Cap. 11- De tu mano.

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El viaje de regreso fue incluso mucho más placentero para los dos. Emily, se aferraba a su cuerpo como si su vida dependiera de ello y Patrick, disfrutaba cada jodido segundo a su lado.

La vida al fin pareciera sonreírles por igual.

La vista de los viñedos y sus trabajadores los recibió con calidez, parecían ver el mundo y todo a su alrededor con otros ojos.

Y es que cuando el amor nos llena y nos movemos a causa de esa poderosa fuerza, todo a nuestro alrededor cambia o tal vez simplemente, cambiamos la forma de ver el mundo que nos rodea.

Así se sentían ambos, cada movimiento, cada palabra, cada gesto era impulsado por el amor y aunque no lo dijeran en voz alta, en sus ojos se reflejaba ese sentimiento que por tanto tiempo se ocultaron.

Apenas llegaron pudieron notar el automóvil de Thomas, estacionado en la entrada; seguramente venía por un cambio de ropa y regresaría de inmediato al hospital; lugar donde ellos también debían ir.

Con una sonrisa, Patrick, besó el dorso de su mano para luego emprender camino hacia la casa.

—Espera… espera, qué vamos… o sea, cuando entremos qué… —dudó Emily un tanto nerviosa.

—¿Qué le diremos a los demás sobre nosotros? —inquirió con una ceja arqueada.

—Eso mismo. —admitió mordiendo su labio en consecuencia.

—Bueno, que estamos juntos ahora. —respondió Patrick, con simpleza liberando con su pulgar, su labio; gesto que le fascinaba.

—¿Así de simple? —suspiró en consecuencia por sus caricias.

—Es así de sencillo, Emm. Quiero entrar ahí sujetando tu mano. —apretó su mano haciendo énfasis.

—¿No pensarán qué es muy precipitado de nuestra parte? —cuestionó y sus mejillas sonrojadas la delataron.

—Amor, allí solo están mis sobrinos, mis hermanos, tu amigo y Diana, que es como una segunda madre para mí. Nadie pensará nada malo. —tranquilizó.

—Sí, tienes razón. —concedió con una pequeña sonrisa. 

Y así mismo, tomados de la mano y sonriéndose con complicidad, ambos ingresaron a la casa rumbo al comedor donde el bullicio era notable.

Allí encontraron a todos, incluso a Thomas, que aparentaba haberse dado una ducha y se veía más fresco y muy feliz.

—Buenos días, familia. —saludó Patrick, muy animado llamando la atención de todos.

—Buen día, tío Pack —saludaron en coro los mellizos y ninguno de los pequeños se perdió detalle de sus manos entrelazadas—. ¿Están juntos?

La pregunta de Alex, llamó la atención de los demás percatándose por igual de ese detalle en particular.

Todos allí parecían felices por ellos. Thomas, no ocultó su asombro ni su sonrisa; después del comportamiento de Patrick, la noche anterior, sabía que él se merecía encontrar a alguien que le brindara amor y sobretodo, tranquilidad a su vida.

Polette, compartía el mismo pensamiento de su hermano mayor. Patrick, merecía todo lo mejor del mundo.

Por otra parte, Ashton, mantenía una expresión neutra, y no porque no estuviera feliz por su amiga, si no porque moría por celar al pelinegro cómo lo había hecho en la noche. Cruzó mirada con Emily, guiñándole un ojo y ella comprendió lo que eso significaba, su sonrisa arrogante le confirmaba lo que haría con seguridad.

—¿Cómo que juntos, Emm? No me has dicho nada. —con una voz de indignación admirable de película de Hollywood, Ashton, se manifestó.

Todos los colores subieron al rostro pálido de Emily, sin poder creer hasta donde podía llegar la impertinencia de su amigo, y bajo su mano percibió la tensión en el cuerpo de, Patrick.

Contigo, siempre | Mi Luz (libro 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora