Cap. 13- Calma.

508 45 5
                                    

Los sollozos fueron mitigando cada vez un poco más hasta lograr desaparecer de un todo. Solo sus respiraciones profundas y sus movimientos al secar sus lágrimas, era lo único que podía escucharse. 

Sophie, prestó atención a su bebé en brazos y hacia la incubadora, ambas dormían plácidamente e ignorantes de todo aquello a su alrededor.

—No creas Sophie, que no confiaba en ti para contarte —continuó Emily, con su monólogo. Sophie, no apartó su mirada de ella—. Solo qué cuando inicié aquella relación, él, me pidió que nadie lo supiera. Al menos no hasta que fuese algo serio —no pudo evitar reírse con lo último nombrado. ¿Qué tan patética pudo haberse visto en ese entonces?—. Tenía diecisiete, puedo decir que era muy ingenua para creer en sus palabras, lo cierto es qué estaba tan enamorada, que si me hubiese dicho que el cielo era verde, le hubiera creído igual —negó con su cabeza en un gesto cansino—. Era confiada y un poco idiota; esa es la verdad. Y… de alguna forma me avergonzaba lo que había hecho. Todo. Así que preferí sufrir sola y hacer de cuenta que nada había pasado; que nada había cambiado. 

Sophie, escuchaba atenta sus palabras. Ahora todo tenía más sentido. El porqué su amiga se había vuelto un poco más fría y distante con los demás; ese era el motivo. 

—Debiste decirme de todos modos. —insistió Sophie, un poco más comprensiva. 

—Lo sé —admitió algo apenada—. Solo qué no tenía el valor para hacerlo. —reconoció. 

—¿Te has vuelto a encontrar con él? ¿Regresó alguna vez a darte una explicación o algo? —quiso saber Sophie, con verdadero interés. 

—No. Ese fue el último día en que lo vi.  

Respondió Emily, con un gesto de insignificancia. Como quién indica que eso ya no tiene importancia alguna. 

Sophie, suspiró, sintiendo la impotencia acrecentar en su sistema. 

—Cuando tenga frente a mi a ese tal Dimitry, voy a… voy a, a darle una tunda. Le daré su merecido por lo que te ha hecho pasar. Ese bastardo… juro qué… qué… ¡Ahg! —dijo cerrando su mano en un puño en clara demostración de sus pensamientos.

Emily, sonrió ante esa ocurrencia por parte de su amiga.

—No te preocupes por él, Sophie. Ya no es nadie en mi vida.

Sophie, respiró profundamente en un intento por tranquilizarse por esa situación. Emily, la observaba atenta y un poco divertida.

Tras unos minutos de completo silencio, Sophie, preguntó:

—Dime, ¿Cómo lo has manejado estos años?

Con un suspiro profundo, Emily, respondió. Cómo si lo que fuera a decir conllevara un gran peso. 

—Aprendí a soltar las cosas negativas —dijo e intentó sonreír en una mueca rara—, aunque no siempre es muy efectivo, pero lo intento.  

Admitió un poco más relajada, omitiendo las veces que se desaforaba en gritos y llantos tortuosos. Y no sólo por él, si no por todo lo que había significado vivir. 

—¿Patrick, lo sabe? ¿Le has contado esto? —preguntó con cautela. 

—No —negó con su cabeza y apretó sus labios en una fina línea—. Aún no lo he hecho. Recién iniciamos, pero lo haré eventualmente. Tenemos muchas cosas por decirnos aún. —sonrió con ligereza, por el desvío de la conversación a terrenos más tranquilos. 

—Lo bueno es que ya se han dicho lo más importante. —sonrió Sophie, en complicidad. 

—Sí. Ambos queremos ver hasta dónde nos lleva esto. —se sumó Emily, a esa energía. 

Contigo, siempre | Mi Luz (libro 2)Where stories live. Discover now