar por llegar y estoy ahora con él.

—Pero no lo amas.

—No, no lo hago. Pero en algún momento pasará y cuándo pase espero ser feliz.

Se levanta y deja de tocarme.

—Bien... Entonces será por las malas— su tono es sombrío y lo veo acercarse nuevamente al bebé tomándolo en sus brazos.

—¿Que haces? — pregunto avanzando a él pero me toman de los brazos y Klaus no me ve a los ojos— suéltame. ¡Ayuda! — grito pero Klaus me coloca una tela en la nariz y solo veo como el mundo desfacelle a mi alrededor mientras veo a Daemon ponerse la pañalera en el hombro.

Entonces todo se oscurece.

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