Cap. 24- Tal vez.

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Dejó su taza vacía de café sobre la mesa y tomó su maletín al ponerse de pie. Otro día más al que debía asistir a la universidad para seguir impartiendo las clases y seguir compartiendo con ella la pasión por aquella carrera. 

Desde esa noche en la que salió en su defensa y mantuvieron esa tranquila conversación, sus encuentros en la universidad eran menos tensos —al menos así lo sintió, Fabrice, los primeros días—. La conversación entre ellos durante las clases, solo fluía.

Con Patrick, no podía creer que tuvieran más en común de lo que parecía. Habían coincidido un par de días después en las afueras de un café y decidieron compartir uno ese día.

El chico era elocuente, siempre tenía tema de conversación y era imposible no pasarla bien en su compañía. Ya entendía porque, Emily, salía con él. Eso lo dejaba tranquilo. Ella estaba en buenas manos. Lo pudo confirmar cuándo su nombre se coló en la conversación y no pasó por alto la mirada enamorada de Patrick. 

La conversación luego se desvío al caso en el que Patrick, trabajaba; le había comentado con toda confianza que estaba a nada de ganarlo. Tenía las pruebas y los testigos y no le quedaba más al acusado que acceder a la demanda de su defendida, si no quería verse envuelto en un verdadero escándalo cuándo se supiera que había embarazo a una de las empleadas de la casa. Aún quería conservar su buen apellido.

Sabía qué ese joven era implacable en sus casos, cómo solía serlo él en sus inicios y hasta el día presente. No había nada a qué pudiera temerle y no había nadie que pudiera comprarlo siquiera.

Se despidieron con la promesa de volver a reunirse en un futuro cercano, tal vez con Emily, de acompañante en algún buen restaurante. No perdería esa oportunidad.

La veía tan desenvuelta, tan decidida, tan valiente para tomar riesgos, que no podía sentir más que orgullo por ella, por su hija. Que esperaba pronto le pudiera llamar papá. Sabía que ese día saltaría de puro gozo, si tan solo supiera que Emily, estaba tratando de buscarlo también, tal vez se animaría a contarle la verdad desde ya.

—Muy bien, clase; eso es todo por hoy. Recuerden que deben presentar su trabajo para el final de la semana, que se les olvide. Es una de las notas decisivas para la materia, así que ponganle mucho empeño a su trabajo, eso determinará su futuro. Pueden retirarse.

Poco a poco cada uno se fue retirando de allí y cómo casi siempre, Emily y sus amigos, eran de los últimos en retirarse.

—¿De verdad, rubia? —quiso saber, Dylan, en confidencia. 

Fabrice, agudizó su oído mientras se demoraba en guardar todas sus pertenencias dentro de su maletín. Por alguna razón quería saber de qué hablaban en secreto.

—Sí. Creo que después de tantos años, me gustaría saber quién es. —afirmó Emily, calzando su bolso en su hombro y cargando un par de libros en sus manos.

—¿Y sí no es buena idea? —dudó Ashton, caminando junto a ella hacia la salida. No quería que su amiga se llevará una decepción. Sabía lo que era tener un mal padre.

—Pues no lo sabré hasta no verlo. Tal vez no sea mala idea. Necesito saber de dónde vengo, quién es, si todavía vive. —le hizo ver sus motivos.

—¿Por dónde vas a empezar siquiera? Por lo que nos has dicho, ni sabes su nombre, nada. —quiso hacerle entender Ashton, que aquello sería una misión imposible.

—Bueno, no lo sé —suspiró. No quería sentirse derrotada antes de iniciar la búsqueda—. Buscaré en algunas pertenencias que aún conservo de mi madre, puede haber algo, no lo sé, alguna carta o algo que indique que tuve un padre alguna vez.

Contigo, siempre | Mi Luz (libro 2)Where stories live. Discover now