Capitulo 43

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Volver a Sicilia es volver a mi realidad.

Se llego el momento de dejar de huir y enfrentar las cosas, estoy lista para esto y no hay vuelta atrás.

Corro lo mas rápido que puedo esquivando a la gente del aeropuerto para llegar a los brazos de Ovidio quien me espera sonriente y con una bonita flor amarilla en sus manos, al llegar hasta el lo primero que hago es rodear su cintura con mis piernas y mis brazos su cuello para abrazarlo como si no lo hubiera hecho hace muchos años.

No puedo evitar derramar las lagrimas ya que lo extrañaba demasiado y el dejarlo después de que tuvo un infarto no fue el mejor acto pero el fue una de las personas que mas me apoyo con que debía darme un tiempo para mi.

—Mi pequeña—dice sosteniendo mi espalda mientras lloro en su hombro—, que preciosa estas.

Bajo mis pies de nuevo al suelo para observarlo, el también luce lleno de vida.

—¡Te extrañe muchísimo papa!—vuelvo abrazarlo porque es mi lugar seguro y estar de nuevo junto a el se siente como mi hogar.

—Y yo a ti hija ¿Qué tal todo por allá?—pregunta mientras toma mi maleta y yo la flor que me trajo, caminamos al lado del otro saliendo del aeropuerto para esperar un taxi.

—Bien, la vida por allá es muy distinta pero fue una grata experiencia, he tomado muchas fotos y me muero por mostrártelas, incluso aprendí un poco el idioma, ya se decir "Hello"—digo emocionada—, estuve con un psicólogo que me ayudo mucho.

—Me alegra mucho todo lo que me dices porque eso era lo que yo quería, que volvieras a tener esta sonrisa de siempre—acaricia mi mejilla con suavidad—, dejarte ir fue difícil pero sabia que era lo mejor para ti y...

Se detiene, se que iba a mencionar a Marcello. Entre Ovidio y yo el tema de Marcello es prácticamente prohibido o ninguno de los dos quiere sacarlo a tema de conversación.

—Puedes decir su nombre papa, no duele—digo para tranquilizarlo de que no voy a romperme—, hay cosas que cambiaron y otras que no.

—¿Y con eso te refieres a?—pregunta cauteloso.

—Que sigo amando a Marcello Caruso como el día uno—digo con un suspiro enamorado ¿superarlo? jamás podría hacerlo—, me es imposible dejar de amarlo.

Ovidio asiente a mis palabras mientras seguimos esperando un taxi, el momento se volvió algo incomodo porque por mucho que Marcello no me haya sido infiel, a papa no le agrado la idea de que Marcello me lastimara aun haciéndolo inconsciente.

Y no puedo juzgarlo.

—Tanto que le pedí a todos los santos que no te enamoraras y vienes tu y te enamoras del primer idiota que se te pasea por enfrente—mi boca forma una O de indignación.

—¡Oye!—digo.

—Es la verdad Irisha y no vengas a negármelo, tanto hombre bueno por el mundo y vienes y te enamoras de un hombre casado—no puedo creer la indignación en sus palabras, es como si estuviera aprovechando a desahogarse.

—Uno no elige a quien amar—es lo único que respondo—, mi corazon decidió enamorarse de ese hombre serio, lleno de defectos pero también lleno de virtudes que lo hacen lo que es, amo cada parte de el y aunque me lo cuestione un millón de veces mi respuesta siempre seguirá siendo que lo amo.

Ovidio se frota el puente de su nariz en una señal de agotamiento.

—No se ni para que discuto contigo si siempre harás lo que quieras—dice resignado viéndome a los ojos—, soy tu padre y se que no puedo prohibirte nada, lo que si te voy a pedir es que cuides tu corazon porque no quiero volver a verte herida de nuevo.

Corazón OscuroNơi câu chuyện tồn tại. Hãy khám phá bây giờ