Cap. 5- Coincidencia.

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Patrick avanzó un par de pasos lejos de su hermano y marcando el número de la casa, se llevó el aparato a su oído y en el segundo tono una Diana, muy preocupada, contestaba. 

—Patrick, por favor, dime qué Sophie, y su embarazo se encuentran bien. —Pidió muy nerviosa y no era para menos. 

—Tranquila, Diana. Todo está bien ahora. —Tranquilizó Patrick y fue evidente el suspiro tras la línea. 

—Pero dime, muchacho ¿Cómo se encuentra ella? —preguntó apresuradamente Diana. 

—Por favor, quisiera que primero tomes asiento antes de contarte todo. —pidió a modo de precaución. No quería causarle una gran impresión a la mujer que era ya mayor. 

—Ok. Ok, muchacho —parecía que había acatado su pedido sin peros—. Ya estoy sentada, ahora dime. 

—Bien. Ehm… bueno, Sophie rompió bolsa una vez llegamos al hospital… —pudo Patrick escuchar la impresión en la voz de Diana, sin siquiera emitir palabras, tal cual supuso— tuvo un parto prematuro, pero todo salió bien y las gemelas ya nacieron —Patrick esperó por una respuesta que no llegó y que lo hizo fruncir el cejo— ¿Diana? Dime, por favor que no te has desmayado. —intentó bromear pero aún así sonaba un poco preocupado. 

—¿Nacieron? —logró pronunciar Diana, un tanto nerviosa. 

—¡Si, Diana! Ellas nacieron. Mis sobrinas son unas guerreras. —comentó Patrick feliz por ello y queriendo transmitirle esa energía a la mujer. 

—¡Ahhh! ¡Estoy feliz muchacho! ¡Muy feliz! —dijo Diana con la emoción grabada en sus palabras y su voz, y podía jurar que estaba dando pequeños saltitos de la dicha— Dime qué podremos ir a verla —pidió—. Los niños están preguntando por ella. Por todos. Y no he querido decirles nada todavía hasta que no llamaran primero. Y estoy segura que ambos querrán ir a verlas apenas les cuente. 

—Sí, Diana. Puedes traerlos y contarles que ya tienen un par de hermanitas que consentir —mencionó Patrick con diversión imaginando el momento—. Estoy seguro que a Sophie, le agradará la visita de todos. 

—Ok, Patrick. Le diré a Víctor que nos lleve —dijo Diana mostrándose complacida de poder ir—. Y otra cosa más, muchacho. 

—Dime, Diana. 

—La señora Imelda, ha preguntado por el estado de Sophie. Le he dicho que no tenía noticias, pero, ¿Quieres que le diga algo? Se veía algo preocupada. —Dijo Diana y no pudo evitar la mueca en su rostro al decirlo. 

—Culpable, mejor dicho, Diana —respondió mordaz y sin ocultar el desagrado que empezaba a sentir por su tía—. No le digas absolutamente nada. Ya Thomas hablará con ella, ¿De acuerdo? 

—Sí, muchacho. Solo quería que lo supieras. 

—Bien, Diana, los veo luego. —dijo dando por finalizada la llamada y sin poder ocultar la molestia por eso último. 

Suspiró sonoramente y guardó nuevamente el móvil en el bolsillo de su pantalón. Muchas cosas por el día de hoy. Solo Dios sabía cómo terminaría el día para él y recién comenzaba la noche. 

Se encaminó hacia la sala de espera, para juntarse con Thomas, pero para su sorpresa, él ya no estaba allí. Dedujo inmediatamente en dónde podría llegar a estar. Pidió indicaciones a una enfermera y sin problemas, pudo llegar hasta la sala de los recién nacidos. Allí, frente al cristal un emocionado Thomas, observaba con detenimiento hacia el interior. 

No pudo evitar el nudo que se formó en su estómago subiendo hasta llegar a su garganta. Esa imagen frente suyo pudo haber sido él, hace casi cinco años. Pero esa dicha se le fue negada, arrebatada y siempre se culparía por ello. 

Contigo, siempre | Mi Luz (libro 2)Where stories live. Discover now