diecisiete

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TW: este capítulo contiene escenas de abuso de poder, abuso físico, peleas y lesiones

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TW: este capítulo contiene escenas de abuso de poder, abuso físico, peleas y lesiones. Si no te sientes cómodx leyendo este tipo de cosas, te recomiendo saltarte la escena o el capítulo. Tu bienestar me importa más que una lectura <3

Xia, 2022

Que Ophelia me hubiese citado tan pronto en su despacho, sin decirme siquiera el motivo, no me gustaba ni un poco.

Aun así, me levanté en cuanto sonó la alarma que me había puesto a primera hora —para que no se me echara el tiempo encima y llegase tarde al apartamento de Kavan— y me metí en la ducha, esperando que el agua caliente aflojase el nudo de mi garganta.

No sirvió de nada, y menos cuando al salir tuve que obligarme uno de los conjuntos favoritos de mi agente. No era de los peores ni de lejos (de hecho, si no fuese por los volantes excesivos del jersey y lo corta que era la falda, me lo habría puesto en otro momento), pero no dejaba de ser un recordatorio de que no tenía ni voz ni voto en cuanto a decisiones tan banales como esa.

Y aquello, a su vez, me hacía sentir débil y manipulable.

Para cuando llegué, con el estómago vacío porque había sido incapaz de comer nada, tenía la espalda tan tensa y la mente tan enmarañada que me quedé unos minutos encerrada en el coche, aferrándome al volante hasta que me dolieron las uñas. Solo salí tras asegurarme de que las dos coletas en las que me había recogido el cabello estaban a la misma altura, amagando un mohín al fijarme en lo aniñada que parecía.

Tras saludar a un par de trabajadores, disimulando lo mejor posible los nervios que me corroían por dentro, me encaminé a la oficina, situada en la quinta planta. Al entrar en ella, mis ojos se encontraron con los suyos y un escalofrío me recorrió la columna vertebral, congelándome el cuerpo por completo.

En un acto reflejo que no pude controlar, hice una mueca al escuchar cómo tamborileaba los dedos contra la madera de su lustroso escritorio, con una lentitud que me erizó el vello de la nuca. Tragué con fuerza y me forcé a enmascararla con una sonrisa tirante.

No quería arriesgarme y darle una razón más para humillarme; no estábamos en nuestra mejor época y, aunque siempre discutíamos a menudo, nunca nos habíamos mostrado así de distantes. Todo había cambiado tras enterarme de que había sido ella quien había enviado aquellas fotos a diferentes portales de esa presa para, según sus propias palabras, impulsar mi carrera.

Que esa noticia hubiese involucrado a mi abuelo había sido la gota que había colmado el vaso, desbordándolo y haciendo que me diese cuenta de que tenía que pararle los pies antes de que controlara cada aspecto de mi vida.

Era consciente de que le había permitido demasiadas cosas, ya que le había dado la autoridad suficiente como para controlar mi apariencia y la imagen que trasmitía al público. Aun así, no contenta con ello, también se había tomado la libertad de decidir con quién tenía que salir, con quién debía hablar en eventos y a quién no podía acercarme. Eso sin contar, por supuesto, las veces que había negado proyectos en los que me interesaba participar, solo porque creía que tenía que salir del perfil asiático con el que había llegado de China.

Tréboles para KavanWhere stories live. Discover now