veintisiete

1.4K 103 205
                                    


Xia, 2022

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

Xia, 2022

Por primera vez en todas las noches que habíamos pasado juntos, Kavan no me despertó sobornándome con comida, sino con besos sonoros en las mejillas y cosquillas.

Intenté resistir las carcajadas que amenazaron con brotarme de la garganta por la sensación de sus dedos en la piel sensible de mi cintura y muslos, dándole manotazos suaves para evitar que siguiese haciendo aquello, pero no hizo más que reforzar sus ganas de sacarme de quicio a primera hora de la mañana. Típico de Kavan.

Solo me besó en los labios cuando abrí los ojos y asentí a la pregunta silenciosa de su mirada dudosa. Fue un contacto lento, dulce y somnoliento, lo que me demostró que, a pesar de toda esa energía, también acababa de despertarse.

—¿Qué hora es? —pregunté cuando juntó su frente con la mía y me robó otro que me arrancó todo el oxígeno de los pulmones. No estaba acostumbrada a la sensación de sus labios carnosos y calientes contra los míos, pero podía hacerlo. En el fondo me gustaba que no se reprimiese—. Parece demasiado pronto.

—Las ocho en punto.

Hundí la cara en el hueco de su cuello, amortiguando el gruñido que se me escapó.

—Es demasiado pronto —protesté, aprovechando que tenía el torso desnudo para acariciárselo con delicadeza. Tembló cuando delineé la silueta del dientes de sable que tenía tatuado en las costillas—. ¿No podemos dormir un poco más?

Para reafirmar mis palabras y reivindicar que salir de la cama no entraba en mis planes, hice el amago de darme media vuelta y taparle la cabeza con la manta en la que nos habíamos acurrucado. No pude, ya que previó mis movimientos y me envolvió con sus brazos musculosos, quitándomela de encima y haciendo que mi piel quedase al descubierto.

—Tenemos un día ajetreado por delante —suspiró con un hastío más que fingido—. No podemos quedarnos durmiendo si queremos hacer todo lo que hemos pensado.

Aquello me demostró, una vez más, que era mucho más paciente y tenaz que yo. De haber sido al revés, le habría arrastrado fuera de la cama a gritos y tirones de pelo. Sin dejar de quejarme por lo bajo, porque en el fondo sabía que tenía razón, accedí y me levanté del colchón.

Aunque no me daba vergüenza que me viese desnuda, puesto que no era la primera vez que lo hacía y no me consideraba pudorosa, me tapé los pechos con las manos al darme cuenta de lo centrado que estaba en ellos, relamiéndose los labios sin dejar de mirarme con atención.

No le daría la satisfacción de verme al completo, y menos después de no haber accedido a mi petición de dormir un poco más.

—¿Te gusta lo que ves? —pregunté con sorna, deslizando un poco los dedos para que se intuyese el tono sonrosado de mis pezones.

Tréboles para KavanWhere stories live. Discover now