Capítulo 10

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—¡¿Cómo dices?! —repitieron las cuatro mujeres.

—Lo que oyen. El lunes se llevará a cabo la última firma. La llevará una arquitecta privada que quiere realizar una propuesta ecológica y de no agresión en las costas.

—Nuestra isla ya no necesita más ocupación —se levantó Minyeong, ofendida—,no tienen ni idea de lo que sufre por culpa del poco control que han demostrado los ayuntamientos con el turismo desaforado que viene cada año aquí y se va dejándonos
dinero, sí, pero también un daño irreparable en nuestro mar y en nuestra tierra.

—Se supone que la construcción respetará el ambiente. Será como un chill out y funcionará también como discoteca de noche, pero yo no estoy tan seguro —explicó Bo Gum desaprobando tal opción.

—¿Discoteca? ¿En Seongsan Ilchulbong? —preguntó Jennie acercándose a él y tomando las hojas para revisarlas ella misma—. Debe de ser una broma.

—No lo es —sentenció—. Pasado mañana firman. Ayer por la mañana la arquitecta presentó el proyecto final al consejo. Están decididos a seguir adelante.

La abuela negó con la cabeza.

—No pueden hacer eso en Seongsan Ilchulbong —Haesook no salía de su asombro—. Es un sacrilegio. ¿Por qué la presidenta ha permitido algo así? Ella ha estado con nosotras. Se ha sentado en nuestro salón y ha recibido nuestras enseñanzas sobre las plantas. Le hemos ofrecido todo tipo de recomendaciones y la hemos ayudado en todo lo que nos pidió. Le contamos lo importante que es ese islote de roca mágica para la isla. ¿Qué cree que sucederá cuando rompan su equilibrio?¿Acaso ha dejado de creer?

Bo Gum se frotó la nuca sin mucho entusiasmo.

—Me temo que la señora Cha hace tiempo que ya no cree en nada, Minyeong —explicó
con pesar.

—Es por su hijo, ¿verdad? —preguntó Jisoo sin alzar mucho la voz.—. Sigue en coma.

—Que alguien me cuente lo que pasa. Hace años que no piso las Pitiusas y no sé de lo que hablan — Jennie habló dejando las hojas sobre una mesa.

—Cha Chung-hwa es la actual presidenta del consejo de gobierno —explicó su madre—. Hace dos años, su hijo pequeño, Ji Hyun, recibió un golpe en la cabeza mientras jugaba a futbol. Se dio contra el palo de una portería de tal manera que quedó en coma casi al instante. La señora Cha —bajó la cabeza como si no quisiera encarar a su hija— había oído cosas sobre nosotras y sobre el caso de tu padre.—Aquellas palabras afectaron al instante a Jennie, pero ella continuó—. Pensó que podíamos ayudarla de algún modo y lo hicimos. Nosotras le ayudamos a preparar todo tipo de cremas estimulantes para el pequeño. Le sugerimos que debía ir cada semana y darle masajes, hablarle y decirle cuánto lo extrañaban para que él regresara de donde fuera que estuviera.

—Maldita sea, mamá… —protestó Jennie en voz baja. ¿Cuándo iban a entender su madre y su abuela que no se podía salvar a todo el mundo? Ella había aprendido la lección del modo más duro posible.

—No me juzgues, niña —le advirtió Minyeong en voz baja—. No le prometí ningún milagro para su hijo. Pero tenemos unos conocimientos que podemos utilizar para ayudar a los demás. Solo hicimos eso. Ella decidió dejar de visitarnos y perdió toda relación con nosotras.

—Fue su esposo quien la influenció —aseguró Bo Gum—. Le dijo que debía dejar de verlas, que eran mentirosas y unas embaucadoras. Que solo le quitaban el dinero.

—¿Cobraban por ayudarla? —preguntó Jennie sin podérselo creer.

—Me sorprende que nos hagas tal pregunta—espetó su madre haciendo negaciones con la cabeza, herida por la insinuación de su hija.

 BRUJAS DE SAL | PARTE 1 | JENLISA Where stories live. Discover now