Capítulo 9

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— ¿Me estás diciendo que la dejaste tirada en la isla, Jennie? —preguntó Jisoo con el
rímel corrido y el pelo alborotado de la noche anterior. Se acababa de despertar por culpa de su hermana, que había ido corriendo a su habitación para tumbarse
ruidosamente a su lado y contarle lo que había sucedido con Lisa.

Jennie no tenía mejor aspecto. El encuentro con la castaña la había dejado con arañazos en la espalda y en las nalgas, los labios hinchados, el rímel corrido, el vestido amarillo rasgado, un tacon roto y una irritación algo molesta entre las piernas.

Jamás había estado con alguien así. Jamás se había comportado así, pero no se arrepentía de nada. Había sido divertido y hasta... Electrizante.

Después de haberse dado todo la una a la otra, se habían dejado caer sobre la roca, desmadejadas, con sus extremidades mezcladas, igual que sus esencias; unidas de tal modo que ninguna de las dos sabía dónde empezaba la otra.

Jennie no se habia quedado con las ganas de devolverle cada uno de los favores a la castaña y aunque ella se resistió pudieron quedar a mano después del quinto orgasmo compartido.

Finalmente se quedaron dormidas en la playa y al amanecer, con el sonido de las barcas de los pescadores y las familias que regresaban a sus casas después celebrar el Festival de Fuego, Jennie se despertó.

Al principio, disfrutó del contacto del cuerpo de la castaña, encontrandose cómoda incluso aunque estuviera desmadejada y desnuda sobre piedra y arena. Pero luego, la lucidez llegó y el solo pensar en verla a los ojos durante una incómoda despedida, sin una sola gota de alcohol en las venas, la hizo acobardarse y huir.

Le pidió educadamente a un par de vecinos de la isla que la dejaran en la playa más cercana a su casa. Y desde ahí, había emprendido la ascensión por la reserva natural.

Ahí fue donde su tacón se rompió.

—Nunca había hecho nada parecido —explicó confundida.

—Sí, bueno. Supongo que Lisa, es muuuuy distinta a las bibliotecarias de tu universidad.

Jennie le pellizcó el trasero a su hermana y esta se apartó de ella con una sonrisa.

—Nos quedamos dormidas —continuó Jennie— como si nos hubiéramos vaciado por completo. Cuando me desperté ya sabía que ella no querría nada conmigo. De hecho, ya sabes cómo son ese tipo de chicas. Terminan y si te he visto no me acuerdo. Y está bien. Digo, yo tampoco quiero nada con ella, claro —especificó—. Por eso prefiero
pensar que fui yo quien se aprovechó de ella y de su estado de embriaguez, y no ella del mío.

Jisoo resopló y se dio la vuelta para mirar al techo.

—Estabas muy ebria. Y ella también. Pero me gustaba verlas juntas. Era como observar el extremo de un cable eléctrico azotando por todas partes. No sabías dónde
iba a dar ni a quién iba a electrocutar primero.

A Jennie también le pareció, tanto que incluso había sentido la energía crepitar
entre ellas. Además... No podía quitarse de la cabeza su contacto con la luna en el momento exacto de su primer orgasmo. Fue extraño. Demasiado. Por eso decidió callarselo. Incluso en su mundo lleno de cosas mágicas, eso no era normal.

—La cuestión es que eso ya pasó. Fue explosivo y… una locura. Y no volverá a suceder.

—No le diste tu número, ¿verdad?

—No.

Jisol resopló y miró a su hermana como si no tuviera remedio.

—Por suerte, yo tengo el de Bambam.

—¿Tienes el teléfono de su hermano? —preguntó interesada.

—Sí.

—¿Qué hiciste con él?

 BRUJAS DE SAL | PARTE 1 | JENLISA Where stories live. Discover now