Capitulo 10

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—Bueno la comida no luce tan mal—digo observando el platillo que llevo entre mis manos.

Cuidaba de la pequeña Chiara cuando ella comenzó a quejarse de tener hambre así que me ofrecí a buscar algo de comida para ella mientras se quedaba con su abuela. Las enfermeras fueron muy amables al momento de entregarme el platillo, insistieron en llevarlo ellas pero yo puedo hacerlo perfectamente.

Llego a la habitación donde Chiara se encuentra ingresada y al ver la puerta un poco entreabierta me asomo para ver el interior.

Una sonrisa se forma en mi rostro ante tal escena.

Marcello se encuentra sentado en la cama mientras su hija no deja de tocarle el rostro, he visto que a ella le encanta hacer eso con su padre, es como si ella adorara su rostro y no pudiera creer la belleza de Marcello. Lo mira encantada mientras pasa sus manitas por sus mejillas y pica sus ojos, lo hace con una ternura inigualable.

—Con permiso—digo interrumpiendo tan bello momento en el que ambos sonreían cómplices, sus ojos me enfocan.

—¡Isha! ¡Isha!— Chiara emocionada me ofrece sus bracitos. Dejo la charola sobre una mesa y rápidamente se la quito de los brazos a su padre para abrazarla a mi cuerpo, hace 15 minutos que no me veía y ya parecía extrañarme por la forma en la que ella se cuelga de mi cuerpo—, papi vino.

—Me doy cuenta—le sonrió nerviosa a Marcello, de seguro la señora Greta volvió a casa.

Aun me da vergüenza recordar que hace una noche yo bese sus mejillas, se que no es la gran cosa pero fui una atrevida al hacerlo y es que simplemente me deje llevar. Yo soy una persona a la que le gusta el contacto físico y no pude evitar emocionarme cuando accedió ser mi amigo.

Se que se comporto como un verdadero idiota conmigo pero ahora se que su situación no es fácil y debo comprenderlo un poco, pero de igual forma no pienso dejarme, si tira pues que acepte el regreso.

—Buen día Irisha—saluda con esa voz ronca que he de admitir me gusta. ¿A quien engaño? me gusta todo de él en el buen sentido y es que es un hombre precioso por fuera, porque por dentro aun tengo mis dudas.

No ayuda el que lleve esos jeans ajustados, zapatillas y una camiseta verde que se pega a su muy trabajado abdomen, su cabello va despeinado y apuntado a todas partes, nunca lo había visto tan casual ya que siempre suele llevar trajes elegantes y estirados, pero el hombre se ve bien con todo lo que se ponga, eso no se le niega a nadie.

—Mi propia hija me cambia por ti—me sorprendo un poco al ver sus labios curvearse hacia arriba y es que él es un amargado de primera y casi nunca sonríe.

—Eso es porque traigo su comida—al escucharme Chiara saca su cabecita de mi cuello y observa lo que le he traído, ella ya se encuentra mucho mejor y por ello hoy mismo le darán de alta, fue una niña muy valiente.

—Quiero comida—pide y asiento. Vuelvo a entregársela a Marcello mientras arrastro una silla frente a la cama y me siento para disponerme a darle de comer—, quiero que papi me de comida.

Me encojo de hombros cuando Marcello arruga su nariz.

—Lo que el angelito pida—suelto burlesca.

—Yo siempre la embarro no se hacerlo—ruedo los ojos ante su comentario y al ver que toma la cucharita de una muy mala forma.

Y en efectivo en cuestión de minutos Chiara tiene las mejillas llenas de pure, pero lo importante es que no deja de sonreír porque su padre le esta dando de comer.

—¿Creí que trabajaba todo el día?—pregunto ya en confianza, ya lo vi borracho y molesto que creo que es su peor faceta.

—Puedes tutearme Irisha—asiento con mejillas sonrojadas ante su mirada—, y respondiendo a tu pregunta, soy mi propio jefe así que puedo faltar para venir a ver a mi hija.

Corazón OscuroOnde histórias criam vida. Descubra agora