Capítulo 5. Incertidumbre.

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Nada más poner un pie en el Thousand Sunny, me invade la nostalgia. Aquí fue donde Zack me trajo la noche que nos conocimos, donde me contó sin que le preguntara que Ron era el ex de su hermana, donde me achicharré la lengua por tomar el café estando muy caliente y me morí de vergüenza... También fue donde al final del todo, convencí a Zeta de que le diera a Zack la nota que le dejé antes de marcharme.

Ambos tomamos asiento justo en la misma mesa de aquella noche, cuando Ron aparece a nuestro lado. Parece que Ron ya no lleva el pelo azul eléctrico, ahora lo tiene negro natural y me da la sensación de que así se parece más a su hermano Henry.

—¡Zack! —saluda él, chocando el puño con el de Zack. Luego me mira a mí y su rostro expresa pura sorpresa, como el de todas las personas con las que me he reencontrado hasta ahora—. ¡Vaya, si la chica misteriosa ha vuelto! —dice, riendo. Recuerdo que, la semana siguiente de ir con Zack por primer vez a Thousand Sunny, llevé a Kelly a desayunar y Ron me llamó así—. ¿Cómo tú por aquí, Eve? 

—Digamos que he vuelto por amor. —Sonrío, mirando a Zack y él agarra mi mano sobre la mesa.

—¡Eso es genial! ¡No sabes lo pesado que ha estado Zack durante estos meses echándote de menos! —confiesa, haciendo que Zack ruede los ojos.

—Tranquilo, amigo, ya voy a dejar de darte la tabarra porque mi querida Eve está aquí de vuelta. —Él me dedica una sonrisa que estremece todo dentro de mí. Esa sonrisa que hace que sus ojos se achinen y forma pequeñas arruguitas debajo de ellos.

—Bueno saberlo —responde Ron, guiñándole un ojo—. ¿Qué vais a tomar? Imagino que café solo con una cucharada de azúcar y... ¿Café frío? —me pregunta, riendo y posiblemente recordando mi incidente del año pasado.

—Café frío con leche y mucho azúcar —respondo, haciendo que Ron asienta con la cabeza y desaparezca para ir en busca de lo cafés. Entonces miro a Zack de nuevo para decir—. ¿Sabes una cosa? —pregunto y él me mira, expectante—. Una noche que no podía dormir hace unos meses, se me vino tu imagen a la cabeza y no pude evitar escribir un poema sobre como tus preciosos ojos se achinan cuando sonríes —digo, regalandole una sonrisa de boca cerrada. Él me mira, sorprendido.

—¿En serio? —pregunta y yo asiento con mi cabeza—. Parece que no hace falta que estemos juntos para inspirarnos mutuamente —dice él, tomando mis dos manos sobre la mesa y mirándome directamente a los ojos—. Pero ahora que estás aquí, me siento más inspirado que nunca. 

Yo sonrío, antes de decir:

—¿Me vas a enseñar después como suena Fade Away? —pregunto.

—Por supuesto que sí. Fade Away es tan tuya como lo es Fly Away.

—Igual que todos los poemas que guardo en mi pequeña libreta y de alguna forma llevan tu nombre.

—Espera... —Él frunce el ceño—. Entonces, ¿tienes una libreta con tus poemas? ¿Y cuándo pensabas enseñarmela? —pregunta, riendo.

—No, no... Me da demasiada vergüenza. Los poemas son solo algo que me sale en las noches en las que me aburro, no puedo dormir o simplemente tengo demasiadas cosas en la cabeza y busco la forma de concentrarme. Pero eso no quiere decir que sean buenos.

—Puede que solo creas eso porque lo haces tú misma y te exiges demasiado. Y además, las primeras versiones siempre parecen una porquería. Mira esto —dice, antes de sacar una pequeña hoja de papel del bolsillo de su pantalón para pasármela.

—¿Qué es? —pregunto, pero entonces Ron aparece con los cafés.

—Café frío con leche y mucha azúcar y café solo con una cucharada de azúcar —dice él, dejándolos sobre la mesa.

FADE AWAY [#2]Where stories live. Discover now