Cap. 18- Confesión.

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Las emociones que llegaron a invadir su corazón, lo hicieron sentir que estaba a punto de caminar sobre una cuerda floja y que su equilibrio dependía de lo que la mujer en sus brazos, sentía respecto a ese hecho.

¿Cuál era su historia con aquel sujeto? ¿Qué tanto había sufrido para que después de tantos años, aún le doliera? ¿Acaso albergaba algún sentimiento hacia él?

Esa última pregunta le hacía sentir la hiel en su boca y no le agradaba en absoluto el sabor.

—No es lo que imaginas, Pack. —susurró Emily, con temor. Deseaba hacerle saber con urgencia que nada había cambiado entre ellos, con sus sentimientos.

—No creo que sepas qué es lo que me imagino al respecto. —dijo serio. Sintiéndose de momento, extraño.

—Sí, lo sé —aseguró ella, mirándolo a la cara, podía sentir la tensión en su cuerpo—. No estoy así por él.

—¿No? —ironizó, sin poder evitar los celos. Se apartó de ella, necesitaba por alguna razón poner distancia.

—No. Es más complicado que eso. —dijo Emily, sin gustarle su lejanía.

—¿O sea qué sí fue alguien importante? ¿Lo sigue siendo aún? —quiso saber rabioso y apretando sus dientes. Necesitaba con urgencia esa aclaración.

—¿Qué? ¡Claro que no! No lo he visto en años. —Emily, parecía desesperarse por no poder aclarar ese punto y sentía miedo por eso.

—Pero por alguna razón te has puesto así. Te afectó verlo y eso se debe por alguna razón. —Patrick, caminó de un lado a otro en la habitación, ansioso; Emily, se encontraba sentada en la cama. 

—Pero no por esa razón. Sí, no lo negaré, fue alguien importante, y también quién más daño me hizo. Lo odio, es lo único que puedo sentir por él. —desesperó. 

—¿Qué te hizo? ¿Mhm? Para que después de tanto, estés así con solo verlo.

Poniéndose de pie, caminó con decisión hasta él, era el momento de su verdad sin importar qué tanto doliera. Extendió su brazo hasta la altura de su rostro, exhibiendo allí un tatuaje de una estrella fugaz envuelta en una estela de fuego; siempre le había parecido un tatuaje delicado, pero en ese instante, no comprendía porque ella se lo mostraba.

La miró a los ojos y en ellos se reflejó un dolor que parecía destrozarla y descubrirlo, no le gustó en absoluto. Emily, pasó saliva con dificultad sintiendo el nudo en la garganta por lo que diría.

—Este tatuaje representa la pérdida de mi embarazo, tenía diecisiete años; debajo, está la cicatriz que me hice con unas tijeras a los diez días, cuando sentí que mí vida se había arruinado —ante esas primeras palabras, Patrick, quedó helado. Emily, hablaba con la voz rasgada, como si hubiese tragado vidrios y clavos—. Creí en sus palabras, en su amor, en lo que sentía y él… sólo se burló de mí. Era extranjero, cuando supe que regresaría a su país, fui hasta su casa para que me explicara, para comprender por qué después de todo lo que me prometió, lo que nos juramos, se iba. Su madre me hizo ver la realidad, las mentiras que me dijo, la forma en que me usó y jugó conmigo —no solo había dolor en su voz, también un viejo odio—. Lo comprobé cuando lo vi besarse con otra chica. Le valió mierda lo que yo sentía por él. Me fui de ahí sin mirar atrás, no miré hacia ningún lado de hecho. Fue cuando me embistió un vehículo y al despertar, el doctor me informó que había perdido mi embarazo —sus lágrimas, las que había intentado retener con fuerzas, cayeron sobre sus mejillas como si pesaran una tonelada—. Ni siquiera lo sabía. No lo supe hasta que el daño fue irreparable —su voz y su labio temblaron—. Él se fue sin importarle cómo estaba, cómo me encontraba, sin saber qué yo, había perdido un embarazo suyo. Solo tenía diecisiete años. Me culpé por eso, mucho tiempo. Perdí a mí bebé por irresponsable. Hubiera cumplido seis, este año. 

Contigo, siempre | Mi Luz (libro 2)Where stories live. Discover now