Capítulo 18. La celebración.

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Es muy temprano en la mañana y estoy en un taxi en dirección a Moda y Confecciones Violet Rose's, mientras leo la revista de hoy de Your Fashion Today, donde ya están hablando de lo poco que queda para el próximo desfile anual de la Metropolitan High Fashion. Y, según tengo entendido por lo que dice en la revista y por lo ocupados que están todos en la agencia de modelos, parece ser que el desfile este año, va a celebrarse un poco antes de lo previsto.

—¡Buenos días, Eve! —dice Yolanda cuando me encuentro con ella al llegar.

—¡Buenos días! —respondo, emocionada. La verdad es que se respira buen ambiente en el taller de Violet, incluso desde tan temprano.

—Acabo de terminar de confeccionar el vestido lila que te gustó tanto ayer. ¿Te lo quieres probar? —pregunta ella con emoción.

—¿Puedo? Pero... Yo pensaba que era para la colección.

—No, para nada. Ese vestido lo he hecho yo por mi cuenta... No se lo digas a Violet, pero cuando tenemos algo de tiempo libre, me gusta hacer mis propios diseños.

—No diré nada, tranquila —le aseguro, haciendo como si cerrara mi boca con una cremallera.

—Gracias. —Sonríe ella—. Bueno, ¿quieres probarte el vestido antes de que llegue Violet? 

—Vale —respondo, sonriendo. Entonces ella me guía hasta los probadores y me pasa el vestido con una percha.

—La verdad es que me ha gustado mucho el resultado, espero que te quede bien. —Yolanda me va contando a través de la cortina del probador en lo que yo me voy probando el vestido—: Pensaba hacer este vestido para mi hermana, pero luego recordé que a ella no le gusta el color lila, así que cuando te vi a ti ayer, pensé que podía quedarte genial.

—¿Es que confeccionar ropa para la gente en tus ratos libres? —pregunto, sorprendida.

—Me voy inspirando de la gente y se me ocurren ideas para mis diseños que pongo en práctica en esos ratos libres.

El vestido es precioso, pero puesto, queda mucho más bonito. Es de tirantes, ceñido por el pecho y hasta la cintura y con cuerdas del mismo color lila en la parte del pecho que lo hace parecer un corsé.

Cuando salgo, Yolanda sonríe de nuevo.

—¡Te queda genial! No me equivoqué ayer cuando te tomé las medidas —dice, haciéndome dar una vuelta para verlo por detrás.

—Yolanda, eres una diseñadora increíble; el vestido es precioso... —murmuro, mirando como la falda de vuelo cae de forma perfecta.

—Pues si te gusta, es tuyo. 

—¿Qué? —pregunto, frunciendo el ceño.

—Sí, como te he dicho, lo iba a hacer para mi hermana pero no creo que a ella le guste. Si te gusta a ti, es tuyo.

Yo sonrío, nerviosa, sin saber como reaccionar. No estoy muy acostumbrada a este tipo de cosas.

—No tienes que decir nada. —Ella me guiña el ojo.

—Gracias —respondo, dedicándole una sonrisa—. Creo que no me lo pienso quitar en todo el día.

—¡Genial! Mi gran satisfacción es que te haya gustado, pero ahora debería volver a trabajar antes de que aparezca Violet —dice, riendo—. ¿Vamos?

Yo asiento con mi cabeza y guardo la ropa que traía dentro de mi mochila. Después sigo a Yolanda de vuelta al taller, donde nos encontramos con Rufus y Donald. 

—¡Buenos días, chicos! —exclama ella—. ¿Aún no ha llegado Aina?

—Creo que está enferma —responde Donald—. No creo que venga hoy.

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