Capítulo 30. Las Playas de California.

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Zack y yo nos tomamos una copa más de vino en el mirador, antes de recoger las cosas y volver al coche, para esta vez, dirigirnos a la playa más cercana. Y, como yo me siento un poco mareada después de haber bebido dos copas de vino tan seguidas, es Zack quien conduce ahora, porque si ya no era buena idea la de morir intoxicados esta noche, mucho menos lo es la de morir estampados con el coche o, peor aún, la de llevarnos por delante accidentalmente a alguien más.

Miro la ciudad con calma, mientras música relajante suena a través de la radio y Zack conduce tranquilamente cerca de la playa. Cuando llegamos, veo un cartel en el que dice «Paradise Coast Beach», y ambos nos quitamos los zapatos antes de introducir los pies en la suave arena de la playa. La sensación es relajante y me hace cerrar los ojos por unos segundos, haciéndome sentir el olor de la brisa marina, y llevándome de vuelta a mi infancia; cuando mi familia, la de Kelly y la de Adam, se reunían para hacer moragas en nuestra playa de Rye.

Entonces, Zack toma mi mano y juntos caminamos hasta encontrar un lugar donde colocar de nuevo el mantel de pícnic y sobre este, la botella de vino y las copas de plástico. Y una vez hecho eso, él se tumba de espaldas sobre el mantel, cierra sus ojos y suelta un suave suspiro. Yo me tumbo a su lado y me coloco sobre un costado para poder observar su rostro, que brilla un poco ante las lejanas luces del paseo marítimo y la luz de la luna.

—Esto... —susurra Zack con una sonrisa—. Esto es otra cosa...

A la mayoría de personas que conozco les encanta pasar horas en la playa cuando llega el verano, pero a decir verdad, yo nunca he sido del todo fan de eso. No por nada; simplemente el hecho de pasar horas y horas quemándome al sol (y por consecuencia tener que estar sudando como si fuera la fuente que está en mitad de la plaza de mi pueblo), no es algo que me guste, sobre todo cuando la única alternativa para contrarrestar eso, es tener que meterte en un agua que, en muchos casos: está helada. Por eso, a mí siempre me ha gustado mucho más venir a la playa por la noche.

—Sí... Cuando la gente dice que la playa relaja, supongo que es a esto a lo que se refieren... A estar simplemente existiendo junto al mar, solo escuchando el sonido de las olas, sin el bullicio de la ciudad y en la tranquilidad de la noche.

—No puedes tener más razón, Eve... —Zack se levanta un poco y su cara queda muy cerca de la mía—. Y si es contigo, todo es mucho mejor.

Yo me río y no puedo evitar besarle con suavidad. Noto sus mejillas algo calientes e imagino que es culpa del vino y que las mías deben estar igual. Zack me agarra la cintura y vuelve a echarse de espaldas sobre el mantel de pícnic, haciéndome caer sobre él. Yo sonrío sobre sus labios y acariciando su labio inferior, suelto un suspiro. 

—Eve... —susurra él, apartando el cabello de mi cara. El hecho de escucharle susurrar mi nombre, aún me causa escalofríos de vez en cuando.

—¿Sí? —pregunto, hipnotizada por el brillo de sus ojos, que se ven grises ante la luz de la luna.

—¿Por qué no nos metemos en el agua? —Zack suelta una risa tonta y yo frunzo el ceño. Creo que el vino ya le está haciendo decir tonterías.

—No lo dices en serio. —Yo me río también, pero él asiente con su cabeza.

—El mejor momento para bañarse en el mar, es por la noche —dice, muy convencido—. Es cuando mejor está el agua.

Yo suelto una carcajada ante eso.

—Lo dices como si estuvieras acostumbrado a venir todas las noches. ¿Es que acaso te escapas cuando yo me quedo dormida?

Zack niega con la cabeza esta vez, sin dejar de reír.

—No, pero el primer verano que pasamos aquí, Zeta, Michelle, Luna y yo vinimos aquí cada noche durante los tres meses que duró aquel verano. Por desgracia, en Londres no tenemos la playa tan cercana y, en caso de tenerla, la mayoría de días del año, el tiempo está nublado o lluvioso y no merece la pena acercarnos a una, para disfrutar de un «ambiente de verano» que nunca parece existir en Inglaterra... Así que, cuando llegamos aquí, nos sentíamos como en el paraíso.

FADE AWAY [#2]Where stories live. Discover now