Capítulo 29

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Al día siguiente, Jisoo tenía el vídeo entero de la grabación de Pachá. Jennie buscó
Al chico de la camisa floreada, Jiyong, su enemigo, el inquilino ilegal de la casa de es
Forns. Pero cuando lo encontró, nunca estaba de cara a la cámara; y parecía que lo
Hacía a propósito, como si supiera perfectamente hacia dónde tenía que mirar para no quedar registrado.

Aquello anuló cualquier identificación facial para facilitar a los investigadores de Señora Cha, que quería continuar hasta el fondo de la cuestión.

Sin embargo, mientras veía el vídeo, Jennie tuvo que escuchar de nuevo la canción de EXID. Y la hirió tanto como si estuviera allí otra vez. Soportando el contacto visual con Lisa, viendo cómo ella le dedicaba las letras del tema mientras jugaba a los toqueteos con la pulpo rubia.

Imágenes lacerantes y recuerdos hirientes, la sacudían cada vez que pensaba en ella. Y aun así, la había ido a ver. ¿Para qué? ¿Para decirle que merecían lo que les pasó? ¿Qué las charlatanas y estafadoras como ellas siempre tenían esa suerte? ¿Por qué quería verla?

No. Agradecía a Taeri que la hubiese echado de ahí. Porque con ella se sentía frágil y vulnerable, expuesta para recibir golpe tras golpe. Y ahora, más que nunca, necesitaba sentirse fuerte.

Su última discusión, en cambio, le facilitó un dato inesperado. Y quería comprobar si era cierto o no.

Después de ver el vídeo de la Flower Power Party, Jennie salió del salón de su casa para hacer una visita a la caseta del jardín. Allí, su madre tenía la macbook con todos los correos entrantes de cada uno de los frasquitos de los deseos que habían tenido que preparar.

Llevaba sus zapatillas Ipanema negras, una falda tejana corta y una camiseta de tirantes estampada con margaritas. Le picaban las manos por la ansiedad de averiguar si el pedido de la menor de los Manobal estaba ahí, en el correo de la web. Y, de estarlo, querría saber qué había pedido.

Pero no pudo avanzar, porque alguien golpeó los nudillos contra la puerta de madera de Sananda. Jennie se detuvo y se puso rígida al comprobar por el rabillo del ojo que un hombre con gafas y la cabeza rapada se asomaba a través de las vallas con gesto especulativo y humilde.

—Ustedes no son bienvenidos aquí —dijo Jennie dándose la vuelta para mirarlo de frente, en posición tensa.

Bambam hizo un movimiento afirmativo con la cabeza.

—Me imagino. Pero tengo algo que creo que les podría interesar.

Jennie alzó una ceja negra despectiva.

—¿De verdad? ¿Qué es? ¿Una imagen mía conspirando con los Illuminati? ¿O mi familia cultivando un campo de coca?

—No es nada de eso —contestó él serio, aceptando el reclamo legítimo.

—Pues dame pistas porque tengo una imaginación ilimitada y poco tiempo para atenderte.

Bambam carraspeó con incomodidad.

—Jennie, sé que estás disgustada y que la información que facilitamos a los periódicos, por lo visto estaba…

—¿prefabricada?

—Fuera de contexto —le costaba admitirlo. Como periodista político había metido mucho la pata.

—Me alegro que estén en peligro tu carrera y tu credibilidad… Te lo mereces por no haber asegurado tus fuentes. Ahora, por favor, lárgate de mi casa. —Se dio media vuelta, decidida a no tener ningún contacto más con su familia.

—Déjame decirte que llevo varios días sin poder dormir.

—Bienvenido al club. Fuera de aquí.

—Y que me di cuenta de que todo estaba mal en cuanto seguí los movimientos en
El Consejo y los cambios de sucesión —se apresuró a decir—. Estaba todo más que preparado, Jennie.

 BRUJAS DE SAL | PARTE 1 | JENLISA Where stories live. Discover now