Cap. 20- Contacto.

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—¡Sana y salva! —dijo Patrick, apenas se quitó el casco. 

Ya habían llegado a la residencia de Emily, una vez se posó el sol.

—Voy a cobrarme esta, Patrick Müller, te lo juro. —aseveró ella, al quitarse el casco y apagar el motor. Había manejado hasta allí por insistencia de Patrick, a pesar de que hizo su práctica en el estacionamiento—. Al final te saliste con la tuya. —protestó indignada aún.

—Y no sabes lo orgulloso que estoy de ti —a Emily, le gustó escuchar sus palabras, pero no quería hacérselo saber muy pronto. Patrick, sonrió por su terquedad y besó su cuello, estremeciéndola—. En serio, Emily. Lo hiciste más que bien. Solo debías quitarte ese miedo de encima.

—Ajá, sí.

Patrick, suspiró sin poder evitar sonreír por su actitud aniñada.

—Esta vez te salvas tú —susurró en su oído y posó sus manos con descaro sobre sus piernas, yendo en ascenso hacia ese rinconcito entre sus piernas. Emily, tembló—. Tienes suerte de que es día de semana, tengo trabajo y tú tienes clases temprano, porque la idea de ponerte en mis rodillas y azotar tus nalgas, es muy tentador para mí. —le hizo ver.

—¿A… azotar? —preguntó nerviosa y la idea lejos de disgustarle, le resultaba tentador.

—Sí —aseguró—. Estás siendo terca y no quieres recibir mi cumplido —susurró sobre su cuello, y asegurándose de que nadie de los pocos estudiantes que pasaban por allí se dieran cuenta, llevó sus manos hasta posarla sobre su sexo y presionó, allí, provocándola. Emily, jadeó sin poder evitarlo—. De verdad, rubia, estoy orgulloso de ti. Hiciste todo el recorrido sin problema, a pesar de lo nerviosa que estabas al principio.

—Bueno… yo, mhm… —gimió en consecuencias de las caricias de Patrick, sobre su sexo y cubrió su boca con la mano— Patrick… alguien puede vernos.

—Nadie nos presta atención —murmuró con la voz ronca. Había poca gente y la oscuridad de la noche era buena aliada—. ¿Ibas a decirme algo más?

—Si… ehm, gra–gracias por la confianza de… bueno… mhm, Patrick… por favor. —apenas podía coordinar una oración.

Patrick no dejaba de acariciarla.

—Siempre voy a confiar en ti, rubia, y sé que vas a lograr muchas cosas, porque tienes un gran potencial. Jamás dudes de ti. —aconsejó y ella solo asintió.

—¿De verdad tienes trabajo? —cuestionó y Patrick, sonrió comprendiendo.

—¿Por qué la pregunta? —siguió con las caricias.

—¿No es obvio? —jadeó y apoyó su cabeza sobre el hombro de Patrick.

—¿Sabes qué es lo que creo? Si meto mi mano dentro de tu pantalón, ¿Qué tan mojada te encontraré? —provocó.

—Mucho. —la vio morderse los labios.

—Emily. —gruñó.

—¿No lo quieres comprobar? —fue su turno de provocarlo.

—Rubia, rubia, rubia —susurró acariciando el lóbulo de su oreja—. Tú sí sabes cómo salirte con la tuya.

—Soy estudiante de derecho y buena aprendiz. —simplificó.

Atrevida cómo era, sujetó la mano de Patrick, y la llevó hasta la cinturilla de sus pantalones para colocarla dentro y comprobara así sus palabras. Patrick, se adhirió con fuerzas a su cuerpo cuando sintió lo mojada que estaba solo con aquellas caricias. Suspiró fuerte bajándose de la motocicleta y ella lo miró desconcertada ante su actitud.

Contigo, siempre | Mi Luz (libro 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora